Juan Mulet: «No hay duda de que España optó por ventajas competitivas muy alejadas de la Ciencia y la Tecnología»

Juan Mulet es Doctor Ingeniero de Telecomunicaciones con un Máster en Gestión de Empresas. Ha sido director de la Fundación COTEC . En esta entrevista, reflexiona sobre la relación entre investigación y innovación, así como sobre la situación de España en la carrera tecnológica global.


Juan Mulet evidencia la falta de un compromiso real con la ciencia en España, «La profesión científica española y los que en cada momento la han representado han estado siempre muy preocupados por su supervivencia, obligados a desenvolverse con medios escasos, y convencidos de que su actividad tiene poco interés para la ciudadanía». Estudió el Doctorado en Ingeniería de Telecomunicaciones desde donde derivo a ambitos de gestión para llegar a ocupar puestos de la máxima responsabilidad como la dirección de la Fundación COTEC o su presencia en el Consejo Tecnológico de la Unión Europea.

Mulet es consciente de que el éxito de la innovación tiene es el éxito de las empresas. Como lo es de que la investigación es una carrera de fondo, «ni entonces (años 1970) ni ahora es posible dedicar en un plazo razonable un 3% del PIB a I+D. Antes, habría que aumentar gradualmente el número de investigadores cualificados y dotarlos de adecuadas instalaciones. El 2% del PIB es posible, no fácil, pero alcanzable», propone.

Usted dirigió la Fundación COTEC durante más de veinte años. ¿Qué supuso COTEC para la mejora de la competitividad de España?

Durante aquella época, Cotec fue realmente un think-tank que gestó ideas para que la innovación empresarial española fuera mejor. Algunas de ellas se referían a compra pública de innovación, a la fiscalidad de las actividades innovadoras, a instrumentos de política de innovación, a la gestión de esta actividad empresarial o a la utilidad de los Doctores para las empresas innovadoras. Sobre las consecuencias que éstas y otras muchas ideas, entonces novedosas en España, tuvieron para la innovación empresarial española habrá muchas opiniones. La capacidad de un think-tank para que sus ideas fructifiquen es muy limitada, y para que esto ocurra se precisa de la complicidad de muchas otras instituciones.  

El Tercer Plan de Desarrollo (19721975) establecía como un objetivo para modernizar el país alcanzar una inversión en investigación y desarrollo del 3% del PIB nacional. Desde entonces el incumplimiento de este propósito nos ha perseguido como explicación de buena parte de las insolvencias del país. ¿Cómo hemos alcanzado los niveles de renta y de bienestar de los que disfrutamos sin tener unas inversiones en I+D homologables a los países desarrollados?

No hay duda de que España, como otros países, optó por ventajas competitivas muy alejadas de la Ciencia y la Tecnología. Corea del Sur tomo la decisión contraria, y ha conseguido resultados sorprendentes, pero sus circunstancias, que hicieron posible su éxito, eran muy diferentes.

Por otra parte, ni entonces ni ahora es posible dedicar en un plazo razonable un 3% del PIB a I+D. Antes, habría que aumentar gradualmente el número de investigadores cualificados y dotarlos de adecuadas instalaciones. El 2% del PIB es posible, no fácil, pero alcanzable si se refiere a la suma de la I+D pública y empresarial. La componente privada debe crecer, porque de ella depende la conversión del conocimiento en innovación.  

El 2% del PIB es posible, no fácil, pero alcanzable si se refiere a la suma de la I+D pública y empresarial. La componente privada debe crecer, porque de ella depende la conversión del conocimiento en innovación  

¿Qué explicación se puede dar a la desvinculación entre las políticas públicas de ciencia y las políticas sectoriales; medio ambiente, industria, telecomunicaciones…?

En el momento actual ninguna, para los sectores que cita. Las políticas de fomento de generación y uso del conocimiento son las que aseguran la capacidad nacional para atender a estas urgentes necesidades. Sin ellas la dependencia del país de las soluciones extranjeras está garantizada y con evidentes consecuencias en el empleo y en la seguridad. 

¿Tiene sentido mantener en esencia los mismos instrumentos públicos de financiación de la investigación que cuando tuvimos que crear un sistema científico homologable internacionalmente en los años 80 del siglo pasado?

Entonces, España era un erial científico y, en todo el mundo muy escaso el conocimiento sobre innovación empresarial. Se creía en el “modelo lineal de la innovación”, que aseguraba que la ciencia debía convertirse en tecnología y ésta en innovaciones. Era urgente disponer de una mínima capacidad científica. Volviendo a Corea del Sur, sus circunstancias le permitieron empezar al revés. Sus empresas comenzaron innovando con tecnología extranjera, y solo la crearon cuando la riqueza alcanzada permitió hacer la Ciencia que nutre su avanzada Tecnología.

