En el panorama educativo actual, la formación de docentes emerge como un punto de reflexión crítico y esencial para garantizar la calidad y equidad en el acceso a la enseñanza.
En esta entrada de ESdiES formulamos una pregunta, «¿Qué aspectos consideras que son los principales sobre los que se debería trabajar para mejorar la formación inicial de la docencia?», sobre la que dialogan tres decanos de facultades de educación en universidades españolas: Miquel F. Oliver Trobat, Universitat de les Illes Balears, Jesús Manso, Universidad Autónoma de Madrid, y Marta Bertran Tarrés, Universitat Autònoma de Barcelona.
Marta Bertran Tarrés:
Diferentes cuestiones deberían abordarse. Por un lado, parece necesario volver a preguntarnos qué tipo de docente necesita la sociedad diversa socioculturalmente y desigual en la que vivimos. Por otro lado, el número de personas y progenitores con titulaciones universitarias incrementa, por lo que los contextos familiares y socializadores de los estudiantes parecen polarizarse. Los cambios sociales derivados del uso de las tecnologías, y de las relaciones entre iguales suponen retos constantes en las formas de aprender. Los saberes, las competencias y habilidades de los y las docentes deben partir de una base de conocimiento y poder transferirse a las realidades múltiples existentes.
En primer lugar, como ya se ha mencionado, debería planificarse las necesidades docentes del sistema a medio plazo y ajustar la oferta a estas necesidades.
En segundo lugar, la administración debería contemplar la inversión necesaria y adecuada en formación docente como una inversión a largo plazo. Proveer de las mejores pruebas de acceso a los estudios y garantizar la selección de alumnado, así como de plantillas de docentes de la universidad estables y calificadas que permitan mantener e incrementar la calidad formativa y de investigación del personal docente y de investigación.
En tercer lugar, es necesario revisar los planes de estudio y desarrollar un modelo formativo equilibrado y totalmente complementario de conocimiento y prácticas en colaboración con centros de referencia del territorio. Incorporar las competencias digitales docentes así como de investigación educativa para poder asegurar la evaluación y mejora de propia práctica. Asegurar la equidad en la formación una vez se ha accedido a los estudios.
parece necesario preguntarnos qué tipo de docente necesita la sociedad diversa socioculturalmente y desigual en la que vivimos
En cuarto lugar, es necesario tener como objetivo la revalorización de los profesionales de la educación como referentes culturales, como personas que están preparadas para comprender el mundo y para afrontar los retos que presenta la sociedad a través de un ejercicio ético de su profesión.
Jesús Manso:
Hasta este momento creo que he puesto mucho peso sobre la administración educativa pero a este respecto considero que debemos mirarnos dentro de las facultades de Ciencias de la Educación. Antes de profundizar en ello, sí que pondría de relieve la importancia de que las universidades (y la propia CRUE) trabajen para reducir, por un lado, el elevado número de estudiantes por grupo y, por otra parte, el porcentaje de profesorado asociado.
Es una demanda común de las facultades de Ciencias de la Educación de las universidades públicas heredada del Proceso de Bolonia hace ya casi 15 años al pasar, a coste cero, de tres años de diplomaturas de magisterio a cuatro años de los actuales grados, más la implementación de un año más del Máster de Secundaria.
En nuestra facultad estamos poniendo mucho esfuerzo en avanzar en esta línea porque es lo que permite que las condiciones del profesorado sean similares a las de otras facultades y mejore, no solo la docencia, sino también la investigación en el ámbito de las Ciencias de la Educación. En otros ámbitos, la investigación proviene también de otros espacios distintos a la universidad pero en el nuestro depende mucho de nuestras facultades y, por tanto, tenemos que tener plantillas suficientes y estables que favorezcan las condiciones para aumentar y mejorar la investigación educativa, básica y aplicada. Esta es una aportación de nuestros centros hacia la sociedad, en general, y el sistema educativo, en particular, que considero imprescindible.
pondría de relieve la importancia de que las universidades (y la propia CRUE) trabajen para reducir, por un lado, el elevado número de estudiantes por grupo y, por otra parte, el porcentaje de profesorado asociado.
