‘¿Debe la Universidad formar hombres o sabios?’

Dublín. Iralnda AGHM

Frente a una visión que podríamos calificar ingenieril sobre cómo arreglar (to fix) la educación (sustitúyase por la universidad) con tecnología, necesitamos enfoques más complejos y matizados sobre la tecnología educativa que vean las tecnologías de la IA como algo inseparable de los cuerpos y la sociedad en la que está inmersa, como algo enredado en contextos sociales, económicos, culturales, políticos y técnicos.

El título de este texto es una pregunta literal que se planteó Manuel Bartolomé Cossío en una conferencia de 1897 sobre el sentido de la universidad (ver abajo notas)

CARLOS MAGRO


El anhelo de transformación educativa a través de la tecnología

Esto nos suena. No es la primera vez que leemos que estamos en “un escenario clave que nos hace prever un cambio de paradigma del modelo universitario[1]”. Una palabra, paradigma, y una expresión, cambio de paradigma, extraña y poco usada cuando Thomas Kuhn, a mediados del siglo XX, la introdujo para explicar el cambio entre lo que él llamaba ciencia normal y la ciencia revolucionaria, pero que hoy está por todos lados, hasta resultar absolutamente banal. El propio Kuhn llegó a afirmar que había perdido el control sobre la palabra.

Estamos, de nuevo, ante un conjunto de tecnologías que prometen cambiarlo todo y dar respuesta a nuestros problemas socioeducativos. Desde principios del siglo XX, la historia del cambio y la mejora educativa han seguido caminos paralelos a las tecnologías de la comunicación (cine, radio, TV, ordenador personal, CD-ROM, Internet, tabletas, videoconferencias, Inteligencia Artificial). Todas y cada una de estas tecnologías fueron recibidas en su momento con entusiasmo y vistas como palancas de cambio y mejora educativa, también en la Universidad.

Con todas y cada una de estas tecnologías, el cambio de paradigma siempre ha estado al alcance de la mano. Pero, la realidad es que la anhelada transformación educativa a través de la tecnología no ha sucedido. En la mayoría de las ocasiones no han sido más que futuros que nunca han sido presentes, o no al cien por cien, o no como se nos prometía. Siempre nos hemos quedado con el amargo sabor de la promesa incumplida. Algo que a la larga ha generado y genera descreimiento, cuando no claro rechazo.

Estamos ante un conjunto de tecnologías que prometen cambiarlo todo y dar respuesta a nuestros problemas socioeducativos.

Reflexiones sobre la historia olvidada de la tecnología educativa

La relación entre tecnología (véase la IA) y educación (póngase Universidad) es también una historia cargada de amnesia. O, dicho de otra manera, la historia de la tecnología educativa es una historia sin historia que nos lleva a caer, una y otra vez, en las mismas exageraciones, omisiones y errores. La historia de la educación está llena de tecnologías sobrevendidas e infrautilizadas, por utilizar el título del libro de Larry Cuban[2].

En paralelo al entusiasmo tecnológico, con cada una de estas tecnologías hemos vivido y seguimos viviendo un ciclo sísifico de pánico tecnológico[3] que nos lleva a pensar la tecnología y su impacto siempre desde cero. Como si, con la llegada de una nueva tecnología, todo fuera nuevo y no hubiéramos aprendido nada de los ciclos anteriores (sucedió con la radio en el lejano siglo XX, con la llegada de Internet en los 90 y con la irrupción de los Mooc en la primera década del 2000, por poner algunos ejemplos). No somos capaces de construir una teoría del cambio educativo impulsado por las tecnologías.

Una de las características más sorprendentes del campo de la tecnología educativa es su incapacidad para registrar su propia historia y reflexionar críticamente sobre su desarrollo, como si no hubiera tiempo para mirar por el espejo retrovisor en un campo que parece estar solo interesado en el futuro.

Una de las características más sorprendentes del campo de la tecnología educativa es su incapacidad para registrar su propia historia y reflexionar críticamente sobre su desarrollo

Leer hoy los numerosos informes que se publican a diario sobre IA y educación supone un ejercicio de retrofuturismo que nos aboca a la melancolía y la inacción.

Podríamos sustituir la palabra IA por cualquier otra tecnología de las últimas décadas y los textos se mantendrían inalterados. Literalmente. Y lo harían porque la gran mayoría no aporta nada novedoso en el análisis de lo que está pasando.

Trinity College Dublín AGHM

Repensando la integración de la tecnología en la educación

Seguimos hablando de educación centrada en los estudiantes, de personalización del aprendizaje, de eficiencia, de reducir la burocracia gracias a la tecnología, de cambios obligados en la evaluación, de modificaciones en las competencias que se deben enseñar en la universidad, de pensamiento crítico y del nuevo rol de los docentes o de la importancia de humanizar la educación como si lo segundo pudiera tener sentido sin lo primero. Mismos anhelos, mismos argumentos, mismas respuestas y misma dificultad para pensar bien los retos a los que nos enfrentamos.

