Signos de fatiga. Hablemos de las universidades

Pablo Santana

El presente texto forma parte del artículo «Hablemos de las universidades» en el que se nos ofrece un recorrido por los principales desafíos a los que se enfrenta la institución universitaria planteados desde una perspectiva global. El texto nos invita reflexionar sobre la singularidad y relevancia de las universidades, destacando la importancia de su integración en las sociedades que las acogen.

ALFONSO GONZÁLEZ HERMOSO DE MENDOZA


En una entrevista de 1997 en Forbes , Peter Drucker dio su veredicto: “Dentro de treinta años, los grandes campus universitarios serán reliquias. Las universidades no sobrevivirán”.

Universidades en crisis

Cuando pedimos que hablemos de universidades es porque, más allá de la sensación sostenida en el tiempo de la necesidad de reforma, hay evidencias de que estamos ante una crisis que cuestiona la viabilidad del sistema universitario actual. 

Estos signos de fatiga nos han llegado en un momento en el que la convivencia democrática demanda espacios de libertad para el conocimiento y la educación, de la misma manera que entidades capaces de organizarse en redes globales y abiertas desde las que contribuir al bien común con rigor, creatividad y reflexión crítica. Instituciones que desde su autonomía ofrezcan alternativas de futuro frente a realidades impuestas como inevitables e irreversibles, así como ante los cada vez más frecuentes y corrosivos discursos del odio. 

Es esencial entender que el debate de las universidades trasciende el ámbito académico. Cuando se propone conversar sobre las universidades, de lo que se está hablando es de la transformación de sus entornos, del reconocimiento del papel de las universidades para la construcción de la convivencia democrática. De esta manera, la ampliación de los límites del debate sobre las universidades, habitualmente centrado en la financiación y el gobierno, se convierte en una cuestión esencial.

Cuando pedimos que hablemos de universidades es porque hay evidencias de que estamos ante una crisis que cuestiona la viabilidad del sistema universitario actual

El espíritu crítico de la universidad, sólo posible desde su autonomía, se hace más necesario hoy en la medida en que la privatización del conocimiento nos conduce a la sensación de que políticos y corporaciones pueden comprar en el mercado de los expertos y consultores la construcción de los relatos que legitimen lo que ya está sucediendo.  Según el espacio para una institución esencialmente crítica, y por tanto molesta, como es la universitaria, se va restringiendo, la sociedad se va quedando más inerme y la fuerza de lo ineludible agosta la democracia.

Repensar las universidades

Urge incorporar nuevos elementos en una polémica que, si bien se presenta áspera en sus formas, en el fondo resulta confortable a los actores en tanto no cuestiona el status quo. Enmarcar el diálogo universitario en las disputas sobre quién decide y cuánto dinero público se aporta supone ignorar el debate esencial sobre el propósito de la institución, así como reducir la conversación a los políticos y universitarios, despreciando la oportunidad de hacer partícipe a la sociedad.

Por otra parte, primar la discusión sobre la financiación y el gobierno es coherente con los valores del gerencialismo que se han naturalizado en las últimas décadas en la vida universitaria. Así, ante los recortes y la inacción de los gobiernos, más allá de los designios del mercado, las universidades públicas se han mostrado autosuficientes mientras crecía el número de estudiantes, el profesorado aceptaba la precariedad, el funcionamiento ordinario se mantenía pese al deterioro de las infraestructuras y las sociedades mantenían su fe.

Una ilusión de independencia que hoy parece imposible de mantener mientras emergen los damnificados y las contradicciones acumuladas se vuelven difíciles de superar sin conseguir un cambio radical de legitimidades. Una situación que adelanta un claro perdedor. En primera instancia, las universidades, en especial las públicas, abocadas a la entropía o a la lógica imposible de los mercados. Y en último término, la democracia.

Enmarcar el diálogo universitario en las disputas sobre quién decide y cuánto dinero público se aporta supone ignorar el debate esencial sobre el propósito de la institución

Para acercarnos a este debate, hemos identificado diez de los múltiples temas que están tensionando el funcionamiento de las universidades. Diez propuestas reticulares por las que se puede transitar de manera natural y que no tienen otro fin que servir para propiciar una conversación interesada sobre las universidades. En cinco de ellas se ha querido destacar que predominan los elementos externos, y en las otras cinco que responden más a razones endógenas.

Artículo completo «Hablemos de las universidades»


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Alfonso González Hermoso de Mendoza

Presidente de la Asociación Espacios de Educación Superior

Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.