«El arte hace pensar fuera de tiesto. Los y las artistas generan representaciones del mundo de una imaginación radical. El arte, sobre todo, enseña a cambiar la mirada, a ponerse en la perspectiva de otro y otra. Además, sin cultura visual crítica… no sé cómo se puede confrontar la sociedad de la imagen en la que vivimos», señala el director Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Manuel Segade es un historiador del arte y comisario español. Su formación académica se centró en la historia del arte, especializándose en arte contemporáneo y en la teoría de la imagen. A lo largo de su carrera ha trabajado como comisario independiente y ha colaborado con numerosas instituciones culturales, tanto en España como en el extranjero. Segade ha sido conocido por su enfoque crítico y su capacidad para contextualizar el arte en el marco de la sociedad contemporánea, explorando temas como la identidad de género, las políticas de la representación y los límites del cuerpo.
Desde 2023, Manuel Segade es el director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, donde ha buscado expandir el enfoque del museo hacia una perspectiva más inclusiva y global, integrando voces diversas y ofreciendo una plataforma para artistas emergentes. Su dirección del museo se ha caracterizado por un compromiso con la historia reciente del arte, así como por su interés en la intersección entre las prácticas artísticas y las dinámicas sociales y políticas.
¿Qué le enseñó la Universidad de Santiago de Compostela que no hubiera podido aprender en otro lugar?
El arte del Camino de Santiago es una gran enseñanza: por un lado, el Románico es un estilo que evoluciona a partir de la periferia geográfica y de las artes aparentemente menores de la decoración, donde se dan las innovaciones formales; por otro, Santiago fue un espacio de tráfico entre los árabes, judíos y cristianos cuya hibridación dio lugar a una riqueza cultural inmensa. La atención a lo menor y la necesidad de intercambio cultural son aprendizajes clave.
Desde un gran Museo Nacional como es el Centro de Arte Reina Sofía ¿cómo se gestiona la relación entre arte, cultura y aprendizaje?
Son interdependientes y necesitan la una de la otra. Nuestros procesos educativos están diseñados por artistas, la cultura es la base de comprensión como una lengua franca y toda persona que entra a un museo va a confrontarse con lo inédito… así que irremediablemente aprende.
El arte hace pensar fuera de tiesto. Los y las artistas generan representaciones del mundo de una imaginación radical
Los temas relacionados con el arte aparecen en los planes de estudio universitarios excepcionalmente y vinculados a titulaciones específicas. «¿Es necesaria la formación artística para una formación integral de los graduados universitarios?»
El arte hace pensar fuera de tiesto. Los y las artistas generan representaciones del mundo de una imaginación radical. El arte, sobre todo, enseña a cambiar la mirada, a ponerse en la perspectiva de otro y otra. Además, sin cultura visual crítica… no sé cómo se puede confrontar la sociedad de la imagen en la que vivimos.
Analizando las prácticas de los museos y de las universidades la percepción es que son mundos distantes ¿Qué podríamos ganar si conseguimos una mayor integración de sus actividades? ¿Cómo podríamos conseguirlo?
Lo fundamental que me gustaría traer de las universidades es investigación. Los museos deberían ser los espacios naturales para la difusión de la investigación académica sobre arte, más allá de las revistas y publicaciones especializadas: el espacio de contacto entre investigación y divulgación social.
¿Pueden ser los museos el espacio para la justicia epistémica, para la conversación entre los saberes académicos y no expertos?
Lo son desde el siglo XVIII. No olvido una de las definiciones de sus inicios: “El museo es el espacio donde una sociedad se hace transparente a sí misma”.
El reconocimiento formal de una persona como investigador es atributo exclusivo de la Universidad a través del título de doctor. Decía usted en una entrevista que el arte es “Algo que te capacita para imaginar posibilidades del mundo que a veces son inéditas e imposibles”. ¿Han incorporado de manera natural las universidades en España el conocimiento que surge de la expresión artística?
No y ojalá fuera así. Sólo en Bellas Artes se abre un poco la mano a la imaginación incluso formal en una tesis. La academia tiene normas limitadoras para las humanidades. Por otro lado, creo que la pandemia nos ha demostrado que quien no investiga en su vida cotidiana -para tomar decisiones como qué mascarillas, cuándo y qué vacuna, cómo detectar síntomas…- difícilmente puede garantizar su supervivencia. Investigar es un hábito contemporáneo. La “suficiencia investigadora” debería pertenecer a los comunes.
El negacionismo del arte moderno es una práctica con la que tienen que convivir los creadores y gestores culturales de manera habitual. ¿Tiene alguna relación esta actitud con los nuevos negacionistas vinculados a la ciencia?
También existen los terraplanistas… pero claramente nos movemos… “en mundos diferentes”.
La atención a lo menor y la necesidad de intercambio cultural son aprendizajes clave
Después de la reciente aprobación de la Ley de enseñanzas artísticas en España se ha consagrado un sistema dual para las enseñanzas vinculadas a las artes, por un lado la universidad, que no para de crecer su oferta en este ámbito, y por otro los centros superiores de enseñanzas artísticas, que con los “campus artísticos” parecen llamados a convertirse en algo parecido a las universidades. ¿Cómo valora esta situación?
No tengo opinión formada todavía: es difícil preveer sus resultados hasta dentro de algunos años. Ahora bien: la multiplicación de los estudios artísticos siempre debería ser una buena noticia.
La inteligencia artificial amplía las oportunidades de autoaprendizaje existentes, eliminando las barreras entre el aprendizaje formal e informal. ¿Cómo cree que esto afectará al aprendizaje de los artistas?
Creo que la inteligencia artificial nos hará la vida más fácil y debería precisamente servir para reducir el tiempo en las tareas domésticas, en la practicidad diaria. La inteligencia artificial debería servir para darnos tiempo a dedicarnos precisamente a otras tareas puramente humanas: por ejemplo, la producción cultural o el ocio cultural.
En unas declaraciones suyas reivindicada el Centro de Arte Reina Sofía como un espacio de aprendizaje abierto a las personas “de toda clase social, condición y etnicidad” ¿Cómo piensa mejorar su vinculación con el territorio y abrir diálogos constructivos con las comunidades que lo constituyen?
El museo ya tiene una tradición en esto, a través de proyectos como Museo Situado. La idea es trabajar escalarmente, en varias escalas al mismo tiempo: establecer espacios de escucha y de diálogo con la sociedad; hacer descender el nivel de institucionalidad del museo, relajando sus protocolos para que la gente se sienta cómoda y que sienta pertenencia y posibilidad de participación; presentar muy diversos programas públicos, de colección y de exposiciones para que siempre pueda haber algo que interese a la diversidad de los públicos. Como dice Yayo Herrero, pensadora ecofeminista: conservar la diferencia es fundamental y la interdependencia sistémica es lo fundamental para la vida. Ese bioma es el que queremos cultivar aquí.