Entrevistamos a siete expertas iberoamericanas que, desde su perspectiva urbanística, arquitectónica y/o pedagógica, nos dan su opinión respecto a una pregunta tan presente como ignorada en la vida académica, ¿El espacio universitario actual educa?. En la complejidad de la gestión universitaria es urgente dar la relevancia que tiene al hecho de que el espacio no es sólo un continente de la educación, es un contenido esencial. Aprendemos con los espacios, como nos interpelan las profesoras participantes en este artículo.
COORD. SANTIAGO ATRIO
Mar Martínez García; «El espacio no es sólo un continente, es un contenido de la educación»
Es inevitable que el espacio eduque, sobre todo si lo concebimos no solo como continente sino como contenido, como la red de procesos, significados y relaciones que se construyen y reconstruyen en él. Otra cuestión es cómo y hacia dónde educa. Por eso es tan importante y urgente reflexionar sobre este tema en nuestro contexto universitario.
En mi caso, que me dedico a la formación de futuros educadores y educadoras, la preocupación y responsabilidad es doble porque, además de la influencia actual en su proceso de formación como estudiantes, está la influencia que tendrá en las concepciones sobre su propia futura práctica educativa.
La realidad es que los espacios universitarios predominantes en las facultades de Educación rezuman incoherencia con lo que proponemos en sus aulas. Hablamos de la necesidad de la innovación educativa, de trabajar con metodologías activas con sus futuros alumnos y alumnas, de ir hacia una escuela más abierta, flexible y dinámica, pero nosotros, paradójicamente, lo hacemos desde espacios, aulas, mobiliario, tiempos y asignaturas fragmentados, rígidos y compartimentados que contradicen sustancialmente lo que proponemos.
Y no nos engañemos, al final no influye tanto lo que decimos sino el cómo y desde dónde lo decimos; lo que llega realmente es la coherencia y la significatividad. Y en esos ¨cómo” y “dónde” entra sin duda esa dimensión física, funcional, temporal y relacional de los espacios en los que esos procesos de enseñanza-aprendizaje ocurren.
El reto está ahí. Y urge que lo afrontemos…
Dra. en Educación. Profesora CES Don Bosco, Madrid. Centro Adscrito a la UCM. Área de Psicología de la educación. Madrid, España.
Paula Cardellino; «El espacio físico puede ser considerado como el tercer educador»
Estos últimos años se caracterizan por cambios profundos en educación en todos los niveles marcados por políticas de mejoramiento a nivel regional y mundial. El espacio físico es partícipe activo del proyecto pedagógico y agente de formación; juega un papel central en la creación de ambientes que contribuyen a consolidar cambios en las formas de enseñanza y aprendizaje. El espacio físico puede ser considerado como el tercer educador.
El espacio universitario existente y actual tiende a centrarse en un modelo educativo tradicional donde la tipología estándar es el salón de clase convencional. Esta disposición refuerza la idea de que los estudiantes son todos iguales y por lo tanto aprenden de la misma forma. Sin embargo, las nuevas tendencias pedagógicas indican la necesidad de transformar estas aulas en espacios de configuración flexible y abierto.
Las aulas ágiles y los espacios taller, por ejemplo, estimulan la creatividad y despiertan la motivación. El aprendizaje basado en actividades participativas y en la solución de problemas fomentan el trabajo creativo y motivan a los estudiantes. Con mobiliario y cerramientos transformables, fomentan el desarrollo de las habilidades blandas, altamente atractivas en el campo laboral.
Con todo este potencial, solo hace falta hacerlo realidad
Dra. en Arquitectura y Urbanismo, Arquitecta. Docente Investigadora de la Facultad de Arquitectura, Universidad ORT Uruguay, Montevideo, Uruguay. Investigadora Activa del Sistema Nacional de Investigadores, Agencia Nacional de Investigación e innovación (ANII),
María Guillem González-Blanch; «En definitiva, educamos con el ejemplo… ¿Y nuestros espacios?»
