La democracia como sistema de gobierno está siendo atacada por fuerzas autoritarias. Las universidades a ambos lados del Atlántico tienen un papel fundamental que jugar en la protección y el fortalecimiento del sistema democrático. En este artículo exploramos cómo pueden ejercer de dique de contención.
SEAN O’CURNEEN CAÑAS
Educación y Elecciones Europeas
En menos de un año tendrá lugar uno de los ejercicios democráticos de mayor envergadura de todo el planeta: las Elecciones Europeas, en las que están llamados a votar cientos de millones de ciudadanos de los veintisiete estados miembros de la Unión Europea. Estos electores elegirán a los más de 700 eurodiputados que deberán representar a los 450 millones de ciudadanos europeos tanto en la toma de decisiones que afectan directamente al continente europeo, como en la aprobación de la gestión del gobierno comunitario, más conocido como la Comisión Europea.
Las instituciones de educación superior en Europa, las universidades, no deben ser meros observadores de este enorme proceso democrático. Tienen un papel fundamental que jugar en los meses previos, e incluso en los meses y años posteriores a las elecciones. Es más, las universidades de todo el mundo son instituciones con la capacidad – y yo diría que con el deber – de apuntalar el sistema democrático de manera general. Cabe preguntarse si las universidades son conscientes de ello y, si lo son, si saben cómo desarrollar esa misión. Vayamos por partes.
Uno de los mayores retos para la Unión Europea es la participación en sus elecciones democráticas que tienen lugar cada cinco años. Los demócratas y europeístas observaron con preocupación cómo la participación en 2004 apenas superó 45%, bajó dos puntos en 2009, y volvió a descender en 2014 a 42,6%. En algunos de los estados miembros la participación ni alcanzó una quinta parte del electorado. Las alarmas se encendieron y se puso en marcha una campaña de información y participación que en 2019 logró movilizar al 50,7% de los votantes europeos.
las universidades de todo el mundo son instituciones con la capacidad de apuntalar el sistema democrático de manera general
Las universidades europeas tienen un papel clave
Fue un hito histórico pero queda por ver si es parte de una tendencia al alza o si no fue más que una anomalía. Una vez más, de cara a las elecciones de 2024, las instituciones europeas se han comprometido a elaborar y promover una nueva campaña de información que ayudará al ciudadano a conocer las principales decisiones tomadas a nivel europeo en esta legislatura, sin entrar a valorarlas ya que eso corresponde a las distintas familias políticas según sus postulados, y a recordar a los ciudadanos que las elecciones se aproximan y que las futuras decisiones europeas dependen de su participación en estos importantes comicios. Y es aquí donde las universidades europeas tienen un papel clave que jugar.
Como entes del conocimiento, del análisis, de la innovación, y siendo beneficiarios directos de la colaboración transfronteriza en el seno de la Unión (no hay más que ver cómo las universidades británicas claman por recuperar esa colaboración que han perdido tras la consecución del Brexit), las universidades pueden y deben participar en esa campaña cívica de informar a sus estudiantes sobre el impacto de las decisiones europeas en sus vidas y en su futuro, y en consecuencia deben incitarles a votar a su opción preferida en las elecciones europeas.
Cuando las fuerzas antidemocráticas van ganando peso y cuando existen actores externos que intentan debilitar a la Unión saboteando nuestro proceso democrático con campañas de desinformación diseñadas para confundir y polarizar al máximo, las universidades no pueden ser meros observadores.
las universidades pueden y deben participar en esa campaña cívica de informar a sus estudiantes sobre el impacto de las decisiones europeas en sus vidas
Política y sociedad
Sin duda, ya existen espacios en muchas universidades donde la política y la sociedad es analizada y comentada con una parte de la población estudiantil bien informada y partícipe. Pero, ¿es suficiente? ¿Existen estos espacios en todas las facultades? ¿No deberían todos los estudiantes – independientemente de lo que estudien – recibir información fiable sobre sus derechos cívicos europeos como complemento a lo que vean en las redes sociales o escuchen en círculos familiares?