Los instrumentos actuales de las políticas científicas y tecnológicas son los mismos que entonces, lo que no es razonable es que no se hayan introducido en España instrumentos de política de innovación, según se fue sabiendo más. Estos instrumentos han sido muy pocos y mal aplicados, y no son los que fomentan la Ciencia y la Tecnología.

En Corea del Sur sus empresas comenzaron innovando con tecnología extranjera, y solo la crearon cuando la riqueza alcanzada permitió hacer la Ciencia que nutre su avanzada Tecnología

La inversión estatal en investigación está centralizada fundamentalmente en la Comunidad de Madrid, sin embargo, el sistema nacional de ciencia y tecnología se nos muestra claramente desvertebrado. ¿Cómo se explica esta contradicción?

La historia y ciertos intereses han hecho que los grandes centros científicos se crearan y mantuvieran en la Comunidad de Madrid y es a ellos a los que se destinan fondos estatales para mantenerlos. La creación de centros mixtos en las universidades es un camino para esta descentralización, que podría acelerarse con la implicación de las CC. AA. Cataluña y el País Vasco han optado por soluciones propias.     

Pese a las constantes reformas regulatorias, ¿por qué el sistema científico español ha sido incapaz de dotarse de un marco jurídico propio para la producción y explotación de los resultados de la investigación? 

En mi opinión, la profesión científica española y los que en cada momento la han representado han estado siempre muy preocupados por su supervivencia, obligados a desenvolverse con medios escasos, y convencidos de que su actividad tiene poco interés para la ciudadanía. Cuando han tenido oportunidad han intentado, con éxito desigual, abordar sus problemas profesionales. Muestra de ello es que, salvo la primera Ley de la Ciencia de 1986, que dio carta de naturaleza a la profesión, las siguientes han sido más bien Reglamentos que no han abordado los bien conocidos problemas del propio sistema, por ejemplo: seguridad de recursos, gobernanza, filosofía de incentivos, personal auxiliar, …     

Salvo la primera Ley de la Ciencia de 1986, que dio carta de naturaleza a la profesión, las siguientes han sido más bien Reglamentos que no han abordado los bien conocidos problemas del propio sistema

Durante décadas hablamos de “la paradoja europea” (mucha ciencia, poca innovación) y del I+D+i. ¿Reflejaban de manera adecuada estas metáforas la realidad?

Es verdad que Europa dejo de ser hace tiempo una fuente relevante de innovaciones y también que su producción científica ha seguido siendo referencia, incluso para las innovaciones generadas en otros países. La “paradoja europea” es una ingeniosa descripción. No hay que olvidar que la innovación es una actividad propia de las empresas y esta paradoja debió ser un motivo de reflexión para ellas.   

¿Los centros de investigación españoles cooperan con las empresas más o menos que en otros países?

El reciente Informe de la OCDE, titulado “Improving Knowledge Transfer and Collaboration Between Science and Business in Spain” dice: “las encuestas de innovación a las empresas indican que la colaboración con la base pública investigadora de las empresas que innovan está en la media de la OCDE”, pero como estas empresas son muy pocas, el porcentaje referido al total de empresa es mucho menor que para otros países avanzados.

Esto concuerda con el sentimiento generalizado de que esta cooperación es escasa, pero según OCDE, alrededor del 7% del gasto de I+D del sector público es financiado por las empresas españolas, un porcentaje que supera al de Francia, Italia, Reino Unido y Estados Unidos. 

Alrededor del 7% del gasto de I+D del sector público es financiado por las empresas españolas, un porcentaje que supera al de Francia, Italia, Reino Unido y Estados Unidos

¿Tiene sentido hablar de transferencia de tecnología a las empresas desde las universidades?

Hay que precisar con qué tipo de universidades. En España nos empeñamos en tener solo “universidades investigadoras”, pero en otros países sostienen también “universidades docentes”, con éste u otro nombre. No es lógico que una “universidad investigadora” se dedique a proporcionar tecnología a las empresas no investigadoras, que en España son muchas. Pero una “universidad docente” sí puede y debe hacerlo. Sus laboratorios pueden trabajar en sus horas no docentes con empresas y así sus profesores conocen los problemas de estas empresas, y tienen suficiente criterio para adaptar sus enseñanzas a las necesidades de las empresas de su entorno.

¿Hay relación entre producir ciencia de alto impacto académico y atender las necesidades de innovación de los sectores productivos locales? 

En la década de los años setenta del pasado siglo, la NASA dio a conocer lo que hoy se llaman los nueve niveles de madurez de una tecnología, conocidos como TRL por sus siglas en inglés (Technology Readiness Levels). Hoy se admite que las tecnologías que no llegan al nivel 3 no son de interés empresarial mientras que las que superan el nivel 7 ya no son aptas para trabajos científicos. Las tecnologías que están entre los niveles 4 y 6 permiten compaginar ambos intereses. Fuera de ellos no puede existir esta relación.  

Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.