«Si el indicador de empleabilidad fuera el único relevante, creo sinceramente que la universidad, tal como la hemos entendido hasta ahora, dejaría de existir. De la universidad se espera que sea capaz de generar conocimiento y esto exige función investigadora; se espera también que sea capaz de transferir el conocimiento a la sociedad, en colaboración con agentes externos al propio sistema universitario; y se espera, por encima de todo, que forme personas cultas capaces de interpretar la realidad y la sociedad que les rodea para influir en ella de manera positiva». señala la rectora de la Universidad Villanueva.
Carmen Fuente es una destacada académica con una gran trayectoria en la docencia universitaria y la gestión académica. Con más de 20 años de experiencia en la Universidad Complutense y en instituciones como el CES Villanueva y la Universidad Villanueva, ha ocupado puestos directivos, incluyendo el de Vicerrectora de Investigación e Innovación y actualmente el de Rectora de la Universidad Villanueva. Su extensa actividad investigadora se refleja en más de 70 publicaciones, numerosas ponencias en congresos nacionales e internacionales, y su participación en diversos proyectos de investigación a nivel nacional e internacional. Además, su compromiso con la comunidad académica se evidencia en su participación en múltiples asociaciones científicas y su labor como evaluadora en revistas especializadas.
En el ámbito profesional, Carmen Fuente ha dejado su huella en el sector audiovisual y de telecomunicaciones, ocupando cargos en empresas como ONO y Grupo Planeta. Su experiencia como periodista en Europa Press y como directora de comunicación en varias empresas la ha dotado de una perspectiva amplia y práctica en el campo de la comunicación. Además, su labor como consultora y su dirección en campañas de comunicación para organizaciones ciudadanas demuestran su versatilidad y capacidad para aplicar sus conocimientos en contextos diversos.
En este año están celebrando el cuarenta aniversario de la Institución Villanueva ¿Cómo ha cambiado el sistema universitario español en este periodo?
En estas décadas que van desde nuestra creación como centro universitario adscrito a la Universidad Complutense hasta la actualidad, el sistema universitario ha experimentado una transformación extraordinaria. Entre los aspectos más relevantes se pueden citar estos: la multiplicación de centros privados, que amplían las oportunidades de estudio en función de una diversificación de enfoques, titulaciones, metodologías y orientaciones pedagógicas; el desarrollo de la capacidad competitiva del sistema universitario español en el ámbito de la investigación científica mundial gracias sobre todo a la inversión pública y privada en I+D y desarrollo de talento; y la ampliación del acceso a la universidad a prácticamente toda la población en edad y con capacidad de aprovecharlo.
En el lado más negativo creo que hay que situar la excesiva normativización de nuestra actividad, que convierte al sistema universitario español en uno de los más burocratizados y controlados de nuestro entorno. Tampoco creo que sea positiva la asimilación que hemos hecho de algunos de los peores tics de otros sistemas universitarios caracterizados por la acumulación de microméritos como objetivo casi único del profesorado universitario para progresar en la carrera académica.
Hace ahora cinco años que se aprobaba la ley de reconocimiento de la Universidad Villanueva ¿Qué valor aportó el reconocimiento como Universidad?
Fundamentalmente, la capacidad de intervenir en nuestros planes de estudio para adaptarlos tanto a las necesidades del mercado laboral como a nuestro proyecto educativo, así como la posibilidad de poder diseñar y poner en marcha nuevas titulaciones.
No paran de producirse noticias de la venta o creación de nuevas Universidades en España ¿Estamos ante una burbuja especulativa en la educación superior?
Es un fenómeno interesante que contrasta con las tendencias demográficas, que apuntan a un descenso significativo en las matriculaciones de alumnos nacionales y que nos obligarán a muchos a orientarnos a otro tipo de públicos diferentes de los estudiantes procedentes de bachillerato que han constituido hasta ahora la base del sistema universitario. Todos trabajamos ya, con mayor o menor intensidad, en proyectos de formación permanente, atracción de estudiantes internacionales, etc. A la vez, las condiciones para la creación de universidades exigen una alta inversión en profesorado cualificado y en recursos de investigación de las que no sé si todos los inversores son conscientes.
el indicador más relevante de la eficacia formativa de una universidad es su tasa de empleabilidad
Hemos pasado el ecuador de los cinco años previstos en RD 640/2021 de creación, reconocimiento y autorización de universidades para que las universidades se adapten a sus duras exigencias, ¿Cómo está impactando esta norma en la realidad del sistema universitario español?
El RD 640/2021 tiene sus precedentes en los RD 557/1991 y en el RD 420/2015, que lo sustituyó. Todo el recorrido que marcan los tres textos está caracterizado por una intervención cada vez mayor de las administraciones públicas en el diseño, gestión y control de la actividad desarrollada por las universidades, tanto públicas como privadas. La combinación del RD 640/2021, que regula la creación de universidades y el RD 822/2021, que hace lo mismo con las enseñanzas que pueden impartir estas, genera un marco de intervención que hace ciertamente compleja la gestión de instituciones universitarias y muy especialmente las de iniciativa privada.
Para la creación de universidades se han incrementado los requerimientos relativos a la cualificación del profesorado, la producción científica y la inversión en investigación y todos estos requisitos forman parte de lo que desde la administración central se consideran estándares mínimos de calidad. El problema de su aplicación es doble. Por una parte, todavía estamos a la espera de que se concreten los criterios con los que se construirán los indicadores de cumplimiento, lo que nos deja a todos en un entorno de incertidumbre que complica la gestión. Por otra, los nuevos requisitos afectan de manera especial a las universidades creadas en los últimos años, a las que se obliga a alcanzar en un periodo limitadísimo, las ratios que se exigen a universidades con tradición centenaria.
En lo que se refiere a ordenación de las enseñanzas, se obliga a un modelo de universidad generalista en el que tienen poca cabida las instituciones más especializadas en algún ámbito de conocimiento, a la vez que se establecen límites sorprendentes al desarrollo de programas de posgrado, de titulaciones propias adaptadas a necesidades específicas del mercado y de programas de formación profesional de ciclo superior.
Los rankings internacionales de universidades están siendo abiertamente cuestionados como instrumentos fundamentalmente de marketing y promotores de inequidad por algunas de las más reputadas universidades e incluso por la ONU ¿Cómo podemos saber que una universidad es la adecuada a nuestras necesidades formativas?
Si hablamos en términos estrictamente de mercado, el indicador más relevante de la eficacia formativa de una universidad es su tasa de empleabilidad. Es decir, cuántos de sus titulados están trabajando en el sector de actividad para el que se prepararon, o bien en qué medida las certificaciones o títulos obtenidos en programas especializados son demandados por empresas y profesionales en ejercicio. En este ámbito de la empleabilidad, las universidades privadas están por delante de las públicas en términos globales.
Pero si el indicador de empleabilidad fuera el único relevante, creo sinceramente que la universidad, tal como la hemos entendido hasta ahora, dejaría de existir. De la universidad se espera que sea capaz de generar conocimiento y esto exige función investigadora; se espera también que sea capaz de transferir el conocimiento a la sociedad, en colaboración con agentes externos al propio sistema universitario; y se espera, por encima de todo, que forme personas cultas capaces de interpretar la realidad y la sociedad que les rodea para influir en ella de manera positiva.
Para medir la función investigadora hay rankings específicos que van más allá del cómputo puramente cuantitativo y miden la influencia efectiva de la investigación desarrollada; también se están desarrollando diferentes tipos de indicadores relacionados con la transferencia. Pero para saber en qué medida una universidad es capaz de sembrar en sus estudiantes el amor por la sabiduría, la verdad, la belleza y el bien común, hay que esperar a ver cómo maduran individualmente cada uno de estos estudiantes y en qué medida son capaces de ser ejemplares en su entorno. Y esto no se puede medir con indicadores.
Se pueden generar indicadores de prestigio: p.ej., cuántos líderes sociales, académicos o políticos están entre los antiguos alumnos de una universidad, cuántos premios Nobel, cuántos galardones acumulados… Pero estos indicadores no nos dicen en qué medida una universidad es capaz, de manera global y extendida a la totalidad de su alumnado, de promover generaciones de egresados comprometidos consigo mismos y con la sociedad en la que les toca vivir.
Los ingresos que genera la industria de la educación superior en países como el Reino Unido son de decenas de miles de millones de libras. ¿Están las universidades españolas en condiciones de competir en la captación de estudiantes en un mercado global de la educación superior?
Creo que sí pero aún hay mucho trabajo por hacer, tanto por parte de las administraciones públicas como, sobre todo, de tipo colaborativo entre universidades, para proyectar nuestro país como destino universitario de preferencia, y algunas comunidades autónomas en particular. Tenemos una oportunidad extraordinaria con los países de habla española pero también en otros entornos geográficos. Para aprovechar estas oportunidades, creo que debemos generar esfuerzos conjuntos.
aún hay mucho trabajo por hacer, tanto por parte de las administraciones públicas como, sobre todo, de tipo colaborativo entre universidades, para proyectar nuestro país como destino universitario de preferencia, y algunas comunidades autónomas en particular
Las prácticas externas en el entorno de trabajo o en el de la actividad propia de la titulación de que se trate se han convertido en un derecho del estudiantado universitario del que depende la plena adquisición de las competencias propias y la empleabilidad. ¿Cómo garantizan en la Universidad Villanueva este derecho?
Nuestro compromiso más claro se refleja en los planes de estudio de nuestras titulaciones, en todas las cuales hemos incluido prácticas curriculares y/o actividades de Aprendizaje Servicio, que vinculan los conocimientos adquiridos con necesidades sociales concretas, a través de convenios con entidades del Tercer Sector y organismos públicos.
¿Qué aporta de diferencial la Universidad Villanueva al sistema universitario español?
Todas las universidades buscamos diferenciarnos de alguna manera de las demás y, a veces, caemos en el artificio de la diferenciación en términos de posicionamiento de marca, construyendo atributos de la misma que no siempre impregnan de manera profunda nuestra actividad y desarrollo. Nosotros hemos nacido con un propósito sencillo pero a la vez el más exigente de todos: ser realmente una universidad, esto es un espacio de confluencia de aquellos que pueden enseñar y aquellos que desean aprender, animados por la búsqueda de la verdad desde la libertad y orientados al bien común.