Es difícil que se mantenga el actual modelo de globalización, si bien es cierto que el talento seguirá sin tener fronteras siendo necesario captar, crear y desarrollar talento en un mundo digitalizado, sostenible, diverso, cambiante e internacionalizado.
JAVIER SÁNCHEZ GONZÁLEZ
Desde el comienzo de la globalización, con la incorporación de las nuevas tecnologías a los diferentes sectores de la actividad profesional, el mundo empresarial se ha convertido en una realidad cambiante, en la que, según avanza la incorporación de tecnologías, los cambios son más vertiginosos y necesarios. Como consecuencia de esta circunstancia, las personas -empresarios y trabajadores-, han de ir adaptándose y, a poder ser, adelantándose, a dichos cambios al objeto de dar respuesta, de una parte, a las demandas de una sociedad que se transforma, ofreciendo una oferta empresarial acorde a las mismas, de la otra, a mejorar la empleabilidad, las capacidades y las habilidades profesionales de sus ciudadanos, para así poder dar respuesta a las cambiantes necesidades de las empresas e instituciones.
En un momento en el que la transformación digital, la sostenibilidad, el bienestar, la captación de talento global, la formación permanente, la gestión de la diversidad y la internacionalización eran, entre otros, aspectos básicos sobre los que cualquier organización empresarial moderna estaba trabajando, surgió la crisis derivada de la irrupción, a nivel global, de la COVID 19. Se puede afirmar categóricamente que siempre habrá un antes y un después de la pandemia global provocada por la COVID 19. Y aunque el mundo empresarial se encontraba impulsando, entre otras, políticas como las anteriormente expuestas, ya fuera total o parcialmente, y lo va a seguir haciendo; como consecuencia de esta pandemia, algunas de ellas han crecido y se han implantado en las organizaciones a una velocidad meteórica.
En una situación tan convulsa como la actual, “pandémica” a la par que de “guerra híbrida”, es todavía más importante el desarrollo de aspectos clave como la digitalización y el bienestar, destacando un elemento importante que incluyo, en los tiempos actuales, dentro del concepto de bienestar, como es la prevención de riesgos de las personas, que es la mejor aliada para eliminar y combatir un riesgo, y que quiero resaltar en este trabajo. Ha sido clave en la adopción de las medidas más exitosas para combatir la pandemia, cuales son la vacunación masiva y la adopción de confinamientos de los ciudadanos en general, realizando, en la medida de lo posible, sus trabajos desde sus casas, principalmente en los momentos de mayor incidencia, siendo su salud el bien más preciado a proteger.
Asimismo, está siendo clave en la actual fase de la pandemia, aunque ya se hayan eliminado las medidas preventivas más severas, y ante la situación de guerra actual, en la que los países occidentales han desarrollado y aplicado medidas económicas para debilitar a Rusia, en lugar de enviar a sus ejércitos, evitando así una extensión del conflicto y, por ende, protegiendo a su población, tanto civil como militar. Son medidas de prevención en general, que exigirán esfuerzos de todo tipo a las empresas y trabajadores para superar los problemas económicos que están surgiendo y que crecerán mientras dure el actual escenario de guerra.
Sin duda que, no solo en España, sino a nivel global, la seguridad y la salud de las personas, así como su bienestar general han pasado a una primera línea; aunque ya gozaban de una posición preeminente, sin duda, van a ser objeto de promoción y protección por parte de los poderes públicos y las empresas. En un panorama como el descrito, en el que la persona se sitúa en el centro de la sociedad y su salud y bienestar ocupan un papel principal, tanto a nivel particular como de empresa, es necesario mantener niveles de protección adecuados, pues la sociedad en estos momentos demanda confianza y bienestar.
Antes de la pandemia había compañías que habían desarrollado enormemente sus procesos digitales y se habían transformado tecnológicamente, desarrollando teletrabajo buena parte de sus empleados. Pero, si bien ello les supuso una ventaja durante la pandemia frente a otras empresas, la experiencia y las lecciones aprendidas les han llevado a implementar más medidas en la línea apuntada.
Es imprescindible, en un momento de riesgo e incertidumbre como el que han generado estos dos años de pandemia y el actual escenario económico derivado de la guerra en Ucrania, alinear los intereses de los clientes, empleados, colaboradores, proveedores, mediadores, etc., profundizando y desarrollando, más todavía, en aspectos clave como son la gestión de la diversidad (sin ir más lejos, las previsiones de refugiados a corto plazo en el momento actual en Europa superan la decena de millones), la formación permanente de las personas como herramienta de adaptación y adelantamiento a los cambios y de respuesta a las necesidades de una sociedad, unas empresas y una economía cambiantes, principalmente como consecuencia de los avances tecnológicos, un escenario pandémico-bélico y de una globalización que en este momento nos planteamos si habrá llegado a su fin.