Si la respuesta es que sí, ¿pueden las universidades contribuir a esta labor de una manera sistemática y coordinada? Yo entiendo que sí, que las universidades son pilares de la sociedad democrática y que sin su aportación a la concienciación cívica de los estudiantes el futuro del sistema democrático peligra.
Personas mucho más cualificadas que yo opinan lo mismo. Ya en 1786, Thomas Jefferson comentó que una de las más importantes leyes del naciente país llamado Estados Unidos de América, era aquella para la “difusión del conocimiento entre el pueblo”, ya que “no se concibe mayor cimiento que ese para la defensa de la libertad”. Por tanto, si el conocimiento y la formación son pilares que sostienen la libertad, no puede ser menos cierto que el futuro de las universidades se empobrece a medida que el régimen de libertades se debilita.
las universidades son pilares de la sociedad democrática y sin su aportación a la concienciación cívica de los estudiantes el futuro del sistema democrático peligra
Pero no hay que remontarse más de dos siglos atrás. No hace ni dos años, Ronald J. Daniels, Presidente de la universidad estadounidense Johns Hopkins, publicó un libro titulado “What Universities Owe Democracy” (Lo que las Universidades deben a la Democracia) en el que argumenta que los centros de enseñanza superior han abdicado de su deber de preservar y fortalecer las normas, las estructuras, los comportamientos y la cultura de la democracia. Aunque habla en el contexto norteamericano, es indudable que sus conclusiones se pueden trasladar, al menos parcialmente, al contexto europeo.
Educación cívica y pluralidad
En un artículo bajo el mismo título en el que recoge los principales argumentos de su libro, el mismo Daniels ofrece cuatro soluciones de las que destaco dos. La primera consiste en velar por que los estudiantes universitarios reciban una educación cívica democrática durante sus estudios, posiblemente en forma de examen, investigaciones obligatorias, u otras tareas dentro o fuera de horas lectivas.
La segunda se centra en la ausencia de debate plural en las universidades. Dice Daniels que si hay que reconocer que muchas universidades se han esforzado en abrirse a estudiantes de distinto origen para reflejar mejor la sociedad actual, al mismo tiempo no se han preocupado de fomentar la pluralidad una vez estos estudiantes llegan a los campus, empobreciendo la cultura del debate, e incluso creando por defecto una cultura del silencio. Asegura Daniels que la solución consiste en crear políticas que produzcan encuentros entre estudiantes diversos, ayudando a profundizar y enriquecer esas relaciones.
Lo heroico no es defender ciegamente y a ultranza las ideas propias, sino buscar puntos de encuentro que permitan avanzar por un sendero compartido
La idea no es nada nueva. Ya en 1958, el filósofo español, Gregorio Marañón, pronunció un discurso en el que – sin duda recordando la terrible guerra civil española – dijo con gran acierto: “Es más fácil morir por una idea – y añadiría que es menos heroico – que intentar comprender las ideas de los demás”. Lo heroico no es defender ciegamente y a ultranza las ideas propias, sino buscar puntos de encuentro que permitan avanzar por un sendero compartido. Eso requiere escuchar e intentar comprender las ideas de los demás. Y por supuesto, ha de ser un ejercicio mutuo.
Hace falta liderazgo
En nuestro siglo actual, el Vicepresidente de Flandes, Bart Somers, ganador del premio al mejor alcalde del mundo 2016, habla de cómo muchas ciudades modernas se han convertido en “archipiélagos de islas monoculturales” en las que mucha gente acaba reducida por los demás a una única y simplista identidad y para quienes otros vecinos no son más que unos desconocidos.
“Si en los colegios, clubes de deporte, y barrios, gente diversa se mezcla y se relacionan entre sí, las posibilidades de crear una identidad común aumenta”, explica Somers, ganador del premio 2016 precisamente por el éxito de sus políticas municipales que ayudan a tender puentes entre personas y comunidades diversas.
Los centros de enseñanza superior son propicios para tender esos puentes, puesto que ya existe el espacio donde gente diversa se mezcla. Pero la existencia del espacio no es suficiente – para tender puentes hace falta liderazgo. En esto las universidades a ambos lados del Atlántico pueden colaborar, comprometiéndose a explorar nuevas formas de fomentar la conciencia cívica de sus estudiantes, compartiendo ideas, buenas prácticas, y liderazgo.