En la parte de docencia, el trabajo fundamental que debe hacerse creo que es de coordinación entre docentes, asignaturas y áreas. El trabajo de comisiones de coordinación horizontales y verticales y la generación de proyectos de innovación que requieran trabajo conjunto entre diversos profesores e incluya al estudiantado (estamos también consiguiendo aumentar la participación de estos, más allá de lo que ocurre en las aulas) es una medida que contribuye a mejorar la calidad de nuestras titulaciones.
Y también en la Facultad de Formación de Profesorado y Educación estamos trabajando en mejorar el Practicum como asignatura que integrada en el conjunto del plan de estudios contribuye a desplegar en escenarios de realidad las competencias que progresivamente los estudiantes van adquiriendo. La generación de profesionales reflexivos me parece una de las mejores herencias que podemos dejar a nuestro alumnado. Futuros docentes que, con base en teorías sólidas, construyen progresivamente un criterio pedagógico que les permite actuar adecuándose a los diferentes contextos educativos a los que se tendrán que enfrentar.
Miquel F. Oliver Trobat:
Entre las reformas que se han demostrado más efectivas destacaría las siguientes: establecer medidas para la revalorización de la profesión docente; crear programas de atracción de alumnado motivado y pre-competente a la formación inicial; establecer pruebas de admisión a todas los grados y másteres habilitadores para ejercer la docencia; dar un enfoque competencial a la formación y vincular la formación académica al conocimiento práctico de los centros educativos; dedicar más tiempo a las prácticas en los centros y formar a todos los tutores (de la Universidad y de los centros educativos) en procesos de práctica reflexiva y de acompañamiento constructivo; incorporar a los docentes en activo como docentes universitarios mediante figuras de profesor vinculado; formar a los futuros docentes en investigación educativa y mejorar la coordinación del equipo docente pasando de procesos de enseñanza-aprendizaje fragmentarios a procesos holísticos.
El proyecto de transformación de nuestra Facultad contempla un conjunto de medidas interrelacionadas, planificadas y desarrolladas desde una visión holística y global.
Entre las reformas más efectivas destacaría las siguientes: establecer medidas para la revalorización de la profesión docente; crear programas de atracción de alumnado motivado y pre-competente a la formación inicial, etc.
Es importante destacar que el proyecto de transformación vino precedido por una serie de estudios colaborativos, con la participación de 170 profesores de la Facultad y colaboradores externos, centrados, por una parte, en analizar el estado de la cuestión de la formación del profesorado, tanto a nivel internacional como local, y por otra parte, en determinar aquellas medidas que se deberían poner en marcha para mejorar la formación. Así se plantearon, valoraron y priorizaron un total de 84 propuestas de transformación. Aquellas medidas consensuadas como prioritarias son las que se han puesto en marcha, ocho de las cuales consideramos clave:
1. Elaboración del Proyecto de transformación de los estudios de Maestro.
2. Creación de la red de centros colaboradores para impulsar la relación, colaboración y trabajo compartido entre los centros educativos y la Universidad.
3. Realización de pruebas de admisión en los estudios de maestro. Incluyen una fase cognitiva y una mixta: cognitiva y no cognitiva, con el objetivo de garantizar un nivel suficiente de competencias iniciales e incrementar el aspecto vocacional.
4. Transformación de las prácticas. Se han rediseñado para ayudar al alumnado a convertirse en competente, a tener conciencia de las dificultades y carencias que surgen en la práctica y a evaluar de forma consciente su propio proceso de aprendizaje y de implicación.
5. Formación específica de las personas que ejercen la función de tutoras de prácticas de los centros educativos y de la Universidad.
6. Transformar las programaciones ‘fragmentarias’ de las asignaturas en una programación ‘holística, integradora y colaborativa’. En estos momentos se está experimentando en todos los cursos de primero.
7. Crear la Comisión de Igualdad y Sostenibilidad.. Ha elaborado el “I Plan de sostenibilidad, igualdad y equidad (2021-2024)”.
8. Mejora de los espacios de aprendizaje. Se han creado espacios amplios, abiertos y flexibles para adaptarlos a la innovación pedagógica iniciada. En todos los casos (aulas y espacios comunes) se ha priorizado el diseño funcional y ergonómico, para que los entornos de aprendizaje lleguen a ser verdaderos espacios inteligentes, eficientes y útiles.