Durante estos últimos cincuenta años, la Universidad española ha tenido que adaptarse a las grandes modificaciones que se han producido en el marco institucional, en el entorno universitario y en las tecnologías, especialmente de la información y las comunicaciones
ARTURO ROMERO SALVADOR
Adaptación a grandes cambios
A pesar de sus más de nueve siglos de existencia, la Universidad es una institución bastante reciente. Sin embargo, ha tenido un papel fundamental en la aceleración que se ha producido en el proceso de evolución intelectual que ha seguido la humanidad. Es este proceso de cambio tan acelerado el que permite observar diferencias significativas en un periodo de tiempo tan corto, menos de medio siglo, como es la vida académica de un profesor universitario.
Durante estos últimos cincuenta años, la Universidad española ha tenido que adaptarse a las grandes modificaciones que se han producido en el marco institucional, en el entorno universitario y en las tecnologías, especialmente de la información y las comunicaciones.
En la década de los setenta, la Universidad española estaba condicionada por una dictadura que regulaba su funcionamiento, financiación, titulaciones, planes de estudio, etc.
La figura del catedrático
En esta primera etapa, la Universidad dedicaba la mayor parte de su esfuerzo a la docencia de la licenciatura y a la formación de unos pocos doctores. Ambas actividades giraban en torno al catedrático. Los alumnos recibían clases magistrales, basadas en manuales y apuntes del profesor, a las que se añadían, como complemento, clases de resolución de problemas y unas prácticas rutinarias. Los doctorandos se centraban en la realización de un trabajo original (experimental en las Facultades de Ciencias) sobre un tema que, con mucha frecuencia, no suponía una continuidad de trabajos anteriores.
Se produce un profundo cambio, ya en democracia, cuando se sustituye el marco institucional anterior por otro adaptado a la Ley de Reforma Universitaria (LRU, 1983) y a la Ley de Fomento y coordinación general de la investigación científica (Ley de la Ciencia, 1986). Con el aumento de profesores permanentes a partir de la LRU, se modifica el modelo docente. La limitación del número de alumnos por clase y los nuevos planes de estudio traen consigo un aumento significativo de las asignaturas que pueden cursarse.
La responsabilidad de la docencia deja de estar centrada en un profesor, catedrático, para distribuirse entre todos los que, o bien han logrado plaza de funcionario, o bien están a la espera de lograrlo, o son contratados como profesores asociados. Los alumnos que realizan la tesis doctoral abordan su trabajo en alguna de las líneas de investigación que se van consolidando en los departamentos y, además, pasan unos meses en algún centro de investigación fuera de España.
Ley de la Ciencia
Hasta la aprobación de la Ley de la Ciencia, la actividad investigadora no era prioritaria en la Universidad española. En la mayoría de las cátedras se disponía de muy pocos recursos para financiar proyectos de investigación y eran escasas las publicaciones internacionales. A partir de esta ley se desarrolla un proceso que hace posible un gran crecimiento de la investigación realizada en el ámbito universitario. Comienzan a ponerse en marcha convocatorias destinadas a financiar esta actividad con fondos públicos. Así, se forman equipos de investigación que presentan proyectos para que, una vez evaluados en función de la calidad, compitan por lograr su financiación.
La continuidad y crecimiento de estas convocatorias, a lo largo de los años, ha contribuido a impulsar y consolidar muchos grupos de investigación similares a los que hay en los países de nuestro entorno. Para potenciar la investigación en los centros públicos se incentiva económica y académicamente a los profesores que someten su currículum científico a una evaluación con indicadores internacionales
Espacio Europeo de Educación Superior
Un segundo cambio de gran calado se produce a partir de la incorporación de España a la Unión Europea y de la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES/Bolonia, 1999). Desde que se implantó el EEES se inició la homogeneización de las titulaciones (tres ciclos de formación) y de los planes de estudio. Asimismo, aumentó la movilidad de profesores (poco) y de alumnos (mucho) por el continente europeo, y comenzó a cambiar la forma de enseñar, de aprender y de evaluar.
La educación por competencias desplazó a los métodos basados en la clase magistral y se estableció una enseñanza tutorizada por el profesor en la que se fomentó, entre otras cosas, el trabajo en grupo y la utilización del campus virtual. Profesores y alumnos han ido incorporando las aplicaciones tecnológicas en la docencia para distintos objetivos como el cálculo, la comunicación, la transmisión de conocimiento, la simulación o el acceso a la información.
Desde la primera etapa también se ha producido una gran transformación de la vinculación de la universidad con la sociedad. Se partía de un modelo en el que existían tres tipos de dedicación (normal, plena y exclusiva) para los profesores. En aquellas materias asociadas al mundo profesional eran muy pocos los que tenían dedicación exclusiva porque buena parte de su actividad se desarrollaba en otros ámbitos. Generalmente lograban algunos fondos para abordar investigaciones relacionadas con su actividad no académica, así como también incorporaban su experiencia a la docencia y facilitaban el acceso de los alumnos al mercado laboral.
Con la desaparición de las dedicaciones normal y plena se puso de manifiesto que la Universidad no disponía de mecanismos apropiados para gestionar contratos con otras instituciones. A principios de los setenta, un grupo de profesores y empresarios tomaron la iniciativa para resolver este problema y concibieron las Fundaciones Universidad-Empresa con el fin de encauzar estas relaciones y administrar los fondos transferidos.
Años más tarde cada Universidad crea una OTRI (Oficina de transferencia de resultados de investigación) y su propia fundación con el fin de potenciar la difusión de sus capacidades técnico-científicas a organismos públicos y privados. Para completar su interacción con el tejido empresarial, se promovió la transferencia del conocimiento ayudando a que los profesores establecieran empresas basadas en los resultados de sus investigaciones.
En esta mirada al pasado se observa que la Universidad española ha sido capaz de evolucionar para adaptarse a las cambiantes situaciones sociopolíticas de su entorno. Es probable que los centros universitarios deban evolucionar en los próximos años hacia centros internacionales de conocimiento en los que trabajen profesores y alumnos para dar respuesta, desde la libertad, a las múltiples demandas de la sociedad que los sustenta, sin olvidar que deben operar y competir en un mundo globalizado.
ARTURO ROMERO SALVADOR, profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid, Académico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España
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