La gran renuncia de los post-docs, ¿por qué se nos quedan en el camino?

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Los post-docs son la columna vertebral del sistema de Ciencia. De ellos depende, en muchas ocasiones, el éxito de los grupos de investigación, el mantenimiento de muchas líneas, el control del día a día del trabajo en el laboratorio. Y sin embargo, no somos capaces de establecer un entorno laboral y salarial que permita retenerles en el sistema.

JOSÉ MANUEL TORRALBA


Cuando alguien inicia “una carrera académica”, a través de la realización de una tesis doctoral, normalmente lo hace por lo que podríamos definir como “vocación científica”. No parece que el dinero sea la fuerza motriz que mueva a alguien a hacer un doctorado, aunque si es cierto que en épocas de paro y crisis económica aumentan las vocaciones científicas. Una vez que se entra en la etapa predoctoral, los objetivos son claros. Hay que cualificarse como científico, y durante ese periodo se desarrollan muchas habilidades que permitirán al futuro doctor desarrollar una investigación con autonomía y solvencia.

Pero la carrera científica, se apuntala cuando el doctor se consolida en el sistema, y eso le permite la creación de líneas propias de investigación, grupo estable de investigación, liderazgo, etc. Entre esa etapa predoctoral y la consolidación en el sistema, se encuentra la llamada etapa post-doctoral, donde el principal objetivo ya no es hacer ciencia de una u otra manera.

El principal objetivo se convierte en la búsqueda de la estabilidad. Lo que en el mundo anglosajón se llama “tenure”. Y ese camino que conduce a la estabilidad el “tenure track”. Si el periodo predoctoral “forja” nuestra manera de hacer ciencia, imponiéndonos un estilo y una manera de hacer las cosas muy vinculadas a cómo se hacen en el grupo donde hacemos la tesis, el periodo post-doctoral puede convertirnos en un buen científico o en un funcionario de la ciencia y, en muchas ocasiones, nos expulsa de la carrera científica.

en cinco años el sector de la educación superior perderá entre la mitad y dos tercios de su fuerza laboral académica debido a la jubilación, el agotamiento profesional o la insatisfacción laboral

De eso trata el artículo aparecido en Nature  el  2 de Junio de este año firmado por Virginia Gewin. Cada vez son más los post-docs que abandonan la carrera científica. Las causas que se esgrimen en este trabajo de Nature son, principalmente, el descontento con los sistemas de gestión (burocracia) y la consiguiente excesiva carga administrativa, la hiper competitividad para la captación de fondos, la enorme diferencia salarial en comparación con posiciones equivalentes en la industria y la aun existente discriminación por razones de sexo o raza.

Otro interesante trabajo publicado en 2018 sobre el “éxodo desde la academia”, enfatiza en el hecho de que, en los 5 años posteriores al estudio, el sector de la educación superior perderá entre la mitad y dos tercios de su fuerza laboral académica debido a la jubilación, el agotamiento profesional o la insatisfacción laboral. Este estudio encuestó a más de 100 académicos en activo en Australia, América del Norte y el Reino Unido para determinar sus aspiraciones de permanecer en la academia o dejarla. El estudio encontró que el desarrollo profesional y el apoyo profesional disponible para los académicos jugaron un papel importante en su satisfacción profesional.

Estos estudios y trabajos publicados, refuerzan los resultados de la macro-encuesta, también realizada por Nature sobre “Satisfacción en ciencia”, que refleja altos niveles de insatisfacción de los científicos en cinco aspectos: salario (especialmente si se compara con la industria), inseguridad en la carrera profesional, dificultad de combinar carrera profesional y vida personal, y ambientes de trabajo poco saludables (vinculado a situaciones de estrés, pero también de acoso y/o discriminación) que conducen a problemas de salud mental. Del total del colectivo académico, el sector que más sufre todas estas insatisfacciones, es el de los post-doctorales, lo que conduce al nicho superior de abandonos de la carrera.

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Si esta situación es dramática en el mundo anglosajón, donde principalmente se centran los estudios hasta ahora mencionados, la situación en España es mucho más dramática, esencialmente porque todos los factores que afectan a la desbandada, en España están mucho más acentuados. Hagamos a continuación algunas reflexiones sobre las 4 principales causas del éxodo:

Laboratorios saludables

Pese a lo que se pueda pensar del ambiente de trabajo en un mundo, el académico, donde se debiera presumir de “libre pensamiento”, “imaginación”, “creatividad”,… la realidad es que es un ambiente, en muchos casos, nocivo y tóxico que puede conducir  a graves problemas psíquicos. Ambientes donde además se pueden dar con facilidad casos de “mobbing”, acoso, excesiva presión de trabajo, falta de conciliación, … La mayoría de los científicos aman lo que hacen, pero los crecientes niveles de estrés han dejado la satisfacción laboral en un punto bajo. Esto, junto a esos ambientes tan poco saludables desde el punto de vista laboral, conducen a altas tasas de abandono.

De esto y de cómo crear ambientes saludables “en el laboratorio”, habla Fernando Maestre en sus dos conocidos trabajos. Estos ambientes poco saludables, de alto estrés, inciden especialmente en el colectivo de post-docs, faltos de la estabilidad que también adolecen los contratados predoctorales, pero con responsabilidades que a veces debieran corresponder a personal permanente estabilizado.

