Juan Vázquez: «La sociedad necesita lugares capaces de abrir nuevas dimensiones al conocimiento, el pensamiento y la acción»

«El docente pasa de ser un mero transmisor de información a convertirse en un facilitador del aprendizaje, al tiempo que se redefinen los perfiles del profesor para combinar simultáneamente el papel de maestro, guía, prescriptor, acompañante en la aventura del conocimiento, inspirador e incluso “influencer” señala en la entrevista el ex rector de la Universidad de Oviedo y presidente de la CRUE


Juan Vázquez tuvo la ocasión de dejar su huella como rector de la Universidad de Oviedo y presidente de la CRUE en un periodo el que la ilusión por la Universidad empapaba los claustros. El “Informe Bricall” concitaba el acuerdo y agitaba las esperanzas en un deseado nuevo paso adelante de la Universidad. Un desafío que situara a la institución universitaria como impulsora y referente de una sociedad democrática asentada en búsqueda de una mayor equidad y bienestar.

Convicción e ilusión que a día de hoy se sienten vivas en las respuestas de Vázquez que sigue viendo la Universidad, por encima de todo, como “un espacio de libertad y pluralidad de ideas, de pensamiento, de razón, de reflexión, de curiosidad científica e intelectual, de estilos y modos de pensar diversos”.

Ilusión y convicción que se soportan tanto en sus raíces en la Montaña Central asturiana, como en su trayectoria académica vinculada al desarrollo territorial, pero sobre todo, en un riguroso y profundo conocimiento del sistema universitario.

Esperanza en el futuro que se concreta en una idea que aparece como leitmotiv de su carrera profesional, “conectar la universidad con la sociedad y la sociedad con la Universidad”  

¿Cuáles son los principales desafíos a los que se enfrentan los profesores universitarios en su condición de docentes?

Las funciones tradicionales del profesorado están en proceso de profunda redefinición y suponen la asunción de más diversas, complejas y exigentes tareas, generadas por el intenso cambio que se registra tanto en los contenidos como en los métodos y los soportes de las enseñanzas.

Esas nuevas tareas se cifran en ámbitos como los relacionados con la elaboración de materiales, la tutorización, el seguimiento permanente y la relación estrecha con los alumnos, los nuevos sistemas de evaluación, una renovada dinámica de interacciones, de experiencias de aprendizaje dentro y fuera del aula, o la exploración de formatos de enseñanzas en programas modulares e itinerarios personalizados.

El docente pasa de ser un mero transmisor de información a convertirse en un facilitador del aprendizaje, al tiempo que se redefinen los perfiles del profesor para combinar simultáneamente el papel de maestro, guía, prescriptor, acompañante en la aventura del conocimiento, inspirador e incluso “influencer”.

Las funciones tradicionales del profesorado están en proceso de profunda redefinición y suponen la asunción de más diversas, complejas y exigentes tareas, generadas por el intenso cambio que se registra tanto en los contenidos como en los métodos y los soportes de las enseñanzas

¿Dónde aprenden los docentes universitarios la técnica para facilitar el aprendizaje a sus alumnos?

A diferencia de otros niveles educativos, no existe una formación pedagógica específica de los profesores universitarios y, por ello, habría que paliar esta carencia con programas de formación, particularmente en nuevas destrezas relacionadas con la innovación en los soportes y las metodologías, que podrían constituir un requisito de la formación inicial del profesorado o estar presentes a lo largo de su trayectoria. 

Junto a eso, no deja de ser cierto también que hay otro conjunto de cualidades que no siempre pueden ser adquiridas y dependen de habilidades innatas que atesoran los mejores profesores. Por una vía o por otra, lo fundamental que se ha de pedir a los docentes es la solidez de sus conocimientos y la capacidad para transmitirlos de un modo inspirador y atractivo, generando reflexión y razonamiento, curiosidad intelectual y visión crítica, rigor y estímulos creativos.

el adoctrinamiento no puede ocupar espacio alguno en una universidad cuya esencia es justamente la contrapuesta, la de constituir un espacio de libertad y pluralidad de ideas, de pensamiento, de razón, de reflexión, de curiosidad científica e intelectual, de estilos y modos de pensar diversos

¿Quién puede controlar la pérdida del rigor científico y, en consecuencia, el adoctrinamiento en la docencia universitaria?

