De la cancelación a la participación

Facultad de Derecho Buenos Aires. Argentina AGHM

La delicada relación entre el maestro y el aprendiz está en la esencia de la universidad. No hay aprendices mudos, ni maestros ignorados. Lidya Serrano nos invita a reflexionar sobre cómo prende el conocimiento en el estudiantado hoy.

LYDIA SERRANO


La universidad supone un espacio diseñado para la creación y difusión del conocimiento, sin embargo ¿donde nace este conocimiento? ¿Existen intereses tras él? ¿Es posible un conocimiento alejado de conflicto?¿Cómo recibe el estudiantado este conocimiento?¿Qué hace con él?

Vivimos tiempos de cambios acelerados, de exigencias sociales permanentes e insaciables, ¿Como repercute esto en los conocimientos que ofrece la universidad? Revisemos la propuesta de conocimientos que encontramos en la educación superior. 

Primer plato: las expectativas académicas 

Imaginemos, para entrar en materia, que la universidad ofreciera una carta de conocimientos, en la cual se pudiera elegir un primer conocimiento, un segundo o un postre. 

En esta mesa que llamamos espacio superior de educación se sientan dos comensales, el estudiantado y el profesorado

Por un lado encontramos que el estudiantado demanda como primer plato un conocimiento actualizado, de interés social, vinculado a la realidad en la que se encuentra. Un conocimiento novedoso y presumible. Aquí nos encontramos la primera pregunta, ¿Cuál es la realidad del estudiantado respecto a la aplicación de conocimientos?¿Cuáles son sus referentes? 

Por otro lado, tenemos al profesorado, quien selecciona un conocimiento propio de la tradición académica, técnica y basada en su propia visión de la realidad. ¿Cuál es la realidad profesional de un profesorado dedicado al estudio, a la investigación y a la docencia? 

Efectivamente, el profesorado posee una autoridad, lo que implica una relación de poder. Es necesario ser cuidadoso, evitando cualquier tipo de imposición moral como comenta Miguel Ángel Quintana Paz, director del Instituto de Sociología, Economía y Política de Madrid, en una entrevista sobre el capitalismo moralista. 

La aplicación de los conocimientos a la realidad es una demanda permanente del estudiantado

La aplicación de los conocimientos a la realidad es una demanda permanente del estudiantado, del mismo modo que la atención y el interés por lo académico es una búsqueda permanente del profesorado. Pero ¿Cuál es la realidad? ¿Quién se encarga de supervisar el ajuste entre ambas realidades? 

Segundo plato: la libertad de cátedra en la universidad 

Partiendo de un primer plato en el que las expectativas entre estudiantes y profesorado son diferentes, continuamos con el plato fuerte, la libertad de cátedra. Esta libertad, al igual que la autonomía universitaria, se encuentran vinculadas a un espíritu de liberalizar el

conocimiento, de desprender de presiones la reflexión intelectual y con ello, garantizar el progreso al margen de intereses políticos, económicos o ideológicos. 

Sin embargo, como miembros de la comunidad universitaria debemos plantearnos ¿Estamos jugando bien con esta libertad de cátedra?¿Es posible ser neutrales en el terreno del conocimiento? 

Por un lado, los sistemas de garantía de calidad, basados en muchas ocasiones en el seguimiento de una «guía» docente determinada en la actualidad por el Consejo de Departamento, así como en la satisfacción del estudiantado, son sin duda un modulador de esa libertad. 

¿Estamos jugando bien con esta libertad de cátedra?¿Es posible ser neutrales en el terreno del conocimiento?

Esta intención de neutralizar el conocimiento sufre varios peligros, relacionados con la participación democrática. En este sentido, y como conocemos de otros ámbitos, alcanzar una cultura democrática, se complica, a partir de una situación de desigualdad. ¿Se siente igual de libre para opinar el profesorado titular que el no permanente?¿Tiene las mismas oportunidades para hacerlo?¿Existe una situación de plena igualdad entre los miembros del departamento? 