Ya sé. No son iguales ni en complejidad, ni en alcance, ni aparentemente en su capacidad disruptiva (otra palabra banal). Pero ese mismo argumento construido sobre la “diferencia específica” de una tecnología sobre otras se ha utilizado con varias de estas que acabo de citar.

Nos está costando mucho, una vez más, hacer de la tecnología, del conjunto de tecnologías agrupadas bajo la denominación de Inteligencia Artificial, un objeto de indagación, problematizando tanto su aceptación y uso, como su rechazo e ignorancia. Como dice Linda Castañeda es hora de ir más allá del optimismo posibilista, la ingenuidad solucionista o el pesimismo ilustrado[4].

Nos está costando mucho hacer de la tecnología, del conjunto de tecnologías bajo la denominación de Inteligencia Artificial, un objeto de indagación, problematizando tanto su aceptación y uso, como su rechazo e ignorancia

Es hora de poner en cuestión lo que nos llega, no con la intención de rechazarlo sin más pero sí con la de alimentar un criticismo constructivo[5]. Empezando por problematizar la misma denominación de Inteligencia Artificial.

Desmitificando la Inteligencia Artificial. Su naturaleza y su papel en la educación universitaria

La Inteligencia Artificial ni es inteligente, ni es artificial. No es, al menos hoy, inteligente en el sentido humano. Hay una diferencia fundamental entre la forma en que los humanos inferimos el mundo (abducción) y la forma en que los sistemas computacionales infieren el mundo (inducción)[6]. Tampoco es artificial. Depende de la explotación de ingentes recursos energéticos y minerales, de mano de obra barata y de datos a gran escala[7]. Las infraestructuras detrás de las IA reflejan las creencias y perspectivas de un pequeño grupo de personas y sirven a los intereses de unos pocos en detrimento de otras muchas. Dejemos de revestir la IA con una capa de determinismo mágico y de imbuirle cualidades humanas que no tiene. Dejemos de igualar inteligencia con exactitud, velocidad y eficiencia.

El determinismo encantado con el que acogemos el término Inteligencia Artificial oscurece el poder y cierra la posibilidad de discusiones informadas[8], y nos lleva con cierta facilidad a situarnos en la distopía o la utopía. Dos gemelos metafísicos que ofrecen una visión profundamente ahistórica de la tecnología que ubica el poder exclusivamente dentro de la tecnología misma[9].

No negamos la relevancia y el impacto que pueden tener las Inteligencias Artificiales para la educación en general y para la universidad en particular

No negamos la relevancia y el impacto que pueden tener las Inteligencias Artificiales para la educación en general y para la universidad en particular en los próximos años (ya), pero antes de aceptar sin más el mito de la inteligencia artificial y su inevitabilidad es importante situar en el centro de la reflexión el hecho de que toda tecnología, incluida la IA, lejos de ser objetiva y neutra, está diseñada para servir e intensificar los sistemas de poder existentes. Es hora de resistirse a lo inexorable. Resistir no es ignorar, ni minusvalorar, ni excluir, ni prohibir. Resistirse a la IA es tomarse la IA en serio. Ponerla en el centro del debate universitario.

Trinity College Dublín AGHM

Comprensión crítica de la Inteligencia Artificial en la Universidad

Pensar en cómo las IAs rediseñarán la Universidad nos obliga a abrir la caja negra de la Inteligencia Artificial. Ser lo más específicos posible sobre cuál es la tecnología en cuestión de la que estamos hablando y cómo funciona. Cómo afecta cada una de estas tecnologías a los derechos fundamentales de las personas (estudiantes, docentes, gestores…). Nos exige transparencia corporativa y gubernamental. Identificar las empresas responsables de la creación y difusión de productos y aplicaciones. Atribuir agencia a los actores humanos que construyen y utilizan la tecnología, nunca a la tecnología en sí.

Es imprescindible tener una idea clara de los distintos intereses y agendas que están impulsando el debate en torno a la Inteligencia Artificial en Educación. Tenemos que ver la IA de manera relacional como algo que siempre actúa en un contexto dado, y que interactúa con cuerpos y comportamientos concretos. Tenemos que verla como algo que se usa de manera diferente en contextos diversos; que siempre tiene detrás los objetivos de quien la produce; que responde a agendas políticas (trans)nacionales; que requiere de una fuerte financiación e inversión; que siempre está inspirada -de manera explícita o no- en determinadas teorías pedagógicas o en maneras concretas de entender la educación y el aprendizaje; que está enredada en desafíos éticos profundos; y que, en definitiva, saca a la luz profundas disputas sobre los propósitos y valores de la educación[10].

Pensar en cómo la IA rediseñará la Universidad exige hacer, en primer lugar, una profunda reflexión sobre el sentido y los fines de la educación superior.

Pensar en cómo la IA rediseñará la Universidad exige hacer, en primer lugar, una profunda reflexión sobre el sentido y los fines de la educación superior.