Sí, el espacio educa, pero… ¿Qué enseña? Se puede intentar transmitir con palabras que buscamos un mundo accesible para todos, pero… ¿Y si tu escuela o facultad no lo es? ¿Qué estás transmitiendo?… Buscamos una universidad abierta y conectada con el mundo y con la ciudad ¿Físicamente hay relación dentro del campus, se asegura y facilita la movilidad del alumnado?… Buscamos formar personas comprometidas en hacer un mundo sostenible ¿La universidad donde habitan tantas horas al día lo es?…
También queremos que el alumnado teja redes de relaciones entre iguales, de las que aprender ¿Hay espacios de trabajo cooperativo disponibles, acogedores y tecnológicamente preparados?… Buscamos alumnos que sean autónomos e investiguen ¿Se hace un esfuerzo por hacer accesibles las bibliotecas tradicionales en un mundo digitalizado?… Queremos formar alumnos con una visión poliédrica del mundo ¿Existen espacios de conexión entre diferentes asignaturas o departamentos? ¿Cómo deberían ser?…
Queremos que el acceso al conocimiento sea libre y democrático ¿Cómo deben ser los espacios de reunión e intercambio para compartir ese conocimiento, abiertos a la participación, seguros, inclusivos, accesibles?… No se pude vivir tantas horas dentro de un búnker ¿Se fomenta la relación con la naturaleza, hay espacios de conexión dentro-fuera? ¿Existen lugares para estar o trabajar al aire libre? ¿Se fomenta la colonización de esos lugares? ¿Existen espacios de descanso y de encuentro?…
Es imprescindible que los ambientes de aprendizaje sean saludables ¿Se cuida la iluminación, la ventilación, la acústica en las aulas?… Queremos aulas versátiles que se adapten a las diferentes maneras que tiene de aprender nuestro alumnado hoy ¿El espacio y mobiliario son coherentes con las diferentes metodologías?… En definitiva, educamos con el ejemplo… ¿Y nuestros espacios?
Dra. Arquitecta. Profesora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y del colegio Marianistas Madrid. España.
Arantxa González Montero; «Me preocupa pensar en las aulas del futuro cuando ni siquiera las aulas actuales se adaptan al presente»
¡Sin lugar a duda, el espacio Educa! como dirían Pablo Campos y Laura Luceño los espacios no son educativamente neutros, están impregnados de factor humano y esto lo dotade emociones. Por eso, como docente de didáctica matemáticas, me preocupa pensar en las aulas del futuro cuando ni siquiera las aulas actuales universitarias se adaptan al presente.
Por ejemplo, el profesorado de didáctica de la matemática tiene todo un reto si quiere generar situaciones de aprendizajes vivos, creativos cuando nuestras aulas siguen siendo una versión 1.0 -aulas con pupitres, tarima y pizarra de tiza- o la versión 2.0 -aulas con sillas de pala aun con tarima y un proyector que enfoca a una pantalla situada por delante de la pizarra de tiza-. Vivimos en disonancia permanente donde se promueve repensar los espacios educativos, la formación virtual y nos olvidamos de que las aulas universitarias y, sobre todo, en la formación inicial de maestros debería primar el presente.
Sin ir más lejos, contaré desde mi experiencia. Imparto la asignatura de matemáticas y su didáctica en dos grupos diferentes. Las aulas son distintas, una con mobiliario fijo y otra con silla con pala. Para el grupo de silla de pala, he solicitado el aula cooperativa, que no siempre me la conceden. El aula solicitada es un aula espaciosa, con mesas hexagonales para poder trabajar en grupo y con los materiales.
La diferencia entre trabajar en el aula con sillas de pala y el aula con mesas hexagonales es abismal. Los alumnos se implican más estando en el aula con mesa hexagonal, pueden trabajar de forma conjunta, el manipular el material en una mesa más grande les ayuda a ver diferencias, entablar más relaciones puesto que el material puede esparcirse mejor y la atención y la implicación es mayor en el grupo.
Si comparo el aula de mobiliario fijo y el aula cooperativa también hay diferencias. Diferencias que tienen que ver con el espacio de trabajo en la mesa, la tensión por no poder girarse a modo de grupo y que les da la sensación de que solo dos estudiantes trabajan y el resto mira. Nos centramos en el aula del futuro, y sin querer, nos olvidamos de las aulas del presente o ¿es que ahora no toca preocuparnos del presente?
Dra. en Educación. Profesora de la Universidad de Extremadura en el área de Didáctica de las Matemáticas. España.
Adriana Hernández Sánchez; «El espacio también educa desde la manera cómo se apropiaron de ella los universitarios, de los movimientos estudiantiles y como se ha transformado a lo largo del tiempo»
El espacio universitario educa no solo porque ahí se imparten las asignaturas para la formación profesional, también por sus antecedentes y características arquitectónicas y constructivas. Los espacios universitarios cerrados y abiertos son contenedores de actividades y experiencias de vida en las aulas, bibliotecas y espacios recreativos.
