Mi generación de editores es testigo presencial de las transformaciones en la forma de crear y distribuir contenidos editoriales desde el cambio de siglo: el libro electrónico, las nuevas posibilidades de la escritura y la autoría que modificarían el concepto de libro, las librerías virtuales y la distribución de contenidos a través de la web, la consolidación del ingreso de capitales financieros poderosos en el control de conglomerados editoriales mundiales, y la entrada de nuevos actores en la secular industria, representados por las ‘Big Techs’, compañías tecnológicas con presencia económica hegemónica en el mundo y que crearon alternativas para producir y distribuir.

JOSÉ CASTILHO MARQUES NETO


Cambridge y la Evolución de la Publicación Científica

La Real Carta de Patentes que la Universidad de Cambridge (Reino Unido) recibió en 1534, autorizándola a editar e imprimir libros, la consagró como la editorial universitaria más antigua del Occidente y, al mismo tiempo, forjó un modelo de publicación académica que se consolidó como edición científica. En resumen, este modelo conceptualiza la publicación de los resultados de las investigaciones científicas como una actividad finalista de las universidades que se constituyen como centros de excelencia en educación e investigación.

La editorial universitaria se convirtió en parte integral de una academia humanística e innovadora, forjada en los nuevos aires de la Modernidad del siglo XVI, integrándola en el renacimiento de las ciencias, las culturas y las artes que fundaron la era moderna e influenciaron la contemporánea. La historia resultante de estos contextos es extensa y no cabe extenderla aquí, pero es importante señalar que investigar y difundir la investigación para la sociedad que alberga y provee a las universidades es parte constitutiva de las misiones de nuestras universidades hasta hoy.

Si los siglos XV y XVI fueron eras de transformación duradera en la técnica, la forma y el contenido de las publicaciones, generando la industria editorial que ha recorrido los últimos 5 siglos, es innegable que nuestro siglo XXI es protagonista de una nueva era de transformaciones en este universo de la palabra que transmite el conocimiento, lo literario, lo poético y todo lo que los seres humanos producen mediante la verbalización y la escritura como expresión de sus sentidos y actividad consciente, ‘racional’, como decían los enciclopedistas.

La Carta Real que la Universidad de Cambridge recibió en 1534, autorizándola a editar e imprimir libros, la consagró como la editorial universitaria más antigua de Occidente y forjó un modelo de publicación académica que se estableció como edición científica.

Transformaciones en la publicación en la era digital

Mi generación de editores es testigo presencial de las transformaciones en la forma de crear y distribuir contenidos editoriales desde el cambio de siglo: el libro electrónico, las nuevas posibilidades de la escritura y la autoría que modificarían el concepto de libro, las librerías virtuales y la distribución de contenidos a través de la web, la consolidación del ingreso de capitales financieros poderosos en el control de conglomerados editoriales mundiales, y la entrada de nuevos actores en la secular industria, representados por las ‘Big Techs’, compañías tecnológicas con presencia económica hegemónica en el mundo y que crearon alternativas para producir y distribuir.

Los últimos 20 años han consolidado el camino anunciado, y como suele suceder en la historia: no todo ha sido según los vaticinios y los catastrofistas, ni todo se ha conservado intacto como desearían los conservadores. Podemos afirmar dos cosas fundamentales después de estas dos décadas: 1. Que la transformación en la producción e industrialización de la escritura, a la que Roger Chartier llama ‘textualidad electrónica’, no tiene la misma equivalencia que el libro tradicional por numerosas razones que el propio Chartier expone.

El nuevo mundo de la virtualidad, al transformar la escritura, la forma de editar y la forma de leer, no ha reemplazado al libro impreso con el libro digital, sino que ha creado otro registro de transmisión de la palabra cuyos desdoblamientos aún están por determinarse. 2. Todos los indicadores demuestran que estamos apenas en el comienzo de estas transformaciones tecnológicas y de sus dispositivos electrónicos que abarcan toda la cadena creativa, productiva y distributiva del libro y la lectura.

El nuevo mundo de la virtualidad, al transformar la escritura, la forma de editar y la forma de leer, no ha reemplazado al libro impreso con el libro digital, sino que ha creado otro registro de transmisión de la palabra cuyos desdoblamientos aún están por determinarse.

