Apenas hay 10 universidades de Latinoamérica en el top 500, donde 6 de ellas son de Brasil (la de São Paulo, Federal de Rio de Janeiro, Estadual de Campinas, Estadual Paulista, Federal de Minas Gerais y Federal do Rio Grande do Sul). Chile se destaca con 2: la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile. México y Argentina completan la lista con 1 cada país: la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Buenos Aires
NORBERTO PONTIROLI Y EZEQUIEL EBORALL
Perspectiva global y educación superior
Nuestra aproximación conceptual hacia las Universidades Globales es de naturaleza aspiracional. Si bien Argentina, América Latina e Iberoamérica tienen Universidades Globales importantes, estamos rezagados con respecto a otras regiones del mundo.
Nos encanta ver en la prensa cuando los estudiantes de nuestras instituciones ganan competencias de derecho contra Harvard o de matemáticas contra el MIT. Sin embargo, el esfuerzo por potenciar la internacionalización de nuestra educación superior no ha sido sistemático ni equilibrado.
El desafío, entonces, pasa por incentivar el espíritu y carácter global de nuestras instituciones de formación superior. Para que éstas, en la medida de sus posibilidades, puedan desempeñar un papel en la búsqueda de nuestro lugar en el mundo. Que participen más activamente en pensar y proponer los aportes que podemos hacer a la solución de desafíos globales del siglo XXI, integrados a la sociedad internacional.
¿Qué son las Universidades Globales y cómo se posiciona Iberoamérica?
Las universidades globales son instituciones de educación superior que atraen a estudiantes y profesores de todo el mundo, y ofrecen una amplia gama de programas académicos y oportunidades de investigación. A menudo son reconocidas por su prestigio internacional, profesores de clase mundial y áreas de investigación vanguardistas.
Muchas están ubicadas en las principales ciudades globales. Son clusters y hubs que ofrecen un entorno multicultural que promueve el intercambio entre personas de múltiples países, orígenes y perspectivas diversas de todo el mundo. También tienden a tener fuertes conexiones con el sector privado, el gobierno y las ONG, lo que brinda oportunidades para hacer pasantías, colaboraciones de investigación y nutrir redes profesionales.
En general, las universidades globales desempeñan un papel importante en el avance del conocimiento y la configuración del futuro de la sociedad a través de su investigación, enseñanza y participación comunitaria.
Según el último ránking elaborado por la U S. News & World Reports, ninguna Universidad de América Latina se encuentra entre las mejores 100 Universidades Globales.
Apenas hay 10 universidades de Latinoamérica en el top 500, donde 6 de ellas son de Brasil (la de São Paulo, Federal de Rio de Janeiro, Estadual de Campinas, Estadual Paulista, Federal de Minas Gerais y Federal do Rio Grande do Sul). Chile se destaca con 2: la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chile. México y Argentina completan la lista con 1 cada país: la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Buenos Aires.
Hay una hegemonía de las universidades anglosajonas (las estadounidenses y británicas dominan los ránkings desde hace muchos años). Le siguen las europeas continentales y hay una creciente participación de instituciones de Asia.
América Latina y España, curiosamente, comparten la cualidad de tener 10 Universidades en el top 500 de Universidades Globales. Así, el espacio Iberoamericano, con todo lo que puede suponer como ventaja el compartir una razonable afinidad cultural y proximidad lingüística, ofreciéndonos la posibilidad de “duplicar” la masa crítica de nuestro potencial en materia de participación en las oportunidades y beneficios del ecosistema de Universidades Globales.
América Latina padece muchas formas de irrelevancia estratégica. La competencia entre nuestras Universidades Globales y las del Atlántico Norte lo confirma y ofrece un ejemplo más a la larga lista de “ausencias” latinoamericanas en los rankings globales.
Mucho de esto se explica como reflejo del bajo nivel de internacionalización de nuestros países, de nuestras sociedades y, como consecuencia, de nuestra dirigencia política y del sector privado. Pero además es un reflejo del bajo nivel de integración entre nuestras economías, de la poca participación que tenemos en las exportaciones mundiales y el bajo nivel de comercio intrarregional.
Es reflejo de nuestro rol marginal en las inversiones globales y de la emergencia de otras regiones y ciudades globales (especialmente en Asia Pacífico) que han dejado atrás a Latinoamérica y la península Ibérica en materia de atracción masiva de estudiantes, profesores, investigadores y actores públicos y privados de gravitación.
¿Cómo se forma a la primera generación de ciudadanos globales digitales?
Cada nueva generación de estudiantes presenta sus propias características y necesidades únicas. Las universidades deben adaptar la formación que les ofrecen. El mundo está en constante evolución y las universidades deben preparar a los estudiantes para enfrentar los desafíos del futuro. Muchos de esos desafíos son globales, por eso hoy es importante que la formación atienda las necesidades de la primera generación de ciudadanos globales y digitales de la historia. Una generación que busca en las aulas herramientas que le sirvan para su vida y su futuro.
-Buscan flexibilidad. Los estudiantes de hoy en día demandan opciones flexibles para adaptarse a sus estilos de vida ocupados y a sus necesidades únicas.
