Tejedoras de redes de cuidados, activistas interesadas en la educación y el bien común, se reunieron a escribir esta guía durante la crisis mundial causada por la pandemia del Covid-19. Ante un llamado explícito al aislamiento como medida para detener los contagios, para nosotras se hizo evidente que el distanciamiento estaba siendo físico más no necesariamente social, al contrario, la comunicación, la autoorganización, la confianza, el apoyo mutuo y los cuidados se convirtieron en las acciones ciudadanas más relevantes para protegernos como sociedad.
VIOLETA MAYA, VALENTINA SÁNCHEZ, LAURA PEREDO Y DAVID GÓMEZ
Introducción
El autocuidado es un concepto que poco a poco vamos descubriendo en sus múltiples significados; lentamente vamos comprendiendo sus entresijos, pliegues y promesas. En esta guía, te mostramos algunos con la ilusión de ser más inspiradoras que exhaustivas. Los autocuidados adecuados para cada ocasión siempre dependen del contexto pues cada persona y cada grupo tiene necesidades particulares. Por eso, más que dar una receta, lo que queremos es abrir una serie de conversaciones alrededor del autocuidado y aquellos elementos de éste que nos parecieron más relevantes.
En esta conversación, queremos proponerte ampliar la mirada y pensar el autocuidado no sólo como una complacencia personal, sino como una forma de estar en el mundo que vincula lo individual con lo colectivo, que privilegia la cooperación frente al egoísmo y que pone en el centro de nuestras atenciones la vida, las personas y la comunidad.
En un mundo en el que absolutamente todo está interconectado, cuidarnos mutuamente es fundamental. Autocuidarnos es crear un espacio común, una conversación que comienza por la escucha, un territorio entre todos y, desde luego, una relación cordial, segura y de apoyo mutuo. Porque lo uno no puede existir sin lo otro, los autocuidados, en efecto, construyen otro mundo posible al que queremos pertenecer.
Autocuidarnos es crear un espacio común, una conversación que comienza por la escucha, un territorio entre todos y, