«Las diferentes oportunidades materiales de los jóvenes limitan el acceso a la universidad» Rosa de la Fuente: (parte 1):

Conversamos con Rosa de la Fuente, Vicerrectora de Estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid. En esta primera parte, nos centramos en los condicionantes sociales en el acceso a la universidad, «Para superar los factores intrínsecos y extrínsecos que limitan la opción de cursar estudios universitarios en jóvenes, el sistema de becas y ayudas debe continuar siendo una garantía sólida y confiable en el tiempo, pero debe diversificarse para adecuarse cada vez más a los perfiles más vulnerables y con trayectorias preuniversitarias más complejas» señala la Vicerrectora


El ‘Education and Training Monitor 2021‘ de @EU_Commission ponía de manifiesto que sólo el 22% de los jóvenes europeos con padres de nivel educativo bajo tienen acceso a la Universidad, frente al 70% de los de nivel alto. ¿Qué puede hacer la Universidad pública para dejar de estar fuera de las expectativas de una parte tan importante de los jóvenes?

El acceso segmentado a la universidad por parte de los jóvenes se explica por diversos factores. Por un lado, se encuentran los factores de carácter más intrínseco, donde tienen un papel importante las propias aspiraciones y motivación de los jóvenes de estudiar en la universidad.

Estudios clásicos y más recientes muestran que la construcción de dichas aspiraciones viene derivada de lo que Bourdieu llama el ‘capital cultural’ de la familia, así como la experiencia previa y su relación general con la educación. En ese sentido, la universidad parte en desventaja, ya que la mayor parte de las aspiraciones se configuran previamente, en etapas tempranas de la educación.

Sin embargo, lo que la Universidad sí puede hacer es mostrarse en cursos preuniversitarios en barrios que concentran población juvenil más vulnerable (a través de proyectos de Aprendizaje Servicio) colaborando con centros de secundaria y formación profesional, en proyectos situados y vinculados a sus experiencias de vida. Especialmente en aquellos contextos en que los jóvenes por su capital cultural no confían que la universidad sea “su lugar”.

Especialmente en aquellos contextos en que los jóvenes por su capital cultural no confían que la universidad sea “su lugar” la Universidad puede mostrarse en cursos preuniversitarios colaborando con centros de secundaria y formación profesional, en proyectos situados y vinculados a sus experiencias de vida

No obstante, la construcción del derecho a la universidad como un discurso inclusivo y generalista choca con la limitación de las plazas públicas disponibles, y la necesidad de obtener buenos resultados en las calificaciones del Bachillerato y la EVAU, y eso no podemos olvidarlo, ya que no siempre se parte en condiciones de igualdad para lograr esas calificaciones. 

En ese sentido, los factores extrínsecos también explican el acceso desigual a la universidad. Las diferentes oportunidades materiales que los jóvenes disfrutan a lo largo de su infancia y juventud en función de las características de sus hogares limitan el acceso a la universidad de ciertos colectivos más vulnerables y sobre todo la creencia en poder culminar los estudios en igualdad de condiciones, por la necesidad de generar ingresos (trabajar formal o informalmente…), no generar gastos adicionales derivados de los estudios (libros, materiales, viajes…) y gestionar los tiempos de una manera más estresantes (realizar tareas de cuidados, desplazamientos, gestión emocional ante las carencias y violencias…). 

©PAG

Para superar los factores intrínsecos y extrínsecos que limitan la opción de cursar estudios universitarios en jóvenes, el sistema de becas y ayudas debe continuar siendo una garantía sólida y confiable en el tiempo, pero debe diversificarse para adecuarse cada vez más a los perfiles más vulnerables y con trayectorias preuniversitarias más complejas. Que el sistema de becas y ayudas sea creíble como un apoyo plurianual para todo el ciclo formativo, que incluya incentivos y complementos, así como programas de acompañamiento (académico, emocional y derivación a otros recursos (residencial, laboral, etc.) es el principal reto que tenemos las universidades y las instituciones que financian las ayudas. 

Además, no debe olvidarse que, como señala el informe Education and Training Monitor (2021) las mayores tasas de abandono ocurren en el primer año, y vienen influidas por las características socioeconómicas de las familias, por lo que las facultades y docentes deben contemplar un seguimiento más personalizado de aquellos estudiantes con riesgo al abandono, con una mayor flexibilidad según las circunstancias de cada individuo. 

el ‘capital cultural’ de la familia, la experiencia previa y su relación general con la educación determinan el acceso de los jóvenes a la universidad

En una reciente investigación de su compañera María Fernández Mellizo-Soto nos ponía de manifiesto que la desigualdad se perpetúa  después de pasar por la Universidad y que el origen económico de la familia es determinante en el éxito profesional de los estudiantes. ¿Ha dejado de ser la Universidad pública el motor de la movilidad social? 

Son diversos los autores que afirman que la educación universitaria ha dejado de funcionar como un ascensor social. De este modo, aunque crece el nivel educativo de hijos con padres de bajos estudios, ésto no se traduce en un mayor nivel de ingresos y, por ende, en una movilidad social ascendente. 

Desde mi punto de vista, habría que tener en cuenta que se ha producido una confluencia de crisis que explican una generalizada precariedad entre los jóvenes universitarios y no universitarios, en un contexto en el que en todos los segmentos encontramos peores condiciones de vida que la proporcionada por los progenitores. 

En este sentido, son las condiciones estructurales las que explicarían la imposibilidad del ascenso social, como el Informe de la Fundación CYD (2021-2022) en su capítulo 2 señala “ hay cuestiones que afectan negativamente a los resultados de los graduados superiores en el mercado laboral que no dependen de las universidades en sí, sino que son problemas estructurales de la economía española en su conjunto (elevada tasa de paro y temporalidad, da igual el nivel de estudios poseído) y del funcionamiento poco eficiente de los elementos institucionales que configuran el mercado de trabajo español “. 

Relacionado con las limitadas oportunidades laborales y su calidad en España, es importante tener en cuenta además que las trayectorias vitales también resultan clave para la ocupación de estos puestos, ya que ante la escasez, las empresas priorizan perfiles que cuentan con una amplia formación complementaria (idiomas, máster, experiencias en el extranjero, habilidades culturales y deportivas, liderazgo, redes de contactos y recomendaciones…), que generalmente están al alcance de las familias con mayor capital social y cultural.  

Son diversos los autores que afirman que la educación universitaria ha dejado de funcionar como un ascensor social

Señala el informe sobre La Contribución Socioeconómica del Sistema Universitario Español de CRUE que los universitarios viven más años, tienen más ingresos o participan más en la vida política. ¿Replica la desigualdad la universidad actualmente? 

Como bien desarrolla el informe de la CRUE son numerosos los efectos positivos que tiene la educación universitaria en el desarrollo personal de los individuos. Aunque como hemos visto en los apartados anteriores puede que estos efectos sean cada vez menos importantes a nivel económico, el informe muestra que los niveles de participación política, cultural y cívico-social son más intensos entre universitarios/as. Esto se debe a que la universidad es un espacio de intercambio mutuo constante, lo que incrementa el capital social y cultural de los jóvenes y, por ende, su crecimiento personal.

Especialmente, en el ámbito de la universidad pública el estudiante es más autónomo y corresponsable de su proceso formativo, de manera que desarrolla un espíritu crítico en función de derechos, lo que le convierte en un actor – sujeto más activo no como cliente que reivindica un servicio, sino como actor vital del sistema universitario en las diferentes etapas y procesos políticos y burocráticos. 

Facultad de Políticas UCM, Madrid AGHM

En cuanto a los ingresos, es interesante un dato del reciente informe de la Fundación CYD (2021- 2022), que señala que “En promedio, la prima salarial de los graduados superiores españoles en 2019 era inferior a la de la OCDE. Sin embargo, desagregando por categoría, la prima salarial de los graduados españoles que poseían estudios de máster/doctorado superaba a la del conjunto de los 22 países que pertenecen a la vez a la UE y la OCDE”.

Por lo tanto, en España a más nivel educativo más capacidad de generar ingresos, de ahí para evitar la reproducción de la desigualdad el esfuerzo de acompañamiento y apoyo en la inversión educativo de las personas más vulnerables debe continuar realizándose en el nivel de estudios de posgrado y máster, lo que requiere de un esfuerzo presupuestario mayor. 

los niveles de participación política, cultural y cívico-social son más intensos entre universitarios/as; su desarrollo personal es más satisfactorio

¿Permiten los criterios actuales de acceso a las universidades públicas tener sensibilidad frente a los colectivos menos favorecidos?

Acceder a la universidad en la actualidad es, sin duda, mucho más sencillo en la actualidad que en los años 80/90 gracias, entre otras cosas, al proceso de democratización de la educación superior. No obstante, aún siguen existiendo preocupantes obstáculos. 

El examen de acceso a la Universidad (EvAU) sigue siendo un examen que iguala a los estudiantes que provienen de centros públicos, privados y concertados, independientemente de cada contexto social. Todos tienen que realizar el mismo examen y someterse a los mismos procedimientos. Es una prueba de madurez. Año tras año, nos sorprenden la capacidad de centros públicos de distritos periféricos de los municipios madrileños de conseguir que sus estudiantes obtengan estupendas calificaciones comparables a otras en barrios y dotaciones materiales, en principio más adecuadas. 

Pero a su vez, somos conscientes de que por ley no podemos garantizar cupos especiales para, por ejemplo, estudiantes provenientes de centros públicos con situaciones de alta vulnerabilidad que no podrían acceder a la universidad en otras comunidades autónomas o en centros privados.

Por ello, como he señalado antes, debemos innovar en el fomento de las vocaciones universitarias desde la secundaria y el apoyo para mejorar sus procesos formativos, con programas complementarios que garanticen una calidad educativa para todos y todas, y generar convenios con instituciones sociales y organismos del tercer sector que nos permitan asumir exenciones de pago en algunos casos y trayectorias. Las universidades tenemos margen para invertir y generar una sociedad más igualitaria y menos polarizada, en resumen más democrática.

Las universidades tenemos margen para invertir y generar una sociedad más igualitaria y menos polarizada, en resumen más democrática

¿Qué se hace desde la llamada educación superior para integrar su actividad con las demás etapas educativas? 

Existen ejemplos exitosos de fomento de las vocaciones STEM entre las estudiantes preuniversitarias, experiencias de aprendizaje servicio en centros de secundaria, campamentos de vocaciones científicas para colectivos desfavorecidos (Lamarr de vocaciones – UCM Tribuna Complutense (ucm.es)), acuerdos con centros de secundaria para el uso de recursos bibliográficos y laboratorios universitarios especialmente para programas formativos como el Bachillerato internacional o de investigación. También, desarrollo de actividades colaborativas con centros de secundaria como los equipos IGEM para los concursos internacionales de biología sintética v los hackatones o concursos de olimpiadas científicas. En resumen, acercar la universidad y desarrollar las vocaciones científicas y progresivamente hacer ciencia ciudadana. 

el primer problema de la meritocracia es que las oportunidades, en realidad, no son iguales para todos

Michael Sandel

Las universidades de Harvard y Yale anunciaron el pasado 16 de noviembre en The Wall Street Journal que retirarían sus facultades de Derecho de las clasificaciones del US News & World Report por su carácter clasista. ¿El relato meritocrático aleja cada vez más a las universidades de la sociedad? 

La meritocracia parte de una premisa falsa. Tal como afirmaba Michael Sandel (profesor de Derecho de la Universidad de Harvard) en una entrevista para la BBC, «el primer problema de la meritocracia es que las oportunidades, en realidad, no son iguales para todos», y que también explica el investigador Cesar Rendueles, en su libro “Contra la igualdad de oportunidades”.

Es más, creo que los rankings, los premios, los incentivos y la autopromoción individual están demasiados representados en la universidad, y ocultan el trabajo serio y riguroso de muchos investigadores y docentes que hacen su trabajo y su servicio público sin necesitar el reconocimiento “oficial”, con mucha mayor creatividad, innovación real y trabajo colaborativo.

Lo que una vez pudo ser un incentivo positivo se convierte en un elemento de distorsión para conseguir fondos, fomentar la “difusión adulterada” de la ciencia. Esperemos que los índices y rankings incluyan progresivamente indicadores más complejos y cualitativos, incluyendo otros elementos importantes para clasificar las universidades, como su capacidad de influir en la sociedad cercana, generar sociedades más inclusivas, y colaborativas en lugar de competitivas. 

Acceso a segunda parte de la entrevista


Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.