¿Quién tiene el control?

Pablo Acosta

Son varios los foros donde Universidades, comunidades educativas y expertos, están proponiendo otros caminos sobre cómo digitalizar nuestras Universidades, nuestra educación, pensando no solo en cómo resolver los problemas de hoy, sino también los que surgirán a largo plazo. Nos jugamos mucho: ser o no ser dependientes digitales, nada menos

JESÚS GONZÁLEZ BARAHONA


Soberanía digital, soberanía personal

El término “soberanía digital” se popularizó, primero en Francia y luego en el resto de Europa y del mundo, a partir de un artículo de Pierre Bellanger publicado en 2011. En él se define (en traducción libre) como “el dominio del presente y el futuro propios mediante el uso de las tecnologías de la informática y las comunicaciones”.

Aunque originalmente el término estaba enmarcado en el contexto de la soberanía de los estados, más recientemente se ha aplicado también a los individuos y a las organizaciones. Entre otras muchas dimensiones, podemos interpretar este “dominio del presente y el futuro” como un control sobre los datos propios y qué se hace con ellos, sobre las actividades que se desean realizar en el mundo digital, y sobre la capacidad de innovar utilizando herramientas digitales.

Podemos distinguir entre la soberanía personal y la soberanía de la organización. Si la primera es fundamental para llevar las riendas de nuestras vidas, la segunda lo es para que nuestras instituciones tengan capacidad real de evolucionar de acuerdo con nuestras metas y valores.

Según utilizamos cada vez más herramientas digitales en lo personal y en lo profesional, observamos cómo aunque aumentan nuestras capacidades en ciertas áreas, nos veamos limitados en otras. Nuestra autonomía depende de que podamos decidir nuestro propio equilibrio entre las capacidades a aumentar, y las limitaciones que puedan surgir por el empleo de las tecnologías necesarias para ello.

una vez que entramos en el ecosistema de una de estas grandes empresas, es muy difícil salir de él…Con esto se llega a que coloquialmente hablemos de Universidades o centros educativos “de Microsoft”, “de Google”, o de otras empresas

Efectos digitales del COVID

Durante los últimos años, las herramientas digitales se han convertido en fundamentales para muchos aspectos de nuestras vidas. En el caso concreto de las instituciones educativas a todos los niveles, la epidemia de COVID aceleró su adpoción, y durante un tiempo estas herramientas fueron imprescindibles: gracias a ellas se pudo mantener una cierta continuidad durante ese periodo tan excepcional.

Pero pasada la emergencia, donde literalmente “se hizo lo que se pudo”, conviene reflexionar sobre la situación en la que estamos, y hacia dónde vamos. Y lo cierto es que nuestras instituciones son, en general, menos soberanas digitalmente que hace unos años. Muchos servicios digitales críticos (comunicación interpersonal y almacenamiento de datos, por ejemplo) se han externalizado a grandes empresas, y ahora, por esta puerta abierta, se nos están colando sus plataformas completas.

Esto, que no tendría por qué ser un problema, lo es si reduce nuestra autonomía digital (individual, y de nuestras instituciones). Y la forma como estamos adoptando estas plataformas efectivamente nos hace más dependientes tecnológicamente.

Por un lado, viniendo de un nivel bajo de digitalización, percibimos primero las ventajas. La funcionalidad, sofisticación y usabilidad de las herramientas es más que suficiente para muchas tareas. La administración y el mantenimiento de aplicaciones y servicios se externaliza en gran medida, con lo que no hace falta aumentar el personal experto dedicado a esos cometidos, o incluso se puede reducir. La formación es fácil, pues la economía de escala hace que haya muchos materiales y conocimiento distribuido disponible.

Pero, por otro lado, una vez que entramos en el ecosistema de una de estas grandes empresas, es muy difícil salir de él. El personal y los alumnos están formados en sus aplicaciones, la integración con otras del mismo ecosistema es mucho más sencilla, y las ofertas económicas para acceder a otros productos de la misma empresa suelen ser muy favorables. Con esto se llega a que coloquialmente hablemos de Universidades o centros educativos “de Microsoft”, “de Google”, o de otras empresas. Algunos proyectos, como el Observatório Educação Vigiada han llegado incluso a cartografiar esta dependencia.

AGHM

¿Por qué la adopción de estas plataformas es un problema?

Hay varias razones para ello, entre las que podemos destacar:

Dependencia tecnológica.

Las decisiones sobre la funcionalidad de las plataformas no se toman en nuestro entorno. De hecho, la capacidad de negociación con las empresas que las producen es muy pequeña, incluso para estados y grandes empresas. Por lo tanto, pasamos a depender de los planes de las empresas que proporcionan el servicio.