En el caso de la Facultad de Arquitectura de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en México, los espacios universitarios han educado desde su fundación a finales de los sesenta, con una arquitectura del movimiento moderno representativa de una época y que incluye un edificio emblemático, “La Monja”, ícono de la Ciudad Universitaria.
Educa porque en sus aulas se imparten clases de licenciatura, maestría y doctorado, pero también educa desde el ámbito arquitectónico, urbano e histórico, que refiere a edificios y diseñadores, de la manera cómo se apropiaron de ella los universitarios, de los movimientos estudiantiles y como se ha transformado a lo largo del tiempo. Que renueva sus formas de educación incorporando jardines polinizadores con la ayuda de alumnos, recibiendo colibríes, mariposa y pájaros que contribuyen a mejorar el ecosistema. Educa desde las estrategias de recorridos en bicicleta y a nivel peatonal para la promoción del campus universitario.
Dra. en Espacio Público, Regeneración Urbana y Conservación del Patrimonio . Profesora Investigadora / Facultad de Arquitectura. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. México
Patricia Leandro Reguillo; «La universidad debe estar más conectada con su entorno urbano y social»
La universidad debe evolucionar y estar más conectada con su entorno urbano y social para satisfacer las necesidades y demandas de la sociedad, promoviendo soluciones sostenibles y eficientes, y creando entornos saludables y resilientes. Es entonces cuando se convierte en ejemplo y motor educador de la sociedad.
La universidad no solo ha influido en el pensamiento humano, sino que también ha dado lugar a nuevos conceptos arquitectónicos y urbanos en el aprendizaje. En sus inicios, las universidades occidentales se ubicaban junto a bibliotecas o centros religiosos, integrados en la ciudad y con una arquitectura hermética que reflejaba esta estrecha relación. A partir del siglo XIX, las universidades se modernizaron y democratizaron, y muchas se trasladaron a campus universitarios más alejados de las ciudades, integrados en la naturaleza y con una concepción espacial más abierta y saludable.
Sin embargo, la mayoría de las universidades no han evolucionado para satisfacer las necesidades y demandas de la sociedad y la tecnología, lo que ha llevado a problemas de pedagogía, salud física y mental de los estudiantes y dificultades de movilidad y accesibilidad.
Es necesario un cambio significativo para que la universidad pueda seguir desempeñando su papel de inspiración y catalizador de la sociedad. Debe estar más conectada con su entorno urbano y social, promoviendo el uso de espacios mixtos y soluciones sostenibles y eficientes en transporte y energía.
Creando entornos saludables y resilientes. Es entonces cuando el espacio universitario da ejemplo y educa para generar una sociedad futura mejor.
Architect, Urban Planner, Environmental-Urban Health Consultant MArch, BArch, MPH. actualmente reside en Alemania.
Silvia Martínez Cano; «El hecho de modificar una sola clase genera en el alumnado y en el profesorado unas expectativas diferentes»
Sin duda el espacio educa, también en la universidad. Todos sabemos por nuestra experiencia como estudiantes y como docentes que un mobiliario rígido en las aulas universitarias dificulta en bastante medida el desarrollo de metodologías sostenidas por criterios pedagógicos democráticos. Es difícil abordar dinámicas de participación del alumnado en el aprendizaje del conocimiento específico de una asignatura si las mesas no se mueven o existe un eco ensordecedor que dificulta el diálogo y debate en grupo.
Mi experiencia en la facultad de Educación de la Universidad Complutense, después de pasar por otras dos universidades, es que las reformas que se están realizando en las aulas favorecen la implantación de las premisas pedagógicas de Bolonia de invertir más en procesos de aprendizaje autónomo y democrático de los estudiantes y permite reducir modelos autoritarios de enseñanza.
El cambio de materiales de acabado como suelos de nuevos materiales que frenan el impacto del ruido, la presencia de sillas y mesas móviles, una iluminación más adecuada o la eliminación de la mesa del profesor favorecen la movilidad en el aula y la anima al alumnado a participar más activamente, al tiempo que obliga al docente a crear dinámicas colaborativas en el aula.
La dificultad de estos cambios es el presupuesto del que se puede disponer. Sin embargo, no es necesaria una reforma globaliza, sino que el hecho de modificar una sola clase o espacio (un presupuesto bajo) genera en el alumnado y en el profesorado unas expectativas diferentes que abren la puerta a propuestas pedagógicas alternativas.