El propósito de las universidades 

Salamanca. AGHM

«Estas “bestias frágiles, aunque tenaces”, como define George Steiner a las universidades, tienen el propósito de hacer posible la democracia desde la libertad y, por lo tanto, desde la igualdad y la fraternidad. Es desde su condición de espacio de libertad para el conocimiento desde donde emanan las funciones que desempeñan en los más diversos ámbitos y desde donde tenemos que pensar su gobernanza«

ALFONSO GONZÁLEZ HERMOSOS DE MENDOZA


Las universidades, aunque tendemos a ignorarlo, son, por encima de cualquier otra consideración, una pieza esencial de un Estado social y democrático de derecho. Las universidades son una institución política clave.

Y esto es así porque el funcionamiento de una sociedad democrática necesita de espacios singulares de libertad destinados a la creación y difusión del conocimiento. Espacios especialmente protegidos frente a los poderes políticos voraces a la hora de patrimonializar todos los espacios comunes, y a los económicos ávidos en los mercados de beneficios privados.

Estas “bestias frágiles, aunque tenaces”, como define George Steiner a las universidades, tienen el propósito de hacer posible la democracia desde la libertad y, por lo tanto, desde la igualdad y la fraternidad. Es desde su condición de espacio de libertad para el conocimiento desde donde emanan las funciones que desempeñan en los más diversos ámbitos y desde donde tenemos que pensar su gobernanza.

Las universidades se han construido en la reafirmación de este propósito, del que hoy parece dar rubor hablar, como lo demuestra el que en sus lemas, por encima de cualquier atributo, reclamen su condición de espacio de libertad y conocimiento. “Libertas perfundet omnia luce” (La libertad ilumina todas las cosas con su luz), nos dicen tanto la Universidad Complutense como la Universidad de Barcelona, y como afirma la Universidad de Salamanca con contundencia, “Scientia est potentia” (El conocimiento es poder).

Es importante comprender que la fortaleza de las universidades surge de su condición de reservorio de libertad de las sociedades que las soportan. Un lugar desde el que construir, incluso en las situaciones más delicadas, la esperanza en una sociedad mejor. Por contra, la fragilidad de las universidades se expresa en que, ignorada la grandeza de su misión, se diluyen. El ensimismamiento o la sumisión a poderes públicos o particulares agotan su sentido.

Es cierto que hay una enorme desproporción entre el poder de las universidades y la responsabilidad que tienen asignada. Mantener este delicado equilibrio solo es posible si recogen la esperanza de las sociedades a las que sirven, si sus comunidades las perciben como algo propio y necesario. Desdeñosas de los entornos que las soportan, las universidades están condenadas al capricho de los que las financian.

Es importante explicitar que el derecho fundamental a la autonomía como garantía de la libertad universitaria, lo es con la única pretensión de satisfacer el bien común. Las universidades lo son para servir desde la libertad al interés general, con independencia de su naturaleza y organización. Una universidad acomodaticia al servicio del relato dominante pierde su sentido, como lo pierde una universidad que ignora que la libertad académica, su gran tesoro, es para servir a la sociedad y no a los intereses, por muy legítimos que pudieran parecernos, de ningún colectivo interno o externo.

Es fácil, muy fácil entender la necesidad de las universidades para una sociedad democrática, y lo es todavía más en una realidad como la actual en la que hemos convertido a todo el planeta en un gigantesco experimento de la tecnociencia. Ante los desafíos de la inteligencia artificial, la neurotecnología, la computación cuántica o la edición genética impulsados por fondos de inversión más poderosos que los estados, nunca como ahora las sociedades han necesitado una mirada limpia y compartida con las universidades, solo así se podrán evitar o paliar desmanes contra la humanidad y la convivialidad.

Nunca como ahora ha sido tan importante una mirada limpia y compartida para cuestionar lo que se presenta como inevitable e irreversible, como sucede con el cambio climático o la destrucción silenciosa de la privacidad. Así como, para desvelar las falsedades intencionadas que corroen la convivencia o para evitar el retorno desesperanzado a la superstición.

Por otra parte, cada vez es más importante para cualquier persona que quiera desarrollar una ciudadanía responsable y acceder a un empleo digno disponer de educación superior a lo largo de toda la vida. Nunca como ahora la dignidad de las personas ha estado tan unida a las universidades, hoy por hoy, únicas instituciones capaces de garantizar la equidad en el acceso al derecho a la educación superior.

No es casualidad en este contexto que la propuesta de la UNESCO para las próximas décadas en educación haya puesto en el centro de su discurso la idea de “Un pacto social por la educación”. Esto es, en la urgente necesidad de articular un nuevo marco de relación de las universidades con las comunidades que las acogen.

El desafío al que se enfrentan las universidades, los poderes públicos que las regulan y financian y la sociedad civil que las acoge es el de construir un nuevo equilibrio entre autonomía y bien común. El desafío de escuchar y conversar, antes que de convencer y argumentar, para alcanzar, en relación con cada entorno concreto, un equilibrio dinámico.

El problema no es que las universidades estén en crisis, podría afirmarse que dada su naturaleza las universidades están condenadas a vivir en crisis. El tema es la dirección en la que se está resolviendo esta crisis. Por eso es importante que hablemos de lo que está pasando, que hagamos evidentes las tensiones más allá de los intereses corporativos y prejuicios ideológicos, y que creemos las condiciones para poder tomar decisiones en consecuencia.

Tanto la melancolía de fabuladas edades de oro en las que las universidades viven ajenas a las demandas sociales y económicas, como la reducción ideológica del debate a la titularidad público o privada, solo sirven para allanar el camino actual dirigido a la búsqueda de la eficiencia en la satisfacción de las necesidades de los mercados.


Esta entreda forma parte de la conferencia dada en la sala Clara Campoamor del Congreso de los Diputados el día 9 de diciembre de 2024 a invitación del grupo parlamentario de Sumar en relación con el artículo «Hablemos de las universidades» publicado en esta pagina el 10 de septiembre.

La continuacion de la misma puede encontrarse en «Diez preguntas sobre el futuro de las universiades»

ALFONSO GONZALEZ HERMOSO DE MENDOZA

Presidente de la Asociación espacios de educación superior

Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.