¿Qué significado tienen en nuestra cultura expresiones como “stay woke”, “queer”, “cancel culture ” o “white fragility”?
ALFONSO GONZÁLEZ HERMOSO DE MENDOZA
El panóptico
En plena pandemia, hace poco más de un año, iniciaba su actividad “El panóptico” de José Antonio Marina. Una revista que asumía la vocación de conducirnos, con rigor y claridad, lejos de dogmatismos y urgencias, a través de los temas más relevantes que configurarían la realidad postpandémica. Un boletín semanal y digital que nos invita a reflexionar sobre una sociedad cada vez más extraterritorial y extitucional, que cuestiona abiertamente los sistemas de control propios de un panóptico.
Nos encaminamos hacia un mundo de pocas certezas, pero en el que una de ellas es, sin duda, la relevancia del aprendizaje. Como el propio Marina reconoce; “El momento histórico en que vivimos confiere a la educación un protagonismo nuevo y exigente. Hemos entrado en la sociedad del aprendizaje, regida por una ley implacable.
Cambio y adaptación
Toda persona, toda organización y toda sociedad, para sobrevivir, tiene que aprender al menos a la misma velocidad con la que cambia el entorno. Y si quiere progresar, tendrá que hacerlo a más velocidad”.
Destaca en “El panóptico” la atención que presta a un fenómeno que se visualiza fundamentalmente en el sistema universitario anglosajón, pero que sacude de manera creciente la convivencia de las universidades españolas e iberoamericanas.
Cancelación
Hablamos de la cultura woke y la cancelación. En la sección denominada “Diccionario woke” “El panóptico” desgrana los principales conceptos de este movimiento, tales como, “privilegio”, “poscolonialismo” “derechos de las víctimas”, “racialización” o “el mundo queer”. Ideas surgidas y arraigadas en los entornos universitarios para expandirse desde allí al conjunto de la sociedad.
El impacto de este fenómeno lo hemos podido constatar en realidades como la salida de la profesora alemana Kathleen Stock de la universidad inglesa de Suxxes, ante la campaña en su contra, fundamentalmente orquestrada por los estudiantes, que ha dado lugar a lo que la profesora Stock calificó “la cultura del miedo” en la universidad. Una persecución originada por comportamientos dentro de las prácticas ordinarias que la libertad académica ha venido amparando en las sociedades democráticas.
No menos impacto tuvo “Manifiesto Harper´s”, firmado por algunos de los profesores más conocidos de las universidades norteamericanas, alertando sobre los peligros que para la democracia trae consigo la cultura de cancelación. Manifiesto que fue apoyado en España por destacados intelectuales.
La directora
Igualmente nos sirve de referencia en este debate la serie de Netflix “La directora”. Esta serie tiene su núcleo argumental en las tensiones generadas en las universidades por el enfrentamiento originado entre las visiones tradicionales del profesorado liberal, y las nuevas sensibilidades propiciadas desde la cultura woke, así como por el oportunismo de la derecha alternativa que se incorpora al debate pretendiendo limitar la libertad académica, con argumentos religiosos o ideológicos, desde la regulación y el poder político.
Cancelación y realidad alternativa contribuyen, entre otros factores tecnológicos y económicos, a un escenario propicio para las aventuras disruptivas en torno a la educación superior. Frente a estos desafíos, la falta de una estrategia de reposicionamiento de la universidad situa a la institución universitaria en una situación de riesgo camino de la irrelevancia, “en un mundo en el que al calcular la “efectividad” de la inversión, ya no es necesario tomar en cuenta el coste de afrontar las consecuencias” como señala Zygmunt Bauman.
“El Panóptico” fija una posición crítica frente a los desafíos de la cancelación, si bien procura reconocer el valor de la voz de los postergados,” introducir una “cultura de la cancelación” -señala Marina-, descalificar en bloque la cultura occidental por ser blanca, patriarcal, machista, opresora y colonialista, supone cancelar también sus grandes creaciones; la universalidad de los derechos, la razón como modo de verificar los conocimientos, la objetividad como esencia de la justicia, el pensamiento crítico, es decir, todo aquello que puede legitimar al mismo pensamiento woke.”
Conclusión
Por otra parte las declaraciones de la profesora de la Universidad de Oxford, Margaret McMillan, nos ofrecen una pincelada más sobre los desafíos de la libertad académica al recordarnos que, “en las universidades es cada vez es más difícil tener ciertos debates, tratan cada vez más a los estudiantes como clientes, y tienen que estar cómodos porque sabemos que el cliente siempre tiene la razón”.
La pregunta de Robert Maynard Hutchins en su libro “La Universidad de Utopía” 70 años después sigue vigente «El gran problema de la universidad es el asunto del propósito: ¿para qué está?»
Ahora bien, la respuesta sobre la finalidad de la universidad debe resolverse partiendo de una realidad en la que ha cambiado la dirección de la observación en el panóptico. En una sociedad, la del aprendizaje, en la que para los aprendices de cualquier edad lo más importante deja de ser la velocidad con la que pueden adaptarse a un mundo dado como inevitable, para concentrar su aprendizaje en la capacidad para intervenir en los tiempos y en la dirección de los cambios posibles. El desafío esencial de la universidad ha dejado de ser aprender más, para convertirse en aprender mejor.
ALFONSO GONZÁLEZ HERMOSO DE MENDOZA es Presidente de la Asociación Espacios de Educación Superior
En Twitter: @algohermen