La Universidad Frente a la Lógica Consumista y Tecnológica en la Era Contemporánea

Este «nuevo mundo» ha creado sus propias dinámicas, incluso en la formación de sus profesionales, orientados al desarrollo de innovaciones que atienden la creación de demandas por más productos para el consumo. La lógica formadora de los cuadros tecnológicos y pensadores de esta nueva era económica también prescindió de los valores e ideales comunes construidos en la modernidad y basados en conceptos como Estado, Bien Común, Bienestar Social, entre otros.

Hoy en día, la innovación y las tecnologías se centran en aumentar y facilitar el consumo y la lógica de los mercados. No es casualidad que sus centros de desarrollo tecnológico se concentren en grandes mercados y no en regiones con bajos índices de consumo. Tomemos el ejemplo de Amazon: en los EE. UU. mantiene 15 centros de desarrollo de software; en Canadá, 3, sumando 18 en América del Norte. En contraste, en América del Sur hay solo 1, en São Paulo, Brasil, para todo el continente.

¿Cuál es la posibilidad de que la edición universitaria, la de la reflexión, la del disfrute literario y artístico, la que forma conciencias a través de la investigación y el conocimiento generado por ella, sea solo una pieza en este juego de consumo dictado por algoritmos? ¿Qué hacer ante este panorama en el que la propia idea de producción científica, de innovación tecnológica, está dominada por la lógica empresarial del consumismo y alejada de los valores de formación e investigación para lo público, característicos de la universidad moderna?

La innovación y las tecnologías se centran en aumentar y facilitar el consumo y la lógica de los mercados. No es casualidad que sus centros de desarrollo tecnológico se concentren en grandes mercados y no en regiones con bajos índices de consumo.

Este esfuerzo ciertamente no debería recaer solo en las editoriales universitarias. La propia Universidad debería revisarse como productora y publicadora de contenidos. Si realmente es un dinamo que genera conocimiento autónomo y socialmente necesario, toda la producción intelectual debería ser trabajada de manera unificada, integrando todos sus canales de comunicación con la sociedad en una nueva institución, a la que aquí llamo ‘editora multidimensional’.

Hacia una comunicación de conocimiento multidimensional

Más allá de la editorial tradicional, se requieren medios diversos y multiplataformas, con desarrollos armoniosamente integrados y planificados para transmitir de manera ininterrumpida y diversa todos los contenidos científicos, académicos, culturales y artísticos producidos por la comunidad académica. Esto implica que todos los canales de comunicación de la universidad, incluyendo la editorial, las publicaciones periódicas, la prensa escrita, televisiva y radiofónica, las redes vinculadas a internet, los servicios y redes bibliotecarias, los repositorios, entre otros, deberían integrarse en una única operación institucional de transmisión del conocimiento universitario, eliminando las fragmentaciones que se diluyen fácilmente en la desigual competencia de nuestros días.

Frente a la abrumadora magnitud de las corporaciones y las Big Techs que dominan cada vez más un mercado editorial que alguna vez fue autónomo y libre, las universidades podrían atreverse una vez más, como lo hicieron hace cinco siglos, a explorar un nuevo camino. En este nuevo enfoque, la editorial académica se expande significativamente para convertirse, con una masa crítica unificada, en un poderoso vehículo de comunicación multidimensional, una alternativa a la predominante distribución de literatura y ensayos que son simulacros de conocimiento, propagadores de noticias falsas, y simplificaciones groseras que atentan contra nuestra humanidad y incluso contra nuestra presencia como seres humanos en el planeta.

Comprender su acción comunicativa en un mundo en crisis ética y social es tan importante como el conocimiento que la universidad genera. Al tomar este camino, las universidades comprometidas con la causa pública también abrazarán una de sus misiones más sublimes y necesarias: educar, formar integralmente al ciudadano. Cada profesor, especialista en su área científica, se convertirá, a través de una editorial multidimensional, en autor y formador versátil de la ciudadanía a lo largo de toda la vida.


JOSÉ CASTILHO MARQUES NETO

Doctor en Filosofía por la USP, profesor de la UNESP. Fue Secretario Ejecutivo del Plan Nacional del Libro y la Lectura de Brasil (PNLL), Director de la Biblioteca Pública Mário de Andrade en São Paulo, Presidente de la Asociación Brasileña de Editoras Universitarias (ABEU) y de la Asociación de Editoras Universitarias de América Latina y el Caribe (EULAC). Consultor en www.jcastilhoconsultoria.com.br

Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.