En esta segunda parte de la entrevista al profesor José María Sanz, exrector de la Universidad Autónoma de Madrid, indagamos en el modelo de universidad que requieren las sociedades actuales en constante evolución. «Si la universidad abandona o relaja la defensa de los valores democráticos terminará perdiendo el valor social e incluso el reconocimiento a sus contribuciones sociales y seguramente su propia autonomía»
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En el reciente libro blanco del MIT “Ideas para diseñar una nueva institución educativa asequible», se propone que la docencia suponga el 80% de la dedicación del profesorado universitario. ¿Estamos en la era post COVID ante un cambio de paradigma para la universidad?
Independientemente de las propuestas recogidas en el libro mencionado, que no deja de ser un modelo más, lo que sí está claramente en proceso de revisión es la carrera académica en toda su amplitud.
A nivel europeo existe un claro movimiento para reclamar que la carrera académica incluya el reconocimiento y el apoyo a todas las misiones universitarias (docencia, investigación, innovación y servicio a la sociedad).
El documento elaborado en noviembre de 2019 por diferentes instituciones públicas de los Países Bajos relacionadas con la educación y la financiación de la investigación bajo el título “Room for everyone´s talents: towards a new balance in the recognition and rewards of academics” constituye uno de los documentos de referencia para promover la diversificación de la carrera académica, reconociendo y fomentando la excelencia en todos los ámbitos (docencia, investigación, asistencia, emprendimiento, innovación, etc.), creando así una variedad de trayectorias para científicos y académicos que se alineen con su talento y capacidades y con posibilidad de promocionar profesionalmente mediante procesos de evaluación y reconocimiento específicos.
El documento pone de manifiesto que las prácticas actuales de evaluación de la carrera académica priorizan en exceso la actividad investigadora y no se corresponden con la multiplicidad de misiones y objetivos de la universidad y de la propia profesión.
En este mismo sentido, la propia Comisión Europea también reclama un sistema de evaluación de la carrera académica referido a la evaluación de la calidad de las diferentes actividades y el desarrollo profesional de diferentes perfiles.
Aunque el debate se ha iniciado con la evaluación de la carrera investigadora, incluyendo la paridad en la valoración de docencia e investigación y el reconocimiento de la docencia como actividad académica y profesional, el debate y las propuestas se han ampliado para incluir incentivos y reconocimiento a todas las actividades académicas relacionadas con las misiones de la universidad y fomentando la diferenciación de perfiles académicos.
De esta forma, los científicos y académicos podrán elegir la trayectoria que mejor se ajuste a sus capacidades y talento y desarrollarse profesionalmente en roles menos investigadores, como las pedagogías innovadoras o emprendedoras, sostenibilidad, educación a lo largo de la vida y microcredenciales, etc.
Cada vez hablamos más de la plataformización o de la uberización de la universidad. ¿Puede una plataforma ser una Universidad?
Obviamente, una plataforma no puede ser una universidad aunque las plataformas pueden ser herramientas educativas muy potentes en el marco de una universidad real. Parece claro que la digitalización y las tecnologías digitales continuarán desarrollándose a gran velocidad e integrándose en el proceso educativo a todos los niveles pero, en cualquier caso, la presencia física y la experiencia en el campus y en el entorno educativo continuará siendo un elemento esencial de la educación ofertada por la mayoría de las universidades.
En efecto, tras la experiencia del Covid-19 se ha recuperado la experiencia real en una comunidad en la que se comparten no solo conocimiento, sino objetivos, servicios, afectos, etc. Aunque la plataforma ofrece grandes posibilidades en ciertos momentos y circunstancias (p.ej. formación continua), está claro que la educación es mucho más que la adquisición de conocimientos y habilidades, y el entorno educativo tiene que permitir, fomentar y cuidar el desarrollo de profesionales y ciudadanos sociables, creativos y críticos, activos y responsables social y democráticamente
En el futuro, las universidades serán híbridas y ofrecerán diferentes espacios de aprendizaje flexibles y adaptados de forma comprehensiva para atender y acomodar una demanda y oferta educativa de y para una comunidad universitaria muy diversa.
En los últimos meses ha sido un tema recurrente en las grandes revistas científicas como Science o Nature la precarización de los investigadores y la pérdida de atractivo de la academia para los jóvenes con talento. ¿Qué está fallando en los distintos sistemas universitarios?
El deterioro de las condiciones en que se están desarrollando en la actualidad tanto la carrera académica como investigadora es muy evidente y, en gran parte, consecuencia de la presión que ejerce un entorno muy exigente y una financiación cada vez más escasa y competitiva que incrementan la precarización y afectan muy negativamente a las condiciones en que se desarrolla la actividad investigadora y académica en general.
En este sentido, las alarmas están encendidas y, al menos en Europa, han dado lugar a varias propuestas tendentes a cuidar las condiciones en que se desarrolla una actividad tan exigente y competitiva como la académica o investigadora.
En concreto, el “European framework for attractive and sustainable careers in higher education” es una propuesta de la Comisión europea surgida de las recomendaciones y conclusiones del Council de la UE, en el marco del desarrollo del nuevo espacio europeo de investigación y el pacto por la investigación y la innovación en Europa. El marco focaliza la atención sobre los jóvenes investigadores que en un marco de crisis continuada se enfrentan a una excesiva precariedad, en especial al inicio de sus carreras.