Este intento de regular el contenido universitario es insuficiente y contraproducente si el profesorado no participa de manera democrática en el Consejo de Departamento en la elaboración de contenidos de las asignaturas que imparte. Una incorporación más tardía o cierta inestabilidad laboral, así como una menor disponibilidad temporal, o experiencial, puede retroalimentar una política de cancelación oculta en la propia búsqueda de la calidad. 

Llegados a este punto, debemos preguntarnos ¿qué es la calidad?¿únicamente la satisfacción del estudiantado? Desde luego, es fundamental atender los intereses del estudiantado, pero tampoco puede quedar todo en decir lo que sabemos que el estudiantado acepta como “adecuado”. El estudiantado debe tener un espacio para opinar, pero de manera razonada y alejada de modas irracionales, como expresa en un ensayo el Doctor en comunicación Isaac Nahón Serfaty

debemos preguntarnos ¿qué es la calidad?¿únicamente la satisfacción del estudiantado?

Evitar generar tensiones intelectuales en el aula, que enfrenten, por un lado, una realidad dominada en algunas ocasiones por la denominada “cooltura” y por otro lado, los conocimientos provenientes de una historia del pensamiento, también puede suponer un error educativo. 

Esperamos que el profesorado, tenga capacidad de ser un referente intelectual y por supuesto también moral. Un experto del área que ayude al estudiante a mediar entre el conocimiento técnico y su “correcta” aplicación a la realidad. No obstante, se ha de ser prudente en no caer en dogmas, reduccionismos o fundamentalismos, del mismo modo que es conveniente sugerir frente a imponer un conocimiento. 

Mediada por la reciente legislación en materia a través de la Ley de Convivencia Universitaria su espíritu, según dicta su preámbulo, es el de facilitar la convivencia activa y de corresponsabilidad entre sus agentes, alejando toda cultura de cancelación y asumiendo las diferencias como una riqueza.

Sin embargo la organización, gestión y dedicación en la universidad, en cierto sentido dificulta la creación de estos espacios de tensión. Quizás la falta de experiencia en estas metodologías dialógicas, la dificultad de atender un gran número de asignaturas y que no son de la especialidad o la baja costumbre del estudiantado en debatir la opinión del profesorado compliquen la creación de estos espacios. 

En definitiva, esta libertad de cátedra requiere muchos ingredientes, para realmente cumplir su finalidad: un conocimiento libre que ayude al progreso, al desarrollo, que permita evolucionar, desde la reflexión crítica y valiente, todos los retos del mundo actual, de manera integral. Como se indica en el último informe ético de la UNESCO (2022) toda organización debe estar basada en la integridad, profesionalidad y respeto a la diversidad. 

El postre: contra la cancelación, cultura de participación 

Desde luego, la libertad y el derecho son cuestiones ineludibles en educación. 

Es curioso que en una educación denominada superior siga existiendo esta tendencia al control, pero tampoco podemos desatender el contenido que desde el profesorado se comparte con el estudiantado. ¿Dónde está el equilibrio? 

En mi opinión este punto medio se encuentra en la participación. Más importante que el conocimiento técnico-experimental sobre una materia es el conocimiento que nos permite argumentar, defender una idea de manera razonada, pero también en línea con nuestros sentimientos, comprendiendo las implicaciones positivas y negativas que emanan de nuestra posición. Y es que no es cuestión de que el estudiantado sepa por saber sino que comprenda para qué sabe. Eso parte de un diálogo profesorado-estudiantado. 

No es fácil, en un sistema multifacético como es el sistema universitario. No obstante, es fundamental para hacernos libres, aprender y enseñar a pensar, a argumentar, a defender lo que nos parezca ético, pero también a reconocer nuestras limitaciones como aprendices y educadores y transformar esa debilidad en una oportunidad para aprender del otro. 

Esos espacios son los que debe buscar la universidad para borrar de su seno todo signo que impida la libertad. Participar como iguales desde la experiencia docente hacia la proyección del futuro que supone el estudiantado. 


Lydia Serrano. Estudiante de Doctorado en Educación. Consejera de Gobierno UCM

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