-Dan por hecho el uso de tecnología. Crecieron en una era digital y esperan que las universidades utilicen tecnología avanzada para mejorar su experiencia educativa.
-Quieren experiencias reales. Buscan sumar prácticas en sus campos de estudio y antes de graduarse, para estar mejor preparados para el mercado laboral.
-Entienden la educación como algo personalizado. Esperan una formación que los ponga en el centro, como protagonistas, que les permita seguir sus intereses y objetivos específicos.
-Valoran la diversidad y la inclusión. Respetan lo diverso y esperan que las universidades promuevan la inclusión y la equidad en la cultura universitaria.
Para que las universidades enfrenten los desafíos de cambio y se adapten a las demandas de las nuevas generaciones, se requiere como primer paso compromiso. Esto implica que las universidades deben investigar y comprender las necesidades de los estudiantes actuales y futuros para adaptar sus programas de estudio y servicios de apoyo.
Además, es necesario desarrollar una visión y estrategia clara para la innovación y el cambio. Tiene que involucrar en su diseño a los interesados clave, incluyendo estudiantes, profesores, personal y empleadores. En el proceso de cambio, adoptar un enfoque colaborativo para la toma de decisiones ofrece ventajas.
Asimismo, se requiere que las universidades capaciten a su personal en las habilidades y conocimientos para implementar los cambios necesarios. Esto incluye la capacitación en nuevas soluciones tecnológicas, pedagogía innovadora y habilidades interpersonales.
Universidades, futuro del trabajo y globalización
Las Universidades tienen el gran desafío de formar a sus estudiantes para hacer frente al futuro del trabajo (incluidos aquellos trabajos que todavía no existen ni tenemos la capacidad de imaginar). Para ello, además de actualizar sus programas de estudio para asegurarse de que estén alineados con las tendencias y tecnologías emergentes, tienen que poder embeber habilidades relevantes, como las digitales, el pensamiento crítico y capacidades interpersonales.
En complementación con esto es clave ofrecer talleres y cursos para desarrollar habilidades blandas. Las habilidades de comunicación, liderazgo y trabajo en equipo parecen destacarse como especialmente relevantes hacia el futuro.
También serviría incentivar que las universidades proporcionen oportunidades para que los estudiantes realicen prácticas profesionales y ganen más experiencia práctica en su campo de estudio antes de graduarse. Por ejemplo ofreciendo programas de mentoría en los que los estudiantes se asocian con profesionales de su disciplina, para obtener orientación y consejos sobre su carrera. O estableciendo colaboraciones con empresas y organizaciones relevantes, para asegurarse de que sus programas de estudio estén alineados con las necesidades del mercado laboral y dar oportunidades de empleo a los graduados.
Consideramos que para afrontar los desafíos globales (que sin dudas requieren de la acción colectiva y la coordinación de iniciativas) la universidad puede cumplir un rol clave para brindar y formar una visión global y multicultural. Una que incluso contribuya a pensar global para actuar localmente.
Esto puede lograrse desde la oferta de programas de estudio internacionales (como de hecho se hace y el campus Argentina Global ofrece una buena foto al respecto) con intercambios de estudiantes y programas de estudios en el extranjero, para que los estudiantes tengan la oportunidad de experimentar diferentes culturas y perspectivas; estableciendo colaboraciones con universidades y organizaciones internacionales para crear soluciones innovadoras; hasta el dictado de asignaturas de estudios globales que aborden los temas más urgentes y pertinentes de la actualidad, como el cambio climático, la pobreza, la guerra y la paz.
Por otro lado, es fundamental promover la interdisciplinariedad y el diálogo intercultural, por ejemplo a través de programas de investigación colaborativa que involucren a estudiantes y profesores de diferentes disciplinas, países y orígenes culturales.
Entre otras actitudes, nos parece que para esto también hace falta romper barreras disciplinarias entre Facultades, evitar las rigideces y el formalismo que hasta el día de hoy impera en muchos ámbitos de la diplomacia académica, y apelar a la importancia de generar experiencias y vínculos humanos genuinos entre la comunidad de estudiantes, investigadores y profesores de nuestros países.
¿Acaso el carácter universal del compromiso con el conocimiento y el método científico que viene embebido en el concepto de Universidad no trasciende cualquier frontera entre lo local y lo global? ¿No deberían todas las Universidades ser, en la medida de sus posibilidades, Universidades Globales en espíritu y carácter?
Una dirigencia tanto pública como privada que se piense a sí misma, a su comunidad y a su país como parte del mundo, integrada a la sociedad internacional y protagonista en el mundo, requiere de Universidades Globales. O puesto de otra forma, requiere iniciativas de formación de visión global, del rol de la persona en el marco global, una visión del mundo que haga sentido, una personalidad global.
No se trata solamente de abrir la Argentina al mundo, sino de abrir el mundo a la Argentina.
Norberto Pontiroli y Ezequiel Eborall son internacionalistas, profesores universitarios e integran el equipo de la Fundación Argentina Global, un think-tank dedicado a promover la cultura estratégica para abordar los desafíos del siglo XXI desde un rol protagónico en la agenda regional y mundial