La mente en disputa: la reconstrucción de espacios universitarios para debatir sobre la figura del psicólogo.
Durante los últimos años, se ha observado un cambio en el planteamiento de la universidad, generando un lugar más enfocado en el empleo que en la educación. Debido a esta situación, cabe preguntarse si se están formando a buenos psicólogos que intervengan en los problemas sociales. El congreso de “La mente en disputa” propone generar un espacio interdisciplinar que debata estas cuestiones.
MARÍA ALONSO FERNÁNDEZ
La universidad parece haber abandonado su posición como centro académico para volverse un complejo empresarial. Durante las últimas décadas, estas instituciones han puesto su interés en conseguir los mejores puestos en los rankings mundiales y en atraer la inscripción del mayor número de personas. Con este objetivo, se han enfocado en publicitar quiméricos porcentajes de contratación y la posibilidad de contactar con grandes empresas, quizás porque consideran que estos son los motivos principales por
los que se elige estudiar un grado. Ante esta situación, los estudiantes empezamos a preguntarnos dónde ha quedado el interés por potenciar el pensamiento crítico y por formar a buenos profesionales en áreas tan esenciales como la Psicología.
Algunas consecuencias de esta situación es que las universidades han encarecido sus costes, aumentando la brecha socioeconómica en el acceso a los estudios postobligatorios; también se ha diluido esa imagen idílica, y quizás edulcorada, de la academia como un espacio de igualdad y debate entre estudiantes e investigadores. De forma paralela, este interés mercantil de la universidad ha impuesto una especialización en las disciplinas, lo que ha provocado que las ramas del conocimiento se vuelvan unas desconocidas entre ellas. De esta forma, la psicología, nacida de la filosofía, es ahora
una hija que reniega de sus antepasados.
Autores de gran relevancia en psicología, como Campbell, ya alertaron hace años sobre las consecuencias de cómo se está planteando la educación en los niveles superiores. Sin embargo, parece que esta preocupación no ha sido atendida por quienes tienen la capacidad de producir un cambio.
En cada reforma educativa, los grados de ciencias han reducido los contenidos basados en la filosofía y las humanidades, y en cuanto al estudio de la psicología, apenas quedan espacios docentes que cuestionen el papel del psicólogo en la sociedad. Asimismo, no existe una sensibilización sobre la responsabilidad que esta persona adquiere al intervenir en problemas sociales.
Mientras la universidad produce profesionales pseudocapacitados, los medios de comunicación alertan de la emergencia de los problemas psicológicos. La Organización Mundial de la Salud prevé que una de cada cuatro personas tendrá algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida. Simultáneamente, España encabeza los países de Europa con mayor uso de antidepresivos y ansiolíticos. Además de esto, los problemas sociales, como la gestión de la inmigración, la contaminación o la pobreza, son asumidos por una visión popular cada vez más conservadora y reaccionaria, con las consecuencias que esto implica.
Ante esta tensión social, que aumentará en las próximas décadas, la necesidad de buenas psicólogas y psicólogos -entre otros profesionales-, choca con la realidad de lo que se vive dentro de la universidad. El plan educativo que guía la docencia está sobrecargado de horas y resulta impersonal y rígido. Este sistema dificulta crear espacios en los que los alumnos puedan debatir, movilizarse y crear redes interpersonales. Esta situación, además de provocar el empeoramiento de la formación de profesionales, también ha hecho que la universidad pierda la capacidad de crear alumnos concienciados cívicamente.
Es lo que se considera la “paradoja de participación”: los jóvenes son el grupo poblacional con un nivel más alto de educación (en términos generales), pero presentan niveles muy bajos de participación cívica, entre los que se encuentra el votar en elecciones.
En esta situación de carencia educativa es en la que algunos estudiantes hemos encontrado imperioso crear un debate interdisciplinar. Tras múltiples conversaciones, ha surgido la propuesta de formar un congreso nacional que proporcione un espacio a profesionales de diferentes áreas para exponer la situación actual del psicólogo. A su vez, se trata de una propuesta que ha sido recibida por investigadores y profesores universitarios con un alto entusiasmo. Quizás porque ellos también observan esta brecha generacional, entre quienes fueron parte de una universidad académica y los que
formamos parte de una universidad del empleo.
Por lo tanto, este congreso, llamado La mente en disputa, reconstruye un espacio que conecta a quienes ya se han consolidado como profesionales con quienes todavía no han tenido la oportunidad de exponer su trabajo. Dentro de este objetivo, se presentan cuestiones de debate relacionadas con el papel del psicólogo a través de líneas temáticas que resultan transversales en esta profesión pero que han quedado desatendidas en la docencia, como la posición del psicólogo respecto a la crisis ambiental, la sobre medicalización, el etiquetaje a trastornos mentales, o las fricciones metodológicas en
esta disciplina, entre otros.
Teniendo en cuenta estos propósitos, la estructura interna de este proyecto refleja la motivación de buscar la interdisciplinaridad, al contar con un comité organizador compuesto por personas graduadas en psicología, filosofía, antropología y matemáticas. Un comité formado mayoritariamente por estudiantes que conforma una unión entre las tres universidades públicas de Madrid (Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Complutense de Madrid y Universidad Carlos III). De forma complementaria, el comité científico nace gracias a aquellos investigadores y profesores que observan la necesidad de crear este tipo de conversaciones, quienes también se distribuyen en una alta diversidad en cuanto a sus áreas de conocimiento.
Finalmente, es importante destacar el apoyo por parte de las universidades mencionadas, así como el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y el Centro Superior de Investigaciones Científicas. Ante el cambio que se está observando desde las universidades, el congreso de La mente en disputa busca generar dinámicas de pensamiento crítico y reflexivo, que discutan sobre la responsabilidad de la psicología en algunos de los problemas sociales de la actualidad.
Para la creación de un debate fructífero es necesaria una conversación más allá del ámbito de la psicología, que aúne las áreas de conocimiento de las humanidades y conecte a los estudiantes con los profesionales, una conexión que desde la universidad no se está generando. Es bajo estas condiciones que empezamos a ver la universidad como un espacio al servicio de los universitarios.
MARÍA ALONSO FERNÁNDEZ Miembro del comité organizador del congreso La mente en disputa
congresolamenteendisputa@gmail.com