Si el objetivo es fomentar la actividad investigadora y atraer y retener jóvenes talentos, está claro que deberemos ofrecer carreras investigadoras más atractivas y con mejores condiciones para su desarrollo.
La Comisión europea propone revisar de forma exhaustiva no solo los procesos de evaluación y los incentivos, sino las condiciones de trabajo (mayor estabilidad, mejores niveles de protección social y de salud mental, equilibrio razonable entre vida familiar, ocio y trabajo, etc.) en un entorno saludable y bien equipado, así como la mejora de la gobernanza y servicios de Euraxess con una nueva versión del “Charter and Code” para investigadores.
Además se recomienda a los gobiernos de los estados miembros que alineen adecuadamente los comportamientos, valores, actitudes y normas de las instituciones y comunidades investigadoras a nivel nacional y eviten una excesiva presión sobre el sistema de investigación por la escasez de financiación, pues afecta muy negativamente al desarrollo de las carreras científicas.
En “La tiranía del mérito: ¿Qué ha sido del bien común?”, Michael J. Sandel recoge que 60% de los votantes republicanos en EEUU desconfían de la Universidad. En paralelo, el informe “Free to Think” de Scholars at Risk (SAR) recoge el incremento de los ataques a la libertad académica, incluso en países como EEUU. ¿Está en peligro la Universidad como la hemos entendido?
Está claro que desde nuestro concepto de universidad, su funcionamiento pleno sólo es posible en entornos y sociedades plurales y democráticas, lejos de fundamentalismos y autoritarismos. Sin embargo, parece que, incluso en sociedades democráticas, la radicalización de la propia sociedad y la difusión de información falsa puede ejercer tal nivel de presión sobre los sistemas políticos que se llega a cuestionar valores tan enraizados socialmente como la libertad de expresión o la libertad académica y autonomía universitaria, y que constituyen los fundamentos de cualquier entorno científico y de progreso social.
La difusión de información falsa y las evidencias prefabricadas tratan de debilitar la evidencia, dificultar los debates sociales y políticos y generar dudas sobre el papel y los valores de la universidad y de la propia sociedad democrática.
En mi opinión, las universidades deben reforzar su papel de agente transformador de la sociedad a través de sus muchas contribuciones a la sociedad (sociales, económicas, culturales, …) y defender firmemente los valores académicos y los valores y principios de la sociedad plural y democrática. Si la universidad abandona o relaja esta defensa de los valores democráticos terminará perdiendo el valor social e incluso el reconocimiento a sus contribuciones sociales y seguramente su propia autonomía.
¿Qué pasos habría que dar desde España y la UE para consolidar un sistema universitario iberoamericano?
La iniciativa de crear un Espacio Común de Educación Superior América Latina y Caribe-Unión Europea impulsada por la Conferencia Ministerial UE-ALC de Educación Superior forma parte del diálogo político entre la UE y América Latina y el establecimiento de la Asociación Estratégica Birregional CELAC-UE tratando de aprovechar la experiencia del proceso de creación del EEES y con vistas a identificar los retos y posibles soluciones en un marco de crisis y dinámica de Globalización.
Realmente existe ya una “Hoja de ruta estratégica 2021-2023″ para la aplicación del plan de acción conjunta de la Comunidad de Estados CELAC-UE centrada en ciencia, tecnología e innovación de cara a un espacio común de investigación UE-CELAC. En este marco se han ido tomando diversas resoluciones y puesto en marcha algunos programas, pero, en general y todavía, de poca relevancia a nivel institucional y de universidades.
En cualquier caso, la experiencia europea con los espacios comunes de investigación y de educación superior debería servir de buena práctica. Los retos son múltiples y diversos y requieren, previamente, de un claro compromiso de los estados miembros en cuanto a su financiación, aspectos estructurales de cara a una menor regulación a nivel nacional, aspectos estratégicos y geopolíticos, reconocer el valor de la movilidad y las alianzas transnacionales en la mejora de la calidad de la educación superior, coordinación y eficiencia, etc.
Los grupos de trabajo, los workshops, y los debates abiertos sobre aspectos concretos que están previstos en la ruta estratégica 2021-23 son quizás, los mejores instrumentos para ir incorporando voluntades al proyecto común y empezar a observar efectos significativos.
En cualquier caso, no hay que olvidar, que la creación de un espacio regional de educación superior en América latina y el Caribe cuenta con diversas estrategias (p.ej. UE-ALC, el Espacio Iberoamericano del Conocimiento de la Organización de Estados Americanos (OEI), proyectos apoyados por el Banco Interamericano de Desarrollo, IELSAC-UNESCO, en el marco de Mercosur o de NAFTA, etc.) con múltiples intereses geoestratégicos y económicos.
En mi opinión, la heterogeneidad de los modelos tanto a nivel institucional como a nivel de diseños, estructuras, acreditaciones, etc, añadida a cierta diversidad de propuestas y proyectos dificulta el desarrollo y genera cierta confusión, dudas y conflicto de intereses sobre las ventajas para cada uno de los sistemas.
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