El bosque urbano de la Universidad Complutense de Madrid

AGHM

Todas las universidades, y la Complutense no es excepción, contemplan el cuidado de  sus entornos verdes aunque con no pocos problemas. Basta la visión del bosque urbano desde una ventana para producir beneficios psicológicos como la reducción del estrés o la ansiedad. Por esta influencia en la salud, sin duda hay que hablar también de bosques dentro de la estrategia de vida saludable y bienestar de las universidades.

JORGE J. GÓMEZ SANZ Y ALEJANDRO RESCIA PERAZZO


Lo que nos aporta la biodiversidad

El patrimonio de las universidades no consta sólo de edificios, manuscritos, cuadros o monumentos, entre otros. También incluye la biodiversidad. Es un patrimonio poco conocido e infravalorado, hasta ahora.  La realidad de la emergencia climática y una pandemia, que muchos ligan a la alteración de los hábitats y a la perdida de biodiversidad, han cambiado esta percepción.

Todas las universidades, y la Complutense no es excepción, contemplan el cuidado de  sus entornos verdes aunque con no pocos problemas. Es un patrimonio difícil de mantener, que se gana, o se pierde, año a año. Por ello es necesario recordar y recalcar su valor y lo que nos aporta.  Y ahí radica el problema: que más allá de saber que, efectivamente, hay aportación, no se concreta en qué cuantía.

Hasta donde sabemos, no había informes detallados sobre su dimensión o importancia en las universidades españolas.  El caso de la Universidad Complutense no era una excepción …. hasta noviembre de 2022. Fue en esta fecha cuando se presentaron los resultados de un estudio sobre el alcance y valor del bosque urbano de esta universidad, la universidad presencial más grande y sostenible (según el ranking Green Metric) de España. 

Se tenían estimaciones de hectáreas ajardinadas y hectáreas con arbolado, pero los datos que arroja este estudio sorprenden a sus lectores casi sin excepción.

El patrimonio de las universidades no consta sólo de edificios, manuscritos, cuadros o monumentos, entre otros. También incluye la biodiversidad.

¿Qué es un bosque urbano?

Para empezar, un error común es considerar el bosque urbano como un conjunto de árboles. El bosque es un ecosistema conformado también por múltiples actores: arbustos, la microbiota del suelo y la hojarasca, el microclima que se genera, los flujos energéticos y los ciclos de materia… Pero también es hogar de especies animales que contribuyen a su mantenimiento.

El bosque no es uniforme y está distribuido en los diferentes campus. Por eso es difícil medirlo. En la UCM hemos empezado analizando y catalogando las especies leñosas (árboles y arbustos) más visibles. 

El estudio ha revelado que hay 18.138 ejemplares de 152 especies leñosas con una cobertura arbórea de 31.39 hectáreas. Esta área es lo que ocuparía la sombra aportada por todos los ejemplares si uniéramos sus copas. Es un bosque urbano comparable al del Real Jardín del Buen Retiro.

Se trata de un bosque con mútiples especies, cada una con un papel relevante. Cada especie tiene diferente capacidad de absorción, de almacenamiento, tasa fotosintética o eficiencia en el uso del agua. No obstante, son igualmente importantes arbustos, árboles e incluso los pastos.

Si mañana intentáramos “construir” un bosque equivalente, tendríamos que invertir 18.100.000€ y, por supuesto, varias décadas. Así de irremplazable es.

Servicios ecosistémicos

Este bosque proporciona lo que se denominan servicios ecosistémicos. Estos servicios incluyen captación de contaminantes, secuestro de carbono, escorrentía evitada (desplazamientos del terreno por lluvias), ahorro energético en edificios y carbono evitado.  Sumando el valor estimado de los diferentes servicios, se valora en 75.684€ al año. 

Anualmente, el bosque urbano complutense secuestra 269,2 toneladas de CO2e, siendo la especie Populus alba ssp pyramidalis la que mayor cantidad de carbono almacena. 

Este valor es difícil de entender. Usando otros términos para que se capte mejor su significancia: el secuestro anual de carbono es equivalente a las emisiones de de 100 casas unifamiliares o 200 coches. 

Además su valor económico como almacenamiento de carbono asciende a 351.000€.  

Este número, aunque alto, se queda corto para apreciar este patrimonio. Si mañana intentáramos “construir” un bosque equivalente, tendríamos que invertir 18.100.000€ y, por supuesto, varias décadas. Así de irremplazable es.

Estos servicios incluyen captación de contaminantes, secuestro de carbono, escorrentía evitada (desplazamientos del terreno por lluvias), ahorro energético en edificios y carbono evitado.

Visor cartográfico del arbolado

Los números son fáciles de ver  pero díficiles de conectar con la realidad. Para facilitarlo, hemos dispuesto un visor que permite ubicar cada ejemplar  y obtener datos como su altura, geolocalización, diámetro del tronco, de copa, junto a una ficha para saber a qué especie se refiere y qué características morfológicas, funcionales y fenológicas tienen. 

La ficha proporciona también su aportación a los servicios ecosistémicos. Esto permite educar y concienciar mejor sobre nuestro bosque urbano y sobre cómo nos ayuda.

Hay que seguir trabajando para que este bosque crezca de forma ordenada. Más que plantar sin método, hay que apostar por una renaturalización que requiera pocos cuidados. Combinar especies con bajo consumo en agua que sean compatibles con las especies existentes es vital. Para estudiarlo en el contexto de la Complutense existe otro documento, el plan de infraestructura verde que identifica los espacios verdes y qué especies podrían habitarlos. 

Este crecimiento del bosque llevará tiempo y sus efectos compensadores de la huella de carbono no serán inmediatos ni de calado frente a otras medidas más drásticas, pero sí se conseguirá trasladar un mensaje claro sobre la importancia de estos entornos. 

Limpian el aire que respiramos y nos libran de las altas temperaturas cuando buscamos su sombra. Y ahora parece que también son relevantes para nuestro bienestar emocional. Por esta influencia en la salud, sin duda hay que hablar también de bosques dentro de la estrategia de vida saludable y bienestar de las universidades.

Los efectos beneficiosos sobre la salud

Algunos apuestan también por el efecto beneficioso sobre la salud . Basta la visión del bosque urbano desde una ventana para producir beneficios psicológicos como la reducción del estrés o la ansiedad. Por esta influencia en la salud, sin duda hay que hablar también de bosques dentro de la estrategia de vida saludable y bienestar de las universidades.

Dentro de la Red de Universidades Promotoras de la Salud, a la que también pertenece la Complutense, ya se ha empezado a verlo así. En el segundo congreso de universidades promotoras de la salud  se presentaron trabajos defendiendo esta visión.

Hay que trabajar para que este patrimonio en biodiversidad crezca para que nosotros podamos crecer con él.

Si no hacemos caso de estos estudios, estamos ignorando un servicio ecosistémico muy importante, pero también de los más difíciles de medir, el del bienestar que genera. Por ello, tendría sentido que el bosque urbano forme parte de las estrategias universitarias para promoción de la salud, significando estos entornos y dándoles un sentido y papel activo en la vida universitaria. 

En resumen, dependemos de nuestros bosques y los bosques dependen de nosotros. Limpian el aire que respiramos y nos libran de las altas temperaturas cuando buscamos su sombra. Y ahora parece que también son relevantes para nuestro bienestar emocional. Llegado este punto, no hace falta buscar más razones: hay que trabajar para que este patrimonio en biodiversidad crezca para que nosotros podamos crecer con él. 


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