Con motivo de la finalización el próximo seis de mayo del plazo de recogida de información en la primera encuesta sobre «Experiencia del estudiantado en el sistema universitario español» del Observatorio EsdeES hemos solicitado su colaboración al Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina desde el convencimiento en que cualquier processo de transformación que se vaya a realizar en la Universidad pasa por redefinir la relación del estudiando con la institución, y a través de ella con la sociedad
LAURA CORTÉS FRAILE Y GUILLERMO RAMOS NOGUERA
CÓMO QUIERE EL ESTUDIANTADO DE MEDICINA QUE SEA SU UNIVERSIDAD”
El Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina, se constituye como una organización universitaria, política sin vinculación a ningún partido, laica y sin ánimo de lucro que funciona como máximo órgano de representación del estudiantado de medicina a nivel nacional.
Es por ello por lo que su estructura vital se fundamenta en transmitir las reivindicaciones del estudiantado de Medicina del país a los organismos competentes, para impulsar una mejora de su situación universitaria y laboral. Así, dentro de las reivindicaciones del estudiantado de Medicina sobre cómo debe ser su universidad, reivindicamos:
Sobre la universidad pública gratuita
Hoy en día, el concepto de “universidad pública” está cogido con pinzas. Entre las definiciones que da la RAE del término “público” encontramos aquello perteneciente o relativo al Estado o a otra Administración o, la que más nos gusta, aquello accesible a todos. Y es ahí precisamente donde las universidades de este país flaquean, puesto que no son accesibles a todas las personas que quieren estudiar en ellas, principalmente, por razones económicas.
Desde el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina reivindicamos la necesidad de universidades públicas gratuitas para garantizar el derecho a la educación y asegurar el acceso igualitario a esta, sin importar el nivel socioeconómico de los y las estudiantes.
La brecha de acceso a la educación superior tiene consecuencias detrimentales en la vida de las personas a largo plazo, impactando directamente en sus oportunidades de trabajo. Por lo general, pasamos de un bajo nivel económico que resulta en un bajo nivel educativo y este, de nuevo, deriva en un bajo nivel económico. Al final, es la pescadilla que se muerde la cola, resultando en los mismos perjudicados generación tras generación. Por no hablar de aquellos estudiantes que deben trabajar para costearse los estudios, situándolos en clara desventaja respecto al resto de sus compañeros por razones obvias.
Aunque las becas intentan paliar esta brecha económica, la realidad es que las condiciones a las que se enfrentan los estudiantes becados no mejoran, solo cambian. Hay que compatibilizar el esfuerzo con las becas, de manera que si el estudiante quiere seguir haciéndolo, debe esforzarse para sacar la mejor nota. Pese a que puede parecer algo positivo, pues se está promoviendo la cultura del esfuerzo, indirectamente (pero de cada vez más descaradamente), se inculca la idea de que si eres pobre te tienes que esforzar el doble que otras personas para llegar al mismo punto.
La gratuidad de las universidades públicas no solo resolvería estas problemáticas, sino que también abordaría las diferencias existentes entre CCAA en cuanto a precios de las matrículas. Estudiar una carrera universitaria en la Comunidad de Madrid o Catalunya cuesta el doble que en Galicia según el precio medio del crédito. En Baleares, el precio medio del crédito se sitúa en los 15,97€, mientras que en Andalucía es de 12,62€.
Sobre la meritocracia y competitividad
Como hemos explicado hasta ahora, existen brechas como la económica, la de género, la digital o la social que separan y clasifican a los estudiantes en función de factores completamente ajenos a sus cualidades y a su esfuerzo y que, muchas veces, son invariables. Es por eso que la meritocracia, aunque es un método ideal para asegurar la competitividad, la mejora y la innovación constante, no es la mejor manera de asegurar la igualdad de oportunidades.
En numerosas ocasiones, el origen de una persona determina o condiciona en gran medida sus opciones y sus probabilidades de “éxito” (en el sentido más subjetivo de la palabra). Por ello, es necesario crear oportunidades reales y realistas para las personas (estudiantes, en el caso que nos ocupa) que partan desde algún tipo de desventaja. De lo contrario, la competitividad que se pueda generar solo fomentará un ambiente tenso y hostil, arraigado en la desigualdad.
En Medicina nos hacen creer desde pequeños que para conseguir nuestros objetivos tenemos que ser los mejores, cueste lo que cueste. Pero lo que no te enseñan es que esas personas con las que hoy compites serán tus compañeros y compañeras de equipo el día de mañana, con las que tendrás que trabajar codo con codo por un bien común. La competitividad sana es aquella que te hace ser mejor que ayer, intentando rectificar y superar a tu yo del pasado.
Sobre la docencia en el grado de Medicina en cualquiera de sus formas
Además, es necesario que la Universidad vaya evolucionando al mismo paso, si no uno por delante, a la sociedad en la que se engloba; y esto es algo que el Grado en Medicina necesita. No podemos seguir formándonos dentro de planes docentes heredados de manera directa de los planes de Licenciatura.