Pese a lo que se pueda pensar del ambiente de trabajo en un mundo, el académico, donde se debiera presumir de “libre pensamiento”, “imaginación”, “creatividad”,… la realidad es que es un ambiente, en muchos casos, nocivo y tóxico que puede conducir  a graves problemas psíquicos

Burocracia exacerbada

En general en el ámbito académico la burocracia, en comparación con el mundo industrial, es muy superior, especialmente en el ámbito público donde existen unas normas de control más rigurosas. Esto, que es así en todo el mundo, en España llega a límites que rozan lo esperpéntico.

Empezando por los trámites que hay que realizar para atraer talento, pasando por las normas de control económico y acabando con la arterioesclerosis de la gestión del sistema, todo en su conjunto hace que hacer ciencia en España precise de una inversión en tiempo, en tareas de gestión, que puede desesperar al científico más tranquilo. Esta burocracia recae sobre todos los actores del sistema, pero de manera muy certera en los post-docs, que ven como su precioso tiempo se disuelve en la procelosa red administrativa sin posibilidad de recuperación.

hacer ciencia en España precise de una inversión en tiempo, en tareas de gestión, que puede desesperar al científico más tranquilo

Expectativas en la carrera profesional

En los países avanzados en ciencia, una vez finalizado el periodo pre-doctoral, el recién formado doctor tiene, desde el principio, importantes opciones de empleo, fuera de la academia, tanto en la administración pública (donde se valora el título de doctor), como en la empresa privada. En España, ni la administración pública (ser doctor no cuenta en ninguna oposición de acceso al sistema público) ni las empresas, en general, valoran el título de doctor. Ello avoca a que la principal salida del doctor sea la vía académica.

En esos países avanzados, el mundo académico se suele regir por la meritocracia, con unas reglas muy claras de cómo progresar. Normalmente cualquier aspirante a una posición en “tenure-track” conoce esas normas y puede valorar sus expectativas. Y una vez en un proceso de “tenure-track”, el tiempo necesario para alcanzar la posición “tenure” puede variar entre 6 y 10 años, con unos itinerarios bastante claros.

En España, los itinerarios no solo no están claros, sino que un post-doc que fundamente su carrera académica en los méritos que previsiblemente se esperan de él (publicar, atraer fondos, supervisar estudiantes,…) y que hubieran pasado una evaluación positiva en un “tenure-track” internacional, nunca tendrá la seguridad de alcanzar una posición en el sistema.

Existen muchos otros factores que entran en juego en la ecuación (como, por ejemplo, la endogamia), que hacen que el itinerario hacia la estabilidad sea siempre incierto. En un reciente estudio elaborado en el CSIC, se informa de que la edad media de estabilización a través de concursos de acceso libre en el CSIC, es de 43 años para las mujeres y de 44 años para los hombres. Se podrían extrapolar los datos a la estabilización en el mundo universitario. Estas cifras lo dicen todo.

En España un post-doc que hubieran pasado una evaluación positiva en un “tenure-track” internacional, nunca tendrá la seguridad de alcanzar una posición en el sistema

Desfase salarial

Que existe una gran diferencia entre los salarios que se pagan en la industria y en la academia es algo sabido y contrastado. Si además consideramos que los salarios en el ámbito académico español son escandalosamente inferiores a los de los países de nuestro entorno económico en Europa, esa brecha con la industria, en España, es muy superior.

Para entender estas diferencias salariales con Europa, podemos adentrarnos en el convenio colectivo recién publicado en Holanda respecto a los salarios en el ámbito universitario, donde pueden verse salarios para contratos predoctorales equivalentes a los que tenemos en España para post-docs seniors y un catedrático puede duplicar el salario de la media española. 

La situación respecto a países como Suiza, Suecia, Alemania o Dinamarca, es aun más descompensada. Estas diferencias son sangrantes en todas las escalas de la carrera académica en España, pero mientras un contratado predoctoral tiene el objetivo de realizar una tesis, y el personal estable la capacidad de desarrollar una carrera, el post-doc se encuentra en un territorio de zozobra donde este factor, además, ahonda en su posible insatisfacción. Por supuesto, si en España tuviéramos una inversión en Ciencia equivalente a la de los países mencionados este factor se aliviaría algo.

Si volvemos a la pregunta que encabeza estas reflexiones “¿por qué se nos quedan en el camino?”, pienso que la respuesta es clara: no les ofrecemos un entorno de trabajo saludable (que además es una ciénaga burocrática), no les ofrecemos un itinerario de carrera fiable y transparente y, además, les pagamos mal. Estos factores negativos, que existen en todo el mundo, son mucho más acuciantes en España. 

Los post-docs son la columna vertebral del sistema de Ciencia. De ellos depende, en muchas ocasiones, el éxito de los grupos de investigación, el mantenimiento de muchas líneas, el control del día a día del trabajo en el laboratorio. Y sin embargo, no somos capaces de establecer un entorno laboral y salarial que permita retenerles en el sistema. Evidentemente algo estamos haciendo mal en Ciencia, y no es lo único.


JOSÉ MANUEL TORRALBA, Catedrático de Ciencias de los Materiales de la Universidad Carlos III de Madrid, Director del IMDEA Materiales y Vicepresidente de la COSCE. Ha sido Director General de Universidades e Investigación en la Comunidad de Madrid.

En twitter @torralba59

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