«Anuario SINC 2021» de la FECYT; el año que sentimos la ciencia

El “Anuario SINC. La ciencia es noticia 2021”es una muy buena oportunidad para ver en retrospectiva los grandes temas que han acaparado conversaciones en este año que termina; una foto fija de un año concreto visto con los lentes particulares de la ciencia

JUAN JIMÉNEZ


Muy probablemente usted ya conozca el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC). De todas formas y a modo de cortesía para quien no caiga ahora mismo o no lo tenga en el radar, habría que empezar por decir que es una agencia de noticias pública —de ámbito estatal— especializada en información sobre ciencia, tecnología e innovación en español. Habría que añadir que depende de la Fundación Española para la Ciencia (FECYT) y que se puso en marcha en el año 2008. Solo queda dar un detalle y la foto inicial estaría hecha: la licencia bajo la que se publican las noticias es una licencia libre, en concreto licencia Creative Commons  4.0

Esta es una licencia de las más permisivas, tanto que usted podría hacer uso de la información incluso con fines comerciales, sin más requisito que el de citar la fuente. SINC es verdaderamente ciencia abierta y para todos.

No es baladí este detalle de la ciencia libre, de hecho es el punto importante que voy a nombrar de pasada en este breve artículo pero que tiene muchas implicaciones.

En un mundo en el que hay una visión favorable de la ciencia, reforzada en los últimos tiempos por la necesidad de resolver los problemas de la pandemia que todavía no nos termina de dejar, y en el que gran parte de la ciencia fundamental o básica se financia a cargo de fondos públicos, existe una contradicción aparente en cuanto a cómo se difunden en ocasiones los resultados de las investigaciones. Y esto tiene serias implicaciones, porque cuestiona mecanismos fundamentales de la investigación científica. Existen empresas que no proporcionan los datos necesarios para poder reproducir sus experimentos y la competencia y la falta de financiación ha traído consigo en muchos casos un problema de reproducibilidad de las investigaciones que supone una amenaza a la credibilidad.

la percepción de la ciencia como algo positivo viene mejorando en los últimos años

Contra esta tendencia, existen  iniciativas esperanzadoras, como los movimientos de ciencia abierta y datos abiertos, la ciencia ciudadana o los modelos abiertos de innovación. En este artículo de 2017 se hace un pequeño repaso y pienso que profundizar en ellas alargaría demasiado esta publicación. Simplemente quería poner en valor que la Agencia SINC funcione con un modelo de licencias abiertas y pasar a hablar del segundo gran motivo por el que la Agencia aporta valor en el contexto de la comunicación.

“Tómate el zumo de naranja, que se evaporan las vitaminas”.

~ Domicilio anónimo, España, años 80 del siglo XX.

A estas alturas seguramente esté usted en el conocimiento de que esto no es más que un bulo. No alcanzo a comprender cómo es posible que en el listado de grandes conspiraciones internacionales no se haya incluido hace tiempo la historia de las vitaminas que se evaporan como intento a gran escala de ingeniería social, control de masas y no sé qué más cosas destinadas a que usted no remoloneara con el desayuno y se lo acabara pronto, que había que ir al cole (no pongo enlaces a recursos conspiranoicos porque esos recursos tienen la virtud, o la capacidad, mejor dicho, de abrirse paso por sí mismos y terminar llegando a los buzones de entrada de todos nosotros, sea cual sea la herramienta que se utilice para estar en contacto con el mundo, algo que en sí mismo daría para teoría de la conspiración).

Lo de la naranja (1) lo puede usted comprobar leyendo las Recomendaciones de manipulación doméstica de frutas y hortalizas para preservar su valor nutritivo de la Revista Española de nutrición humana y dietética.

A lo que voy. ¿Le contaron lo de la naranja de pequeño? ¿Se lo creyó? ¿Cuánto tiempo estuvo ese conocimiento inexacto instalado en su cabeza? ¿Fue sencillo dejarlo atrás? ¿Le costó a usted dedicar un rato a sacar la idea de la cabeza de alguien, o alguien tuvo que dedicarlo a sacarla de la suya?

Esta idea de las vitaminas de la naranja se extendió entre una generación de personas, fue un ejemplo claro de lo que Dawkins denominó (2) «meme» en su obra El gen egoísta, aunque el uso del término ha modificado su significado y ahora en general todos entendamos por «meme» otra cosa.

La cuestión es que en parte pudo extenderse, esta es mi apuesta,  porque iba envuelta en una capa de «ciencia». No era una cuestión simplemente de «bébete el zumo que viene el coco de los zumos y te lleva», ahí había un argumento científico: las vitaminas, y eso lo cambiaba todo, sobre todo cuando uno ya tenía una edad.

¿Se utiliza la ciencia como proveedora de pieles de cordero para colarnos ideas que en realidad no sostendrían un escrutinio científico serio ni cinco minutos?

En mi opinión, constantemente. Para la venta de productos, como paraguas que ampara ciertas políticas, como argumento que justifica (o pretende justificar) situaciones de exclusión o injusticia social… Recuerden ustedes el darwinismo social, recuerden la frenología, etc.

La ciencia como aliada de la desinformación. ¿Cabe mayor pecado? Es casi una cosa blasfema, una perversión de lo que la ciencia es esencialmente. No todo es blanco o negro, por supuesto, y es muy interesante y les recomiendo ver la presentación del libro que el físico Joaquín Sevilla ha escrito junto con Juan Ignacio Pérez. Un libro sobre los males (o algunos males) que aquejan a nuestra forma de hacer ciencia y que presentó el 3 de abril en Bidebarrieta, en Bilbao.