El rigor científico es un requisito irrenunciable de la universidad y el adoctrinamiento no debe tener cabida alguna en ella. Todos debemos cultivar, proteger, controlar el rigor y erradicar cualquier atisbo de adoctrinamiento. Pero lo que deben existir son mecanismos internos y externos que garanticen su vigilancia.

En materia de rigor y calidad el sistema universitario español ha avanzado mucho en las últimas décadas, al imponerse una cultura de la evaluación, que debe ser aun mejorada para que no prime lo formal sobre lo fundamental, la burocracia sobre los aspectos estratégicos y lo interno sobre la conexión externa hacia la sociedad.

Por su parte, el adoctrinamiento no puede ocupar espacio alguno en una universidad cuya esencia es justamente la contrapuesta, la de constituir un espacio de libertad y pluralidad de ideas, de pensamiento, de razón, de reflexión, de curiosidad científica e intelectual, de estilos y modos de pensar diversos.

¿Pueden las instituciones medir la competencia docente de su profesorado y actuar en consecuencia?

Pueden y deben hacerlo. De hecho, existen ya instrumentos para medir la competencia y los rendimientos docentes, pero me parece que presentan dos limitaciones principales. Por un lado, es necesario implantar mecanismos más afinados de evaluación de la calidad y la innovación en las enseñanzas, apoyados en un sistema de indicadores que permitan no solo medir el desempeño sino estimular la mejora e incentivar la flexibilidad frente a la rigidez, la calidad sobre la cantidad y la innovación frente a las rutinas.

Por otro lado, es preciso modificar la situación actual en que los resultados de las mediciones que se realizan sobre el desempeño del profesorado apenas tienen consecuencias ni se traducen en actuaciones y medidas eficaces para corregir las deficiencias apreciadas en el ámbito docente.

debemos organizar las enseñanzas en entornos flexibles, híbridos y colaborativos y que respondan a las transformaciones operadas en los modos de participar en la educación, que comportan cambios en la presencialidad y dedicación residencial y a tiempo completo y en la propia duración de los estudios, con extensión a una formación a lo largo de toda la vida

¿Cómo hacemos responsables al estudiantado de sus procesos de aprendizaje?

Creo que por tres vías, entre otras. Primero, fomentando su motivación y participación activa, su curiosidad intelectual, haciendo atractivo el proceso de aprendizaje y otorgando verdaderamente al alumno un papel protagonista en las estrategias de transmisión del conocimiento.

Segundo, conociendo y respondiendo mejor a las expectativas y las dinámicas de interacción de unos estudiantes que aparentemente hemos convertido en el centro del proceso de aprendizaje, pero que son cada vez más heterogéneos y plurales y que responden a motivaciones, estímulos, habilidades, códigos y lenguajes que en muchas ocasiones nos resultan alejados y desconocidos.

Y tercero, mediante sistemas de organización de las enseñanzas en entornos flexibles, híbridos y colaborativos y que respondan a las transformaciones operadas en los modos de participar en la educación, que comportan cambios en la presencialidad y dedicación residencial y a tiempo completo y en la propia duración de los estudios, con extensión a una formación a lo largo de toda la vida y con estudiantes que tomarán cursos de distintas instituciones, con diversas modalidades y estrategias.

se aprecia una conciencia creciente de que la docencia importa y de la imprescindible necesidad de prestigiar y reivindicar una dignificación de la función docente

¿Estamos ante un cambio de ciclo después de décadas en las que la investigación se ha convertido en el elemento definitorio de las carreras académicas y de reputación de las universidades?

No, todo lo más ante algún reequilibrio. Por un lado, seguimos teniendo un esquema de incentivos en que las recompensas académicas de los profesores se obtienen principalmente en el terreno de la investigación y en el que se les ofrecen mayores estímulos para la dedicación a la producción de “papers” que a la formación de estudiantes.

Por otro lado, los rankings internacionales más reconocidos siguen considerando prioritariamente los elementos relacionados asimismo con la investigación y parece como si las propias instituciones universitarias hubieran optado igualmente por relegar a un segundo plano el papel de la docencia. Quizá lo que sí se aprecia es una conciencia creciente de que la docencia importa y de la imprescindible necesidad de prestigiar y reivindicar una dignificación de la función docente.

Facultad de Arte Universidad de Leeds UK AGHM

¿Cómo podemos hacer evidente que sin las universidades no hubiéramos podido alcanzar la calidad de vida que hoy disfrutamos?