Como cambiar de plataforma es muy difícil, las posibilidades de “votar con los pies” si la trayectoria de la plataforma que hemos adoptado no satisface nuestras necesidades se disminuye mucho. La falta de personal cualificado que podría encargarse de tomar decisiones y realizar mantenimiento y administración de otras plataformas disminuye aún más la capacidad de elección. La adopción de soluciones mixtas, incluyendo productos de otros proveedores, es muy complicada, salvo que sean del mismo ecosistema tecnológico.

Dependencia económica.

La dificultad para el cambio de proveedores supone también que dependemos de su política de precios. Y no hay que olvidar que, una vez unas pocas empresas han conseguido una cuota de mercado suficientemente alta, estamos en una posición de oligopolio, sin un mercado libre que ayude a fijar precios ni una regulación que se asegure de que sean razonables.

Dado que los costes de transición a otra plataforma son muy altos, y los cambios parciales (sólo de una parte de las aplicaciones o servicios) muy difíciles, no aceptar las nuevas condiciones que imponga el fabricante es prácticamente imposible.

la capacidad de negociación con las empresas que producen las plataformas es muy pequeña, incluso para estados y grandes empresas

Integración de marcas.

Naturalmente, las plataformas son utilizadas tal y como las proporciona el fabricante, y esto incluye la presencia de su marca e imagen comercial en todas ellas. Es más, dada la función prescriptora que tienen las entidades educativas, no solo se visibiliza la marca, sino que se promociona.

Es difícil encontrar otro ámbito en el que una institución educativa o de investigación se convierta en promotora abierta del producto de una empresa determinada. Y esto es especialmente importante para nuestros alumnos, que llegarán al mercado laboral perfectamente formados para utilizar los productos de una empresa en particular, ayudándole enormemente en la consecución de una posición predominante.

Esta historia no es nueva, ya ocurrió durante los 1990 y 2000 con los sistemas operativos y la ofimática, por ejemplo. Ahora está ocurriendo en ecosistemas completos de aplicaciones.

Limitación de la capacidad de innovación.

Especialmente las Universidades, que se espera sean focos de innovación, van a ir necesariamente a remolque de la oferta de la empresa que les proporcione los servicios digitales. En el mejor de los casos, podrán tratar de conseguir acuerdos preferentes, para acceder antes a las novedades de su ecosistema.

Pero su posibilidad de crear soluciones innovadoras para sus propios problemas se verá severamente dañada. La minimización de los equipos expertos en el desarrollo y el mantenimiento de servicios digitales sólo agrava el problema.

Ante esta situación, son varios los foros donde Universidades, comunidades educativas y expertos, están proponiendo otros caminos. En general, pasan por el mantenimiento de equipos expertos propios, por consorciar recursos y planes de desarrollo, por apostar por soluciones que permitan crear mercados de proveedores u optar por el automanteamiento.

Pero ante todo, pasan por reflexionar sobre cómo digitalizar nuestras Universidades, nuestra educación, pensando no solo en cómo resolver los problemas de hoy, sino también los que surgirán a largo plazo. Nos jugamos mucho: ser o no ser dependientes digitales, nada menos.

Aún estamos a tiempo, pero el reloj está corriendo.

Es difícil encontrar otro ámbito en el que una institución educativa o de investigación se convierta en promotora abierta del producto de una empresa determinada


Para profundizar

La soberanía digital es un problema que preocupa a nivel europeo, dado que estamos empezando a depender críticamente de empresas que toman decisiones fuera de nuestro ámbito, con lo que eso puede suponer para que los sistemas digitales que usemos respeten nuestros valores, e incluso nuestras leyes. Entre las propuestas para mejorar esta situación podemos mencionar “Digital sovereignty for Europe”, “Digital Sovereignty: for a Schuman Data Plan” o “Digital sovereignty: A new key concept of digital policy in Germany and Europe”.

También es interesante el informe del EIT “European Digital Infrastructure and Data Sovereignty: a policy perspective”. Un compendio de posibles líneas de acción concretas puede leerse en el “Manifesto for Digital Sovereignty”, que incluye una explicación detallada de la importancia del software libre en este contexto. También es de interés “Digital Sovereignty: steps towards a new system of Internet”, que trata el tema de la soberanía digital en relación a la gobernanza de Internet.

En el campo más concreto de la educación superior y los centros de investigación hay iniciativas destacables en varios países: por ejemplo, cabe mencionar el caso de Holanda y Alemania. Hay también experiencias destacables en las que no solo se está reflexionando o diseñando estrategia, sino desarrollando herramientas y sistemas que permitan una mayor soberanía digital en los campos de la educación y la investigación. Por ejemplo, a nivel europeo, en el campo de la investigación podemos destacar EOSC. En el campo educativo, una de las iniciativas más interesantes es France Université Numérique.


JESÚS GONZÁLEZ BARAHONA, es catedrático del área de Ingeniería Telemática en la Universidad Rey Juan Carlos

@jgbarah@floss.social (Mastodon) y @jgbarah:matrix.org (Matrix)

Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.