La cuestión es que si el bulo se viste con el ropaje de la ciencia es precisamente porque la ciencia tiene o conserva un cierto cierto prestigio. De hecho, la percepción de la ciencia como algo positivo viene mejorando en los últimos años, los datos de percepción social de la ciencia que publica la FECYT así lo indican, si bien queda pendiente de evaluar qué impacto ha tenido la vivencia de la pandemia en esa misma percepción, con toda la desinformación y el cuestionamiento que se ha hecho de la ciencia. Un cuestionamiento que se ha producido, en gran medida, porque no se entiende bien lo que es la ciencia, cómo funciona, lo que se le puede pedir y, muy importante, lo que se puede comunicar amparado por ella (los medios de información también tienen una responsabilidad aquí).

No es sólo importante dar noticias sobre ciencia, es igualmente importante, o incluso más, educar en la cultura científica, entender que un artículo no es una piedra que tirarle a otro a la cara en una discusión y que, mirando bien las declaraciones, los científicos son siempre mucho más prudentes que los que les citan. Comprender los mecanismos, los ritmos y, sobre todo, que la ciencia es la única forma de saber que no tiene miedo de contradecirse a sí misma, de cambiar de opinión cuando las pruebas lo confirman y de actualizarse. En el caso de las personas muchas veces se juzga el empecinamiento como una virtud y cambiar de opinión como una debilidad. En el caso de la ciencia esa es precisamente su gran fortaleza. Que los científicos hoy digan una cosa y dentro de tres meses otra solo indica que han aprendido algo en esos tres meses. Es preciso dar las noticias sobre ciencia con el mismo rigor con el que las daría un científico, cosa que por desgracia muchas veces no sucede y que supone un riesgo reputacional para todo el sistema, porque además, el número de canales de comunicación ha aumentado enormemente en los últimos años y el panorama de calidad es muy variable.

resaltar suficiente la enorme importancia del papel que juegan los puntos de difusión de información veraz y científicamente contrastada en un paisaje en el que habitan todo tipo de seres que son verdaderos agentes de la desinformación

¿Y cómo se informa la ciudadanía sobre ciencia? En España al menos en primer lugar gracias a la televisión, en segundo lugar mediante Internet.

La televisión es un medio relativamente controlado en cuanto al número de emisores, lo que no es óbice para la cantidad de afirmaciones absurdas y científicamente cuestionables que todos hemos podido escuchar a través de ella, no siempre rebatidas. Es posible, no obstante, delimitar espacios con contenido claramente científico en los que una persona interesada se puede informar: programas de divulgación, documentales, etc. En cuanto a Internet, la fragmentación y la miríada de emisores es un problema serio. Es aquí donde una agencia como SINC adquiere su verdadera dimensión y relevancia. Resulta difícil resaltar suficiente la enorme importancia del papel que juegan los puntos de difusión de información veraz y científicamente contrastada en un paisaje en el que habitan todo tipo de seres que son verdaderos agentes de la desinformación, en un espectro que va desde la ignorancia bienintencionada hasta otros elementos que bordean directamente lo criminal, por las implicaciones y los riesgos asociados a que los consumidores de la información la asuman como cierta, y porque quienes la producen lo hacen en ocasiones con el conocimiento pleno de que es falso lo que cuentan.

Quiero terminar este artículo invitándole a acercarse al anuario de la Agencia, que acaba de presentar su última edición recopilando las noticias, entrevistas y reportajes científicos más relevantes que la agencia publicó a lo largo de 2021, como viene haciendo desde el año 2011.

Es una muy buena oportunidad para ver en retrospectiva los grandes temas que nos han mantenido ocupados, preocupados o los que han acaparado conversaciones en este año que termina; una foto fija de un año concreto visto con los lentes particulares de lo que ha sido noticia en ciencia pero que también ha tocado nuestra vida: una nevada nunca vista en un siglo, la vacunación, 40 años conviviendo con el virus del sida o cómo la Crisis Medioambiental está cada día más cerca. No deje pasar la oportunidad de revisar lo que nos dejó el 2021 y aproveche para ojear con curiosidad los números anteriores, quizá disfrutando de un delicioso zumo de naranja sabiendo que puede hacerlo con calma y sin temor a que se pierda la vitamina C. ¡Salud!


1.(Basulto et al. 2014) «Existe la falsa creencia de que la vitamina C del zumo de naranja casero es poco estable, cuando solo condiciones extremas (ej.: calentarlo a 120 °C) disminuyen de forma considerable dicha vitamina. La vitamina C se conserva perfectamente en el zumo hasta 12 horas, aunque el sabor puede volverse más amargo» .

2.Dawkins hablaba de unidades de información que se expandían en un organismo social como los genes lo hacen en una población con el paso de las generaciones (Dawkins y Robles Suárez 1979); hoy usamos la palabra para referirnos al contenido explícito de esas unidades de información (gatos, en el mejor de los casos) en lugar de al mecanismo de transmisión y supervivencia que describía Dawkins.


JUAN JIMÉNEZ es ingeniero de caminos, experto en prospectiva tecnológica.

Twitter @jjmorillas_

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