Colaboración universitaria
A nivel político, la cumbre Unión Europea – Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños celebrada en Bruselas el 17 y 18 de julio ofrece el marco idóneo para relanzar o potenciar esta colaboración. Dicho esto, aunque exista el liderazgo, a veces faltan los medios.
De nuevo, un alcalde nos sirve de inspiración. En 2015, François Decoster, alcalde del municipio histórico francés de Saint-Omer, donde el fundador de la universidad estadounidense de Georgetown, John Carroll, cursó estudios secundarios a mediados del siglo XVIII, creó la Fundación Saint-Omer para los Valores Transatlánticos, que organiza coloquios y masterclass abordando los desafíos de este siglo desde una perspectiva humanista y de fortalecimiento de la democracia.
Para aquellas universidades que tienen la voluntad pero carecen de los recursos necesarios, el modelo de Saint-Omer, buscando una colaboración con administraciones públicas, pero también por supuesto, privadas, puede ser una opción a explorar.
Las consecuencias de la inacción pueden además ser sutiles pero corrosivas a todos los niveles de la sociedad y a largo plazo
Cultura democrática
La cuestión es que resignarse a que la democracia se vea atacada por dentro y por fuera, esperando que alguien la defienda, o limitarse a observar cómo el sistema democrático se debilita simplemente por dejadez, es el camino más rápido a perder el régimen de libertad que permite florecer a las universidades. Las consecuencias de la inacción pueden además ser sutiles pero corrosivas a todos los niveles de la sociedad y a largo plazo.
En una breve pero magistral tribuna publicada en 2012, el profesor universitario español Rafael Caparrós Valderrama dejó claro con ejemplos de la vida cotidiana que la democracia es algo que va mucho más allá de los meros mecanismos constitucionales: comparó la transición política democrática española con lo que llamó “la transición cultural a la democracia”. Explicó cómo las dictaduras se esfuerzan en construir socialmente “personalidades autoritarias” y que en España los cuarenta años de dictadura legó a la sociedad una “mentalidad autoritaria”.
“Así,” explicó Caparrós, “en no pocas esferas de la política y de la propia vida cotidiana de la sociedad española siguen imperando el «porque sí», o el «porque lo digo yo», como única justificación de conductas o de pronunciamientos…
Una democracia sana requiere de ciudadanos con cultura democrática.
En las relaciones paterno-filiales, en las relaciones conyugales, en las relaciones laborales, incluso en las relaciones entre amigos o vecinos, los españoles seguimos siendo demasiado proclives a la utilización de recursos dogmáticos y/o autoritarios, e incluso violentos, en nuestra vida cotidiana. Como lo demuestran, por ejemplo, los exabruptos, los insultos y los comportamientos histéricos, – en lugar de recurrir a la racionalidad, la paciencia y/o la tolerancia… por lo que el resultado final es la total ausencia entre nosotros de auténticos ‘valores democráticos’», sentenció Caparrós.
Una democracia sana requiere de ciudadanos con cultura democrática. Un sistema con resortes democráticos pero con una ciudadanía carente de información, cultura, y conciencia democrática es un sistema débil y presa fácil para los que sueñan perpetuarse en el poder y en beneficio propio. Los centros de enseñanza superior pueden ser dique de contención, creando entre sus estudiantes esa cultura democrática que fortalezca el sistema y lo renueve. Pero más que poder serlo, deben serlo, porque los autócratas acechan. No hay tiempo que perder.
Trayectoria académica:
Sean O’Curneen Cañas se graduó en 2002 con un Masters with Distinction en Política Europea por la Universidad de Londres (Birkbeck College), realizando una tesina de investigación sobre La Desafección Democrática en la Futura Unión Europea. En 1994 se graduó con un Masters en Periodismo (Mention très bien) por la Universidad Aix-Marseille, y en 1991 obtuvo un grado en Astronomía por la Universidad de Londres (University College).
SEAN O´CURNEEN CAÑAS, Secretario General Grupo Renew Europe Comité Europeo de las Regiones, la asamblea de municipios y regiones de la UE