Lo que realmente enriqueció mi experiencia fueron las relaciones humanas que florecieron en este entorno educativo. Amigos que se convirtieron en familia, compañeros de estudio con los que coincidí risas y desafíos, y la solidaridad de aquellos que, hasta altas horas de la noche, compartieron la biblioteca conmigo para repasar temas complejos. La Universidad me brindó conocimientos académicos, también, cultivó en mí habilidades de liderazgo, compañerismo y resiliencia.
OSMARY YULIETH JAIMES OTALORA
Arriesguémonos con actitud y elijamos el camino del corazón
Me gustaría iniciar diciendo que “el fracaso hubiera sido no intentarlo”, ningún camino es fácil y lo más importante por el paso en la Universidad fue elegir ese camino de vocación, lo que me apasiona y ayuda a seguir mi verdadero propósito. Mi travesía por la Universidad ha sido más que un camino académico; ha sido una travesía que me permitió explorar, aprender y, sobre todo, romper barreras. Al tener la fortuna de cursar dos carreras universitarias, como abogada y economista, experimenté una diversidad de aspectos que han dejado una marca imborrable en mi vida.
Uno de los logros más significativos fue la oportunidad de romper la brecha de desigualdad. Siendo proveniente de una familia de zona rural, acceder a una educación pública de alta calidad se convirtió en un pilar fundamental para cambiar el rumbo de nuestras vidas. Durante mi paso por la carrera universitaria, aproveché al máximo todas las herramientas que la educación ofrece.
Participé en foros, establecí valiosas conexiones a través del networking, asistí a congresos, viajé para ampliar mi perspectiva, y tuve la oportunidad de compartir mis ideas en lugares jamás imaginados. Este abanico de experiencias me permitió conectar con individuos que pensaban completamente distinto a mí, pero que, al final del día, perseguíamos un mismo ideal: el progreso y la búsqueda de un mejor entendimiento del mundo que nos rodea.
Uno de los logros más significativos fue la oportunidad de romper la brecha de desigualdad
Lo que realmente enriqueció mi experiencia fueron las relaciones humanas que florecieron en este entorno educativo. Amigos que se convirtieron en familia, compañeros de estudio con los que coincidí risas y desafíos, y la solidaridad de aquellos que, hasta altas horas de la noche, compartieron la biblioteca conmigo para repasar temas complejos. La Universidad me brindó conocimientos académicos, también, cultivó en mí habilidades de liderazgo, compañerismo y resiliencia.
Hacia una Formación Universitaria Integral y Práctica
Los profesores desempeñaron un papel crucial en mi formación. Su alta calidad académica se fusionó con una humanidad excepcional. La capacidad de ponerse en el lugar del otro, comprender las circunstancias individuales y guiar con empatía, hizo que la experiencia educativa trascendiera lo puramente académico.
En mi travesía por la Universidad, he tenido un viaje repleto de oportunidades y beneficios, pero no puedo pasar por alto los desafíos que enfrentamos en la actualidad. Al reflexionar sobre mi experiencia, identifico dos áreas clave que podrían mejorarse significativamente para enriquecer la formación de los estudiantes.
Uno de los aspectos que considero fundamental es la necesidad de ir más allá de la teoría en las aulas. Si bien, la Universidad proporciona una base sólida de conocimientos académicos, es esencial incorporar la práctica y aplicaciones del mundo real en el currículo. Hablo no solo por mí, de igual manera por la mayoría de mis compañeros, quienes comparten la opinión de que obtener un título no debería ser simplemente un requisito, salvo una preparación integral para la vida. Introducir aprendizaje práctico permitiría a los estudiantes desarrollar habilidades aplicables en entornos laborales, preparándonos de manera más efectiva para los desafíos del mundo profesional.
Hacia el Crecimiento Personal y Profesional
Otro aspecto que considero crucial es el apoyo a aquellos estudiantes que desean ir más allá de las aulas. Muchos de los estudiantes anhelan experiencias enriquecedoras, como intercambios, becas, viajes a diferentes ciudades o incluso la posibilidad de estudiar en el extranjero. Sin embargo, la falta de acceso a recursos y el apoyo insuficiente por parte de las Universidades permanecen como obstáculos significativos. Romper esta barrera sería una inversión en el crecimiento personal y profesional de los estudiantes, así como en el beneficio que pueden aportar a sus comunidades de origen al regresar con nuevas perspectivas y conocimientos.
Es imperativo que las universidades reconozcan la importancia de proporcionar a los estudiantes oportunidades más allá de las aulas, como un complemento a la educación formal, incluso como una parte integral de la experiencia Universitaria. Esto contribuirá a cerrar la brecha entre la teoría y la práctica, también abrirá puertas para aquellos que desean explorar y aprender más allá de los límites tradicionales del campus.
En la era actual, la juventud alza la voz con una determinación sin precedentes, buscando algo más que una educación convencional. Somos una generación que espera arriesgarse con actitud, y que ansía elegir el camino con el corazón. Nosotros, los jóvenes de hoy, gritamos no solo para ser escuchados, sino para que nuestras ideas sean reconocidas, utilizadas y nuestras contribuciones, valoradas.
Es imperativo que las universidades reconozcan la importancia de proporcionar a los estudiantes oportunidades más allá de las aulas, como un complemento a la educación formal, incluso como una parte integral de la experiencia Universitaria
Más Allá de los Títulos hacia una Formación Integral
Lo que esperamos de la Universidad va más allá de la obtención de un título; buscamos una institución que confíe en nosotros para perseguir y alcanzar nuestros ideales. Queremos sentir la seguridad de que nuestras acciones, investigaciones e innovaciones no solo contribuirán a nuestro crecimiento personal, sino que también serán un aporte significativo para la sociedad en su conjunto. La energía y la motivación para el cambio surgen de la creencia de que lo que hacemos puede y debe beneficiar a quienes nos rodean.
En este contexto, es urgente que las Universidades integren la inteligencia emocional en sus programas. No se trata solo de acumular conocimientos académicos, al contrario, de desarrollar la capacidad de comprender y gestionar nuestras emociones. La inteligencia emocional nos previene de la parálisis en momentos difíciles, también nos empodera para cambiar de manera positiva nuestro entorno. Los jóvenes de hoy comprenden que el impacto no solo se logra a través de la mente, sino también a través del corazón y las emociones.
Es crucial reconocer que los jóvenes no son simplemente el futuro, somos una fuerza activa en el presente. Con las herramientas adecuadas y la voluntad de trabajar arduamente, podemos ser una fuerza gigante para el mundo. Buscamos no simplemente adquirir conocimientos, sino también desarrollar habilidades que nos permitan ser agentes de cambio en la sociedad. Queremos salir de la Universidad no solo como graduados, queremos ser ciudadanos conscientes, con vocación de servicio y preparados para enfrentarnos a los desafíos del mundo actual.
Únete al Espacio del estudiantado de educación superior
OSMARY YULIETH JAIMES OTALORA
Colombia
XIII Edición Programa para el Fortalecimiento de la Función Pública en América Latina