Un dilema interesado; empleabilidad contra educación

Pablo Santana

El presente texto forma parte del artículo «Hablemos de las universidades» en el que se nos ofrece un recorrido por los principales desafíos a los que se enfrenta la institución universitaria planteados desde una perspectiva global. El texto nos invita reflexionar sobre la singularidad y relevancia de las universidades, destacando la importancia de su integración en las sociedades que las acogen.

ALFONSO GONZÁLEZ HERMOSO DE MENDOZA


Las universidades al servicio del mercado de trabajo

El exprimer ministro del Reino Unido Rishi Sunak señaló antes de las últimas elecciones que el objetivo fijado por el gobierno laborista en 1999, de que el 50 % de los jóvenes tuvieran educación superior, fue “uno de los grandes errores de los últimos 30 años”. Lo que llevó, según sus palabras, a que “miles de jóvenes fueran estafados por carreras que no hicieron nada para aumentar su empleabilidad o potencial de ingresos”. 

No sólo se asimilan las universidades a centros de capacitación profesional, sino que, además, se las hace responsables de los problemas del mercado laboral. Mientras el modelo económico permanece inalterable e incuestionable, las universidades deben responder de las contradicciones que este genera. 

El modelo de “market oriented University” está hackeado el software de los sistemas universitarios buscando dar la mayor rentabilidad a la inversión del estudiante y de los gobiernos. Así, la reiteración de noticias relacionadas con la sobrecualificación y el subempleo de los egresados, desfase de la oferta o la necesidad de graduados listos para el empleo, contribuye a extender la hegemonía de este modelo de universidad. 

El hecho de que los jóvenes no puedan alcanzar el “éxito” parece deberse al mal funcionamiento de las instituciones educativas

¿Quién tiene derecho a la educación?

Por contra, lo que nos muestra la historia, y las preferencias de los empleadores actuales (el 75% de los nuevos empleos requieren un título universitario, mientras que solo el 40% de los solicitantes potenciales lo tienen), es que las universidades han sabido conjugar educación y capacitación profesional de manera extraordinariamente ventajosa para la economía y la sociedad. No debemos olvidar hechos como que, después de la II Guerra Mundial, la ahora cuestionada democratización en el acceso a la educación superior fue un elemento esencial para alcanzar el mayor período de prosperidad de la humanidad. 

Las ventajas diferenciales que ofrecen las universidades en la formación de capital humano se soportan en un aprendizaje profundo en diversos campos académicos y profesionales. En su capacidad para cambiar a las personas. Tener un título universitario tiene mucho que ver con tener las competencias para ser un buen profesional, de la misma manera que para ser un buen ciudadano, y sobre todo con estar equipado con “una suerte de salvavidas contra el vacío” del nos hablaba George Steiner.

Si tuviéramos que señalar una debilidad de la relación sería que el paso por las universidades sólo atenúa el impacto de las diferencias sociales de origen del estudiantado en cuanto a la relevancia de las ocupaciones profesionales futuras

Sin perjuicio de la necesaria mejora de los servicios de empleabilidad y de la constante actualización curricular, el reduccionismo de los títulos oficiales para atender las demandas concretas del mercado laboral ignora que la relación entre la educación superior y el trabajo es más eficaz si están débilmente acoplados

Contraponer educación superior y empleabilidad es un argumento interesado que resuena con alegatos clasistas de los años 1980 que nos invitaban a pensar la universidad como “una fábrica de parados”. Si tuviéramos que señalar una debilidad de la relación universidad empleo sería que el paso por las universidades sólo atenúa, y cada vez menos, el impacto de las diferencias sociales de origen del estudiantado en cuanto a la relevancia de las ocupaciones profesionales futuras. La simplificación de la misión educativa de las universidades deja entrever importantes preguntas que afectan directamente al modelo de convivencia que se desea. Preguntas como, ¿quién tiene derecho a la educación superior?, o ¿quién debe tener una formación que le posibilite su desarrollo vital, el acceso a un empleo de calidad y una actitud reflexiva y crítica frente a la sociedad?

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Alfonso González Hermoso de Mendoza

Presidente de la Asociación Espacios de Educación Superior

Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.