Joaquín Rodríguez nos aproxima al informe Open Science and its role in universities: a roadmap for cultural change que publicó la League of European Research Universities. Quizás la propuesta más clara y ordenada sobre el cambio cultural necesario para que la ciencia abierta se convierta en una práctica académica habitual
JOAQUÍN RODRÍGUEZ
Quizás no sea el informe más actual o el informe más globalmente consensuado, pero el documento de consulta o de asesoramiento que publicó la League of European Research Universities en el año 2018, Open Science and its role in universities: a roadmap for cultural change, es, quizás, el que promueve de manera más clara y ordenada el cambio cultural necesario para que la ciencia abierta se convierta en una práctica académica habitual.
El campo científico es un campo inherentemente contradictorio porque, por un lado, está obligado a compartir el conocimiento generado para que los pares lo evalúen mientras que, por otro, la competencia entre científicos por los recursos y los reconocimientos es tan exigente y rigurosa que los lleva a ocultar información, a falsificar pruebas o a tergiversar resultados, de manera que la práctica científica acaba siendo lo contrario de lo que debería ser.
La idea sobre la que se ha sustentado la jerarquización de los descubrimientos científicos ha sido hasta ahora, en gran medida, la de los índices bibliométricos de impacto de las publicaciones. Esa clase de índices, da lo mismo que fueran los publicados en la Web of ScienceAlt que los más recientes basados en Alt-Metrics, conducen a un círculo vicioso difícil de evitar: los científicos pretenden publicar prioritariamente en aquellas cabeceras que les garanticen mayor visibilidad, generando una congestión ingestionable que aboca, por un lado, a la invisibilidad de la mayor parte de los resultados de la investigación (lo que conduce a la proliferación de publicaciones sin recorrido alguno) y, por otro, a la inflamación de las líneas de investigación preferidas por esas mismas cabeceras (lo que lleva al abandono de otras líneas de trabajo o investigación prometedoras).
Adoptar y aplicar el principio de la ciencia abierta, lo que los norteamericanos denominan Open science by design, requiere no tanto un cambio puntual sino una asunción plena y coherente de los imperativos de la práctica científica. Es curioso que, en buena medida, el desencadenante de esta toma de conciencia fuera la invención de Internet que es tanto como decir la posibilidad de que los científicos se hicieran con el control de los medios de producción, difusión, evaluación e intercambio del conocimiento producido, la posibilidad cierta de crear una comunidad internacional preocupada por los mismos problemas, dispuesta a compartir, colaborar y discutir de manera abierta y transparente, ajustándose a los criterios de veracidad y reproductibilidad que demarca el procedimiento científico.
Desde que la comunidad científica descubrió que podía prescindir de las intermediaciones editoriales habituales para ejercer con plenitud su tarea, se han abierto vías que han conducido a una concepción de la ciencia como un bien común y compartido, como un ámbito en el que se intercambian y comparten datos, procedimientos, resultados, aciertos y errores, como un espacio en que son los miembros cualificados de la propia comunidad quienes evalúan la pertinencia y calidad de los indagaciones o los resultados presentados.
Claro que no bastan las buenas intenciones para que todo el mundo reconozca su relevancia y su aplicabilidad, porque las inercias competitivas de la práctica científica, de los indicadores de éxito, de los mecanismos de reconocimiento, de las instituciones financiadoras, conducen a que muchos científicos ponderen con escepticismo y distancia esta posibilidad.
La Liga de Universidades Europeas de Investigación, sin embargo, aboga por un cambio cultural profundo, sistemático, fundamentado en ocho dimensiones que deben trabajarse de manera simultánea y complementaria:
La edición, difusión y publicación de los resultados de la investigación, sobre todo de aquellos que hayan sido financiados con fondos públicos, deberán ponerse a disposición pública y abierta de manera inmediata, algo que afecta tanto a la disponibilidad de los datos como a los procedimientos, experimentos y resultados. La comunidad científica debe utilizar los instrumentos y los mecanismos que le ofrece la edición digital para asumir esa responsabilidad.
El seguimiento de la consigna FAIR (1) promulgada por la Unión Europea para la compartición de los datos de la investigación: findable, accesible, interoperable, reusable. Que los datos que genere una investigación sean encontrables, accesibles, interoperables y reutilizables con el propósito de someterlos a réplica, constituye un paso de gigante tanto para la transparencia de los procesos de indagación como para su reproductibilidad. También para la posible aceleración de sus resultados mediante la cooperación y la generación de una inteligencia colectiva en torno al problema abordado.
La creación de la European Open Science Cloud (EOSC), una infraestructura compartida de enorme relevancia por cuanto pondría en comunicación a todos los repositorios de datos de investigación de los grupos concernidos de la Unión Europea.
El apoyo a la formación de todos aquellos, personal de gestión y administración y personal de investigación, que tengan que responsabilizarse activamente del seguimiento de las consignas de la ciencia abierta y del uso de las infraestructuras y herramientas puestas a su disposición.
El rediseño de toda la economía de los reconocimientos en el campo científico, algo tan crítico y fundamental que debería figurar en primer lugar de todas las prioridades porque el cambio cultural fundamental radica, precisamente, en pensar cómo recompensar el desprendimiento y el desinterés, cómo compensar el uso compartido y la cooperación. Si no acertáramos a crear una nueva economía de los intercambios que se producen en el campo científico, el resto de los puntos no serían otra cosa que herramientas inservibles.
La creación de nuevas métricas para, precisamente, distinguir a quienes trabajan activamente por la propagación de los principios de la ciencia abierta. Existen muchos documentos que aluden a esta necesidad, perentoria, pero muy pocos que hayan elaborado indicadores y rúbricas pertinentes. Para encontrarlos hay que irse a documentos como el de Evaluation of research careers fully acknowledging open science practices. (2)
La promoción de la integridad investigadora, de la observancia estricta de los principios constitutivos del campo científico, que no son otros que el acuerdo de dirimir cualquier problema o discrepancia recurriendo a la razón y a las pruebas y el de obrar filantrópicamente por el bien común sin vínculos con instituciones, empresas o personas que pudieran torcer esa voluntad.
La implicación imprescindible de los ciudadanos en todo el proceso de investigación, desde la definición del problema mismo hasta la deliberación de los criterios de evaluación y verdad pasando por la recopilación de las evidencias necesarias. Aun cuando el reflejo primario y comprensible de cualquier científico sea el de volcarse de manera ensimismada en el objeto de su investigación, resulta indispensable que la ciudadanía concernida y afectada participe activamente en todas las fases del proceso de investigación.
Como punto de partida, cualquier universidad que quiera repensarse como parte de una comunidad científica internacional basada en la colaboración y la apertura, en la relevancia y significatividad del conocimiento que producen, haría bien en tomar este documento de la Liga de Universidades Europeas de Investigación como punto de partida.
1. European Commission. 2018. Turning FAIR into reality. Final report and action plan from the European Commission Expert Group on FAIR data. 78 p
2.European Commission. 2017. Evaluation of research careers fully acknowledging open science practices. Rewards, incentives and/or recognition for researchers practicing Open Science. 32 p. https://op.europa.eu/en/publication-detail/-/publication/47a3a330-c9cb-11e7-8e69-01aa75ed71a1/language-en
JOAQUÍN RODRÍGUEZ, Miembro de la Asociación Espacios de Educación Superior.
Twitter @futuroslibro
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