Más que hablar de la Universidad en la era de la Inteligencia Artificial, hablemos sobre qué sociedad y qué universidad queremos. Más que preguntarnos cómo va a cambiar la IA la Universidad preguntémonos cómo podemos cambiar la actual deriva de la IA desde la Universidad.

Abordando la complejidad de la Inteligencia Artificial en la universidad

Frente a una visión que podríamos calificar ingenieril[11] sobre cómo arreglar (to fix) la educación (sustitúyase por la universidad) con tecnología, necesitamos enfoques más complejos y matizados sobre la tecnología educativa que vean las tecnologías de la IA como algo inseparable de los cuerpos y la sociedad en la que está inmersa, como algo enredado en contextos sociales, económicos, culturales, políticos y técnicos.

Es fundamental poner en el centro del debate cuestiones de política, poder, injusticia institucionalizada y daño social

No olvidemos que cada elección tecnológica que hacemos tiene implicaciones y que lo que necesitamos saber sobre las tecnologías, no es cómo usarlas sino entender bien cómo éstas nos usan a nosotros[12]. Es fundamental poner en el centro del debate cuestiones de política, poder, injusticia institucionalizada y daño social[13].

Como sostenía hace unos años Sonia Livingston[14] ha llegado el momento de hacerse preguntas básicas pero desafiantes que nos ayuden a pensar mejor y a perfilar las aristas de la compleja relación entre tecnologías y educación: ¿qué es realmente nuevo? ¿cuáles son las consecuencias no deseadas o los efectos de segundo orden de la incorporación de tecnologías en educación? ¿cuáles son las ganancias potenciales? ¿cuáles son las pérdidas potenciales? ¿qué valores y agendas subyacentes están implícitos? ¿quién se beneficia y de qué manera? ¿cuáles son los problemas sociales que presenta la tecnología digital?

No compremos los futuros de otros. Si algo sabemos sobre el futuro es que depende de nosotras que este no sea inexorable. Enfrentemos la tradicional incapacidad de la universidad para imaginar sus posibles futuros. Recuperemos el control sobre las palabras que usamos y recuperemos también el control sobre nuestra capacidad de imaginar futuros posibles para la universidad. No podemos predecir el futuro. Pero sí podemos soñarlo, imaginarlo y proyectarlo. Sí podemos construir una utopía que pase por imaginar visiones de futuro valientes, coherentes, inspiradoras y realistas.


* El título de este texto es una pregunta literal que se planteó Manuel Bartolomé Cossío en la conferencia, en la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo de Madrid, titulada: ‘Los problemas contemporáneos en la ciencia de la educación’. El texto fue publicado en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, XXI (1897). Recuperada de Ortero Urtaza, E. (Ed). Manuel Bartolomé Cossío. El maestro, la escuela y el material de enseñanza. Biblioteca Nueva. 2007. p. 193

[1] Universidad Europea de Madrid (2024). La Universidad en la Era de la Inteligencia Artificial. Observatorio de Inteligencia Artificial en Educación Superior.

[2] Cuban, L. (2001). Oversold and Underused. Computers in the Classroom

[3] Orben, A. (2020). The Sisyphean Cycle of Technology Panics. Perspectives on Psychological Science 2020 15:5, 1143-1157

[4] Castañeda, L. (2019). Debates regarding Technology and Education: contemporary pathways and pending conversations. RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 22(1), pp. 29- 35. doi: http://dx.doi.org/10.5944/ried.22.1.23020

[5] Selwyn, N. (2023). Constructive Criticism? Working with (Rather than Against)

the AIED Back-Lash. International Journal of Artificial Intelligence in Education https://doi.org/10.1007/s40593-023-00344-3

[6] Larson, E.J. (2022). El mito de la Inteligencia Artificial. Por qué las máquinas no pueden pensar como nosotros. Shackleton Books.

[7] Crawford, K. (2022). Atlas de inteligencia artificial. Fondo de Cultura Económica

[8] Crawford, K. (2022). Atlas de inteligencia artificial. Fondo de Cultura Económica

[9] Crawford, K. (2022). Atlas de inteligencia artificial. Fondo de Cultura Económica

[10] Castañeda, L., & Williamson, B. (2021). Assembling New Toolboxes of Methods and Theories for Innovative Critical Research on Educational Technology. Journal of New Approaches in Educational Research, 10(1), 1-14. doi:https://doi.org/10.7821/naer.2021.1.703

[11] Bartolomé, A; Rodríguez Illera, J L & Lindín, C. (2018). Una “educación” en manos de ingenieros.

[12] Postman, N. (1999). El fin de la educación. Octaedro

[13] Selwyn, N (2015). Technology and education – why it’s crucial to be critical. En Bulfin, S., Johnson, N. & Bigum, C. (eds.) (2015). Critical perspectives on technology and education. New York, Palgrave Macmillan

[14] Livingstone, S. (2012). Critical reflections on the benefits of ICT in education. Oxford Review of Education, 38(1): 9-24.


CARLOS MAGRO

Presidente de la asociación educación abierta.

https://educacionabierta.org

Twitter @c_magro

Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.