Generar una identidad colectiva fuerte compartiendo misión y visión; distribuir el liderazgo y las responsabilidades para facilitar el compromiso; garantizar la autonomía a través de la confianza y el apoyo, promover el aprendizaje individual y el derecho a la diferencia; trabajar con otras redes; y generar cultura organizativa buscando la mejora: desde esta perspectiva estamos gestando la Comunidad DFC.
BEATRIZ ALONSO
Noviembre de 2019. Un centenar de estudiantes acompañados de una veintena de profes de casi toda España viajan a Roma para compartir sus proyectos de cambio con otros jóvenes de todo el mundo, en el marco del evento internacional de Design for Change (DFC): el Encuentro Yo Puedo. Además, como reconocimiento a su compromiso mejorando su entorno más cercano, fueron recibidos por el Papa Francisco en audiencia privada, junto a 2.500 jóvenes que también forman parte de este movimiento global que está presente en más de 60 países, fundado por Kiran Bir Sethi en 2009.
“Iniciativas de este tipo son motor de muchos aprendizajes, tanto de alumnos como de profesores”, miembro de la Comunidad DFC.
En aquel momento no lo sabíamos, pero este era el último viaje, el último encuentro que tuvimos en mucho tiempo… También fue el germen de la Comunidad DFC, que dio sus primeros pasos en periodo pandémico, cuando más falta nos hacía estar cerca.
El proyecto “Comunidad DFC”
Después de una experiencia tan intensa, en Design for Change España decidimos dar la oportunidad a estos profes de juntarse y decidir cómo querían aprovechar el potencial de la vivencia. Así, en enero de 2020 les convocamos a la reunión online “Reencuentro DFC: Roma en Comunidad”. Compartimos sensaciones y aprendizajes a través de dinámicas diseñadas para favorecer “que las cosas ocurran” –como nos gusta decir en DFC–, y les ofrecimos la oportunidad de formar parte del Grupo Motor para crear la Comunidad DFC.
Quince profesionales de la Educación decidieron implicarse desde el principio formando el Grupo Motor, compuesto por agentes “palanca” clave a la hora de tejer una comunidad viable y sostenible. El resto de las personas prefirió esperar a integrar la comunidad una vez estuviera creada. También dimos la oportunidad de unirse a profesionales de la Educación formal y no formal que, aunque no habían estado en Roma, compartían la misión de la comunidad: sentir y poner en práctica el “Yo Puedo”, contar sus experiencias de cambio y las de los y las jóvenes a quienes guían haciendo proyectos DFC, y enriquecerse mutuamente.
“Creo que sería muy potente y bueno para los alumnos comenzar a generar colaboraciones entre los centros que nos hemos conocido. Me emociona mucho la idea de un DFC intercentros”, miembro de la Comunidad DFC.
Las características fundamentales de la Comunidad DFC se basan en las comunidades de aprendizaje: se facilita el liderazgo horizontal y se fomenta la creatividad colectiva. Aquí, los valores y las prácticas son comunes; y se crean las condiciones que permiten la transmisión del conocimiento, en espacios y tiempos compartidos, a través de relaciones sanas enfocadas al aprendizaje productivo.
Se trata de que los y las miembros sean aprendices en red, puesto que la comunidad en sí misma se compone de nodos que atraen aprendizajes de otros nodos con quienes se colabora.
“Cuando nos une la misma pasión, cuando educar es mucho más que transmitir conocimientos, no hay límites en el corazón y el encuentro entre las personas es más fácil y emocionante”, miembro de la Comunidad DFC.
En esta comunidad de aprendizaje viva y dinámica que aún está en periodo de incubación, todo el mundo participa y colabora activamente por conseguir un objetivo común: revolucionar la educación. Así, la corresponsabilidad y detectar el talento de cada miembro para impulsar el liderazgo compartido son clave. Además, al compartir visión y valores; se aprende entre iguales y en red, planteando intervenciones transformadoras de la realidad CON los y las jóvenes.
La propia comunidad descubre cuál es su propósito
El Grupo Motor de la Comunidad DFC sueña, en palabras extraídas de las reflexiones de los grupos de trabajo, “con una comunidad de soporte que pueda trabajar de manera conjunta con proyectos intercentros que den visibilidad a las prácticas realizadas. En este sueño está incluido el alumnado y el profesorado como agentes de cambio transformadores sociales”.
Para conseguirlo, se plantean diferentes líneas de trabajo: generar una comunidad de soporte y apoyo, crear canales de comunicación y gestionarlos, organizar un encuentro anual y formaciones que fomenten la motivación, desarrollar proyectos intercentros, y ayudar a tomar conciencia de la labor docente y su difusión visibilizando las buenas prácticas.
El alumnado como protagonista de una red de colaboración
La Comunidad DFC se fundamenta en la convicción de Design for Change de que las y los jóvenes son parte de la solución a los tiempos de urgencia en los que vivimos, porque “no son el futuro, son el presente”, y pueden liderar el cambio. Niños, niñas y jóvenes son agentes activos que solo necesitan una oportunidad para comprometerse con su entorno y mejorarlo. DFC promueve que pasen a la acción gracias a una metodología propia, una versión simplificada del Design Thinking, tan sencilla que puede ser utilizada por cualquier colectivo en cualquier contexto.
“Ha sido genial encontrarnos y me ha ilusionado mucho pensar en todo lo que podemos hacer juntos”, miembro de la Comunidad DFC.
De hecho, como en DFC España creemos que hay que trabajar CON las personas, en lugar de únicamente PARA las personas, las reuniones del Grupo Motor de la Comunidad DFC son diseñadas por los propios miembros, guiados por el equipo DFC España.
Un objetivo común: cambiar el mundo desde la base, la Educación
Gracias a un proceso sistematizado, “not by chance, by design”, con DFC se abordan todo tipo de retos poniendo en práctica el proceso metodológico de cinco fases: Siente, Imagina, Actúa, Evolúa (evaluación + evolución) y Comparte. Así, se emprenden proyectos DFC que no solo mejoran el entorno, sino que también promueven actitudes positivas hacia el cambio y sus implicaciones, aportando las herramientas necesarias para minimizar la ansiedad y aprender a manejar la incertidumbre que produce el cambio, y sustituirla por confianza en las propias capacidades para afrontarlo.
Poniendo en práctica la Metodología DFC se desarrollan competencias clave como: empatía, creatividad, trabajo en equipo, pensamiento crítico y comunicación, a través de la participación colectiva, despertando la curiosidad y desarrollando la escucha, para afrontar de forma conjunta los retos de la ciudadanía global, ya que Naciones Unidas ha reconocido a Design for Change como organización impulsora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para cumplir con la Agenda 2030.
¿Qué aporta la Comunidad DFC?
Los integrantes de la Comunidad DFC y sus potenciales miembros son parte de los 6.600 profesionales de la educación formados en la Metodología DFC que han guiado a 31.000 niños, niñas y jóvenes de 400 colegios, institutos, universidades, centros de educación especial y otros tipos de organizaciones educativas, en la realización de más de 700 proyectos que han logrado un cambio real en el mundo.
En Design for Change España queremos que todas las personas tengan la oportunidad de formar parte de la Comunidad DFC –que aún se encuentra en periodo de gestación–, porque sabemos que todos los niños y niñas tienen derecho a cambiar el mundo; y todas las personas adultas pueden guiarles para conseguirlo utilizando la Metodología DFC.
BEATRIZ ALONSO es Responsable de Comunicación de Design for Change España.
LinkedIn: https://www.linkedin.com/in/beatriz-alonso-periodista/
Twitter e Instagram: @beatrizalonsso @dfcspain