Contamos con diversos estudios que han puesto claramente de manifiesto los positivos efectos de la universidad en el desarrollo, el bienestar y la calidad de vida de su entorno. Pero no es solo en la esfera económica, sino en ámbitos mucho más amplios, donde son apreciables esos favorables efectos. La universidad ha tenido siempre una dimensión social que resulta inherente a su identidad y ha realizado una decisiva contribución civilizatoria, de autoentendimiento cultural y de ilustración intelectual.

Hay una esencia universitaria, que ha de ser preservada y reforzada, de estar comprometida y responder a las sensibilidades de su tiempo y su entorno, de constituir un instrumento de creatividad, transmisión de valores, transformación social e igualdad de oportunidades. La sociedad necesita lugares, como la universidad, capaces de inocular la aventura de la curiosidad intelectual y abrir nuevas dimensiones al conocimiento, el pensamiento y la acción.

se educa por contagio y, por eso, no es el aislamiento sino el ambiente y los lugares y fórmulas de contacto los que resultan indispensables en el proceso formativo 

¿La innovación educativa puede llevar a romper el aislamiento de cada profesor en su aula con sus estudiantes y a pensar en la creación de “grupos de docencia” al igual que los grupos de investigación?

Me parece sugestivo pensar en eso, en un momento en que se observan dinámicas diversas y a veces incluso contrapuestas. Por una parte, se avanza hacia la personalización e individualización de las enseñanzas. Por otra parte, todo es más grupal y global: el conocimiento que no se comparte no existe y se abren nuevas vías que facilitan la movilidad de las enseñanzas, la participación en redes internacionales y la existencia de recursos y metodologías compartidas.

El saber ha iniciado un imparable proceso de globalización y la educación superior no se encuentra ya atada a una específica localización y se desacopla de restricciones relacionadas con el espacio y con el tiempo. La educación es, además, un modo de relación: se educa por contagio y, por eso, no es el aislamiento sino el ambiente y los lugares y fórmulas de contacto los que resultan indispensables en el proceso formativo. 

el desarrollo de plataformas digitales y enseñanzas on line, junto a indudables oportunidades comporta también el riesgo de que la universidad deje de ser un “lugar” (de relación) para reducirse a ser solo un “sitio” (en la web)

¿Tienen las universidades recursos y estímulos para reaccionar al reto de reinventar el papel del profesorado?

Es imprescindible que se destinen recursos y estímulos a esa finalidad. Los profesores, como he dicho, se enfrentan a más amplias, diversas y complejas tareas, que suponen adicionales esfuerzos, y requieren una mejor organización y una amplia dotación de recursos.

Eso se contrapone con la realidad de una universidad española en que dominan limitaciones relacionadas con las excesivas dedicaciones, la falta de medios, la insuficiencia o el envejecimiento de las plantillas, las incertidumbres de la carrera académica, entre otros diversos aspectos poco favorecedores para implicar al profesorado activamente en los objetivos de renovación docente.

En fin, se necesitará contar con más potentes instrumentos y estímulos de apoyo al profesorado, transformaciones en la organización, el diseño y el desarrollo de la docencia, y generar ambientes favorables para la renovación y propicios para el aprendizaje.

Facultad de Arte Leeds UK AGHM

¿En este proceso de transformación pueden quedarse las universidades públicas un paso atrás de las universidades privadas, o incluso de otros actores como las plataformas tecnológicas, las universidades corporativas o las universidades globales?

Ése es un riesgo cierto y que comienza ya a percibirse. Las universidades públicas cuentan con rigideces que las colocan en condiciones más desfavorables para competir con unas universidades privadas más flexibles en su estructura, procedimientos y gobernanza, que les permiten mayor agilidad en la organización, la docencia y la gestión, aunque tienen un evidente retraso en el ámbito de la investigación.

Además, la irrupción de más, nuevos y distintos agentes proveedores de la educación (empresas, corporaciones y entidades diversas), ha roto el tradicional monopolio universitario de la educación superior y, si las universidades no aciertan a responder adecuadamente a los nuevos desafíos, podrían llegar incluso a amenazar su hegemonía, ante entidades que ofrecen mejorar su “función de utilidad” para el empleo en el sistema productivo.

Por lo demás, el desarrollo de plataformas digitales y enseñanzas on line, junto a indudables oportunidades comporta también el riesgo de que la universidad deje de ser un “lugar” (de relación) para reducirse a ser solo un “sitio” (en la web).


Alfonso González Hermoso de Mendoza

Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.