En mi opinión, y analizada la situación actual, es difícil que se mantenga el actual modelo de globalización, estamos obligados a reinventarlo y quien sabe si volveremos a un mundo de bloques como consecuencia de la actual contienda militar que se está librando en Ucrania, si bien es cierto que el talento seguirá sin tener fronteras, siendo necesario captar, crear y desarrollar talento en un mundo digitalizado, sostenible, diverso, cambiante e internacionalizado.
En este momento, las empresas han dado un impulso vertiginoso en aspectos clave como redefinir su organización y liderazgo, desarrollando mecanismos que les ayuden a ser más flexibles y ágiles, reforzando la seguridad y la salud de sus empleados, creando un ecosistema seguro, en el que puedan continuar haciendo su trabajo de forma fiable -trabajo remoto, teletrabajo, automatización tareas manuales, etc.-, facilitando la conciliación de la vida laboral y familiar, mediante la flexibilización de las relaciones laborales.
La implicación y la mayor capacitación de los empleados es fundamental para adaptar a las empresas a las demandas del mercado, así como para superar con éxito las adversidades. Surgen nuevas necesidades en la sociedad a las que las empresas han de dar respuesta, al tiempo que demandas clásicas van desapareciendo; por ello, aunque se impulsen transformaciones tecnológicas y procedimentales, el elemento humano sigue siendo clave en el éxito de las organizaciones, cobrando especial importancia la formación permanente de las personas y la detección de futuras necesidades para así adelantarse a la creación de nuevos puestos de trabajo, así como a la preparación de los profesionales que vayan a ocuparlos.
En este contexto, la protección de las personas debe orientarse de forma muy especial a los aspectos psicosociales; después de dos años de pandemia se han superado muchas dificultades, pero los daños psicosociales han sido evidentes, tanto para empresarios como para trabajadores, de ahí que cobre especial importancia la detección de los daños sufridos, tanto físicos como psicológicos, y de las secuelas que ha dejado la COVID 19, ya sea de forma directa o indirecta, es decir, por haber contraído la enfermedad o como consecuencia la situación vivida.
Por ello, la formación de las personas ha de incluir aspectos esenciales para reforzar la resiliencia y sobre cómo superar las adversidades para poder desempeñar la profesión habitual o como readaptarse a una actividad diferente cuando los daños sufridos les hayan dejado impedidos para realizar las mismas tareas que hacían con anterioridad.
En este panorama, la comunicación dentro de la empresa se constituye como un elemento fundamental, así como la empatía y el espíritu de equipo, todos ellos aspectos esenciales ya antes de la pandemia, que ahora cobran un mayor protagonismo en la situación actual de crisis económica derivada de la pandemia y de la guerra en Ucrania.
Los mensajes y píldoras formativas orientados a la promoción del bienestar y de la resiliencia de las personas han de formar parte de la actividad cotidiana de las organizaciones, así como de sus planes de formación, mejorando así la salud de las personas a la par que su capacitación y empleabilidad.
La seguridad digital, la protección de la información, su disponibilidad y la resiliencia ante accesos no autorizados o malwares son problemas que crecen y que hay que gestionar de manera prioritaria; es fundamental ante el crecimiento de la implantación de tecnología. No hay más que ver como parte de las actuaciones durante esta llamada “guerra híbrida” van orientadas a inutilizar sistemas tecnológicos estratégicos, a acceder públicos documentos de máxima seguridad, etc.
De la experiencia aprendida y de la implantación y desarrollo de las medidas descritas en los diferentes sectores económicos dependerá, no sólo la superación de esta crisis de la COVID 19 y derivada de la guerra en Ucrania, si no garantizar la sostenibilidad del sistema económico global. De ahí que las organizaciones, en los diferentes sectores económicos, conocidos sus riesgos en un momento de máxima exposición, aprovechen para transformarse, convirtiendo dichos riesgos y amenazas en oportunidades y fortalezas, aplicando así toda la experiencia adquirida durante la pandemia de la COVID 19 al escenario económico global, para hacerse más sólidas, sostenibles, solidarias, seguras y solventes, 5 eses (“S”) que le garantizarán, sin duda, una supervivencia exitosa.
JAVIER SÁNCHEZ GONZÁLEZ Asesor del Área Internacional de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido Gerente de la Universidad Complutense de Madrid, Y Vicegerente de Recursos Humanos y Organización de la Universidad Rey Juan Carlos