La Medicina es una ciencia que debe evolucionar no solo en lo que el amplio término científico-positivista se refiere; también es importante que desde el propio Plan de Grado se blinde y defienda el estudio de aquellos aspectos sociales, llamados determinantes de la salud, que resultan un impacto directo para la asistencia de nuestros futuros pacientes. La perspectiva de género, el antirracismo, el medioambientalismo… Son realidades que deben incluirse dentro del currículo de nuestras universidades de manera obligatoria e independiente, evitando posibles sesgos diagnósticos y terapéuticos en cuestión de abordaje de pacientes fuera de la hegemonía se refiere.
Y en consonancia con la buena calidad de la enseñanza teórica, abogamos por una mejora de la situación de las prácticas clínicas. El Grado en Medicina, formando parte del conjunto de grados universitarios de ciencias de la salud considerados MECES3, presenta una obligatoriedad legal de cubrir la temporalidad relativa a 60 ECTS con prácticas estructuradas en forma de Rotatorio Clínico obligatorio para el aval europeo, además de las prácticas curriculares relativas a cada una de las asignaturas del plan de grado de cada universidad.
Como se observa, el estudiantado de Medicina pasa gran parte de su recorrido universitario dentro de ambientes tanto hospitalarios como extrahospitalarios y es por ello por lo que las condiciones deben ser óptimas: un sistema de prácticas más personalizado, en el que exista un tutor asignado a cada uno o dos estudiantes, evitando la masificación secundaria al aumento de numerus clausus de manera sistemática a nivel nacional; con un plan de rotación específico para cada periodo, una evaluación por sistema de competencias adquiridas y; sobre todo, blindando la formación en hospitales públicos y centros de atención primaria urbanos y rurales.
Además, la universidad debe funcionar como fuente creadora de conocimiento científico. Es necesario que desde las propias facultades de medicina se empiecen a impulsar la investigación y las oportunidades de participación por parte del estudiantado en líneas de investigación de los propios departamentos universitarios, fomentando la figura del médico no solo asistencial, también investigador y docentes. La promoción de los programas de doctorado y su sistema de contratación y becas debe ser una máxima por parte de las universidades.
Sobre potenciar los servicios de atención psicológica
Aunque ya en algunas universidades han ido introduciéndose dentro los circuitos de salud universitarios, vemos como la situación de los llamados Servicios de Atención Psicológica (SAP) presentan aún muchas limitaciones administrativas y de asistencia.
A lo largo de estos últimos años y sobre todo a raíz de la pandemia, la población general y el estudiantado universitario ha sufrido un grave golpe en lo que a salud mental se refiere. Esto es algo que desde la Sociedad Española de Educación Médica y el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina ya se iba vaticinando desde antes de la pandemia. Es por ello por lo que nace el estudio DABE (DEPRESIÓN, ANSIEDAD, BURNOUT Y EMPATÍA).
Dicho proyecto se desarrolló en el primer trimestre de 2020, evidenciando que el 36,8% de estudiantes tienen Burnout alto, y que este aumenta a lo largo de la carrera; respecto a Depresión, el 41% presentaba algún síntoma de depresión, con hasta el 10,2% de depresión grave y mayor entre las mujeres (43,1% vs. 33,6%). En Ansiedad, la cifra es del 20% para ansiedad rasgo y 25% ansiedad estado. Preocupa especialmente un 11% del estudiantado con grado variable de ideación suicida y de autolesión.
Tras obtener estos resultados, como CEEM fue nuestro compromiso seguir investigando cuál era la raíz de esta problemática y junto a la SEDEM desarrollamos durante el curso pasado un nuevo estudio para valorar las escala DREEM (clima educativo), Mashlack (BurnOut) y SA-45 (sintomatología psicopatológica).
Así pues, ¿por qué mejorar la salud mental en el estudiantado es importante también para la profesión médica y para la sociedad? Porque según el DABE, un 44,83% del estudiantado de 6º de Medicina presenta un Burn out alto. Son personas que se incorporan al SNS como profesionales a muy corto plazo.
A raíz de todos estos datos desde el CEEM, la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial, Mutual Médica y la Fundación Galatea, nacen los Servicios de Atención Psicológica al Estudiantado de Medicina (SAPEM).
Pero no es suficiente. Necesitamos que desde las Universidades se refuercen los SAP en todas sus esferas de apoyo (ansiedad y depresión, apoyo afectivo sexual, de adicciones…), permitiendo que la salud mental del estudiantado, no solo de Medicina, si no universitario en general esté blindado
Sobre la importancia de la representación
La reivindicación y la lucha colectiva debe ser el mecanismo por el que deban ponerse en valor todas estas impresiones del estudiantado de medicina sobre su desarrollo universitario.
Es por ello por lo que desde el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) instamos al estudiantado universitario, no solo de nuestro Grado, a que se colectivice. Que forme parte activa de la representación estudiantil, que recoja las impresiones de sus compañeros de pupitre, de prácticas… y lleve sus impresiones a los foros de representación adecuados. Foros en los que nuestros derechos como estudiantes se trabajen y blinden por parte de las administraciones competentes.
Así es como se hace una mejor universidad. Una universidad para todos y todas.
Por Laura Cortés Fraile, estudiante de 3º de Medicina en la Universitat de les Illes Balears y coordinadora de la Comisión de Educación Médica del CEEM y Guillermo Ramos Noguera, estudiante de 6º de Medicina en la Universidad de Málaga y Vicepresidente de Asuntos Externos del CEEM