«La amenaza más importante a la autonomía universitaria viene de seguir hablando de la Universidad Española y del Sistema Universitario Español. No existen ya tales cosas ni deben existir. Hay que hablar ya de universidades concretas y ocuparse de ellas una a una» señala el profesor Castilla, que añade, «La Universidad de Harvard, por ejemplo, está preocupada por su futuro, pero no por el futuro de ningún sistema universitario»
Entrevistamos al profesor Adolfo Castilla Garrido, Catedrático de Economía Aplicada (en excedencia de la Universidad de Cantabria), Doctor Ingeniero (ICAI), Licenciado en CC. EE. y EE. (U. A. M.); M. B. A. – Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa – Moore School – (Univ. Pennsylvania. U. S. A.), Licenciado en Informática (U. P. M.) y autor del blog Economía y Futuro.
¿Que tiene que devolver la Universidad a la sociedad para justificar el régimen excepcional de libertad que supone la autonomía universitaria?
Debe devolver a la sociedad hombres y mujeres libres, con espíritu democrático y bien formados, en primer lugar, Y por supuesto, sin ideologías cerradas, con mentalidad abierta y disposición a entenderse y contribuir al funcionamiento de nuestras sociedades y, como es lógico, con conocimientos profundos de sus materias.
Lo visto recientemente en la entrega de premios a personas importantes antiguos alumnos de la Universidad Complutense de Madrid, es una vergüenza sin paliativos y un ejemplo de que la Universidad Pública Española (si es que eso existe) no está cumpliendo, en absoluto, con su papel, ¿Es autónoma para qué? ¿Para llenar nuestra sociedad de gente mal educada, encerrada en ideologías y extremismos, capaz de insultar a otros y de no saber lo que es un discurso público?
¿Cuáles son las amenazas concretas a la autonomía universitaria en España?
La amenaza más importante viene de seguir hablando de la Universidad Española y del Sistema Universitario Español. No existen ya tales cosas ni deben existir. Hay que hablar ya de universidades concretas y ocuparse de ellas una a una. La verdad es que no sé muy bien lo que hay detrás de esta pregunta, pero si es que está en juego la autonomía de todas las universidades españolas, especialmente de las públicas, mejor es dejar de pensar en ellas como una colectivo único con las mismas reglas para todos sus integrantes.
He estudiado en universidades americanas y nunca he visto ese enfoque. La Universidad de Harvard, por ejemplo, está preocupada por su futuro, pero no por el futuro de ningún sistema universitario. Y se podrá decir que se trata de una universidad privada, pero lo mismo se puede decir de Penn State University, una universidad de la que he estado cerca al haber estudiado en la privada y miembro de la Ivy League, University of Pennsylvania.
Otra amenaza, lógica por otra parte, es la dependencia absoluta de los presupuestos del Estado, sobre todo si se vive en épocas de gobiernos intervencionistas y con la ideología por bandera.
La autonomía está siendo atacada también desde dentro, con la rebelión y los plantes de los propios estudiantes a la forma de enseñar ciertas materias
El informe Informe de la Knight Foundation sobre la situación de la libertad académica en el mundo pone de manifiesto las crecientes amenazas, incluso en los países de nuestro entorno cultural como EEUU, para la autonomía universitaria. ¿Podemos hablar de democracia sin una garantía efectiva de la autonomía universitaria?
No, pero las amenazas son distintas según los países. En los Estado Unidos, por ejemplo, en los últimos años ha habido mucho radicalismo en los estudiantes, que no han dejado hablar a determinados conferenciantes ni enseñar a ciertos profesores. El caso del profesor de economía de la Universidad de Harvard, Gregory Mankiw, es muy conocido.
En España, las amenazas proceden con frecuencia de los propios profesores y de los estudiantes, que no son demócratas ni creen en la libertad.
Lo cierto es que no podrá existir un país libre y democrático sin una universidad, libre, democrática y alejada de todas las ideologías. Los conocimientos deben ser de por sí neutrales, no solo los de las áreas más técnicas y científicas, sino también en el terreno de la ciencias sociales y en el de las humanidades.
La autonomía de las universidades puede estar amenazada por los gobiernos y por la sociedad misma, pero también por su profesorado y sus estudiantes.
La guerra cultural impulsada por la derecha alternativa está propiciando que parte de la sociedad desconfíe de la institución universitaria y de la ciencia. Michael J. Sandell en “La tiranía del mérito” estima este rechazo en más del 60% de los votantes al Partido Republicano. ¿Cómo explicamos esta pérdida de legitimidad?
En ese caso, y en relación con un autor al que hemos leído y estudiado mucho, incluyendo el libro mencionado “La tiranía del mérito”, se trata de una mala actuación del sistema de admisión en las universidades privadas y, también, de una polarización política de la sociedad americana difícil de entender para los que hemos vivido allí en otras épocas. Creo que sobre ello se puede hacer muy poco, son ciclos por los que atraviesan nuestras sociedades de los que no se sale sin acontecimientos de envergadura, la mayor parte de las veces en forma de catástrofes.
La legitimidad, por otra parte, se pierde por el mal funcionamiento de las universidades, con lo que queremos decir que mirar hacia fuera de la institución bajo estudio es necesario, pero lo es casi más mirar hacia dentro. Los grandes catedráticos y profesores. buenos en sus disciplinas, con altura moral y ética y con responsabilidad ante los problemas de nuestro mundo, han gozado siempre de gran legitimidad.
Por otro lado, el movimiento de cancelación corroe la libertad de cátedra y la convivencia en los campus con un nuevo paradigma de corrección política. ¿Podemos cancelar la libertad académica?
La corrección política, el relativismo moral, la sociedad líquida, el pensamiento débil y el pensamiento posmoderno son males actuales que están destrozando a países como los Estados Unidos. Yo, habiendo estudiado en universidades americanas y vivido en el país durante años (mi hija mayor nació allí), no entiendo lo que está ocurriendo. Para mi era un país super liberal en el mejor de los sentidos, el liberalismo americano, de hecho, era más bien de centro y los conservadores amaban también la libertad, aparte de que lo hicieran para preservar sus derechos y, a veces, sus privilegios
La libertad académica no se puede cancelar, pero de nuevo, tengo que decir que tal libertad debe ganarse con el esfuerzo y la calidad. No echemos la culpa a los demás.
Otro tema relevante es el de la neutralidad política de la institución universitaria. ¿Hasta qué punto la neutralidad política es la otra cara ineludible de la autonomía universitaria?
La neutralidad política es necesaria en la Universidad y en la Sociedad en general. Lo cual no quiere decir que uno no pueda ser de un partido o de otro en la Universidad aunque, como es lógico, y dicho de nuevo, distinguiendo entre las soluciones posibles y en la forma de agruparse para defenderlas y las ideologías cerradas. ¿De dónde viene la idea de que las opciones políticas deben llevar consigo enemistad, posturas irreconciliables y enfrentamientos? Evidentemente de los extremos, los cuales no deberían existir en la Universidad ni en la Sociedad. No por prohibición en el caso de la Universidad, sino porque la investigación, el estudio y la reflexión deben ser, en principio, neutrales e imparciales.
La adscripción a soluciones extremistas existe hoy en la Universidad y en la Sociedad y eso es un problema muy grave, en una época en la que deberíamos todos estar implicados en sostener nuestro planeta y nuestra forma de vida.
Una persona puede ser conservadora en sus interpretaciones, pero eso no debe significar que no se preocupe por la pobreza, la desigualdad o el desempleo, y que no se ponga de acuerdo con otros para resolverlos. Todos vamos en el mismo barco y todos debemos mantenerlo a flote. Los conocimientos impartidos en la Universidad, por otra parte, deben servir precisamente para hacer que el barco navegue. ¿Cómo es posible que no solo en la Sociedad sino en la Universidad, algunos grupos crean que hay que tirar por la borda a algunos de sus ocupantes?
En buena parte del siglo XX los estudiantes universitarios fueron la vanguardia de los movimientos sociales ¿Dónde están los estudiantes hoy en día?
Si por movimientos sociales se entienden los esfuerzos por mejorar las condiciones sociales de todos y procurar el bienestar general, sí es verdad que los estudiantes deberían ser más activos y dejarse oír. Si por movimiento sociales se entienden colectivismos, revoluciones y luchas de clase, mejor es que estén callados.
Menores movimientos sociales de los estudiantes universitarios no es mal síntoma, si ello significa que están dedicados a estudiar y a aprender. Yo, cuando estudié mis años de ingeniería, no tenía tiempo para nada más.
El secretario general de Naciones Unidas ha hecho del derecho a la educación superior a lo largo de la vida una de las causas de su mandato. ¿Están respondiendo las universidades españolas al reto de garantizar la equidad en el aprendizaje esencial en una sociedad democrática?
La igualdad de oportunidades es algo absolutamente necesario en nuestras sociedades y lo debe ser más la oportunidad de acceder a los estudios superiores. La Universidad, desde dentro debe preocuparse de ello, pero a través de los órganos adecuados. Una cosa es eso y otra la de, “españoles, ingenieros todos”, que se le hacía decir humorísticamente a Franco. Las personas con capacidad, aptitud, actitud y deseos no deberían nunca quedar fuera de la Universidad, pero no todo el mundo debe pasar por la Universidad por decreto.
La respuesta es un poco convencional, pero también lo es la pregunta. ¿Quién puede estar en desacuerdo con lo que se pregunta? La enseñanza básica es obligatoria en nuestro país y si lo que se pretende con dicha pregunta es incluir el Grado actual en la enseñanza básica yo no estaría en desacuerdo. Pero hay que decir, al mismo tiempo, que hay formas alternativas de acceder a conocimientos esenciales para todos. La formación profesional es una forma alternativa de acceder a ellos que afortunadamente se está abriendo camino en nuestro país, después de muchos años de éxito en otros.
Nuevas plataformas educativas ofrecen servicios para un aprendizaje cada vez más rápido, más accesible y más barato.¿Cómo afectará la emergencia de estas empresas a la convivencia democrática? ¿Podemos estar ante nuevas formas de colonialismo?
Difícil contestar a esta cuestión. A los que creemos en la tecnología, en las innovaciones y en los avances, no nos gustan las soluciones restrictivas. Dejemos que mil flores florezcan y después ya veremos.
Es difícil entender la sociedad española actual sin el liderazgo ético y la promoción de la ciudadanía activa que ha desempeñado la Universidad en la consolidación de la democracia. Sin embargo los debates que trascienden hoy en día a la sociedad sobre la Universidad tienen más que ver con problemas internos, que con su relación con la sociedad. ¿Necesitamos un nuevo pacto entre la sociedad española y su Universidad?
Nada de nuevo pacto, algo que nunca ha existido. Y no estoy muy seguro de que la Universidad haya contribuido a la consolidación de la democracia en nuestro país. Ya sé que es una forma de hablar, pero para que la Universidad cumpla su papel en este y en otros terrenos, debe ser, ella misma, democrática, liberal en un sentido amplio, imparcial y responsable, así como estar concentrada más en el aprendizaje que en la enseñanza, más interesada en los verdaderos conocimientos que la erudición y más en el sentido práctico de todo. Esto último siguiendo la recomendación de Bertrand Russell: “Nada hay más práctico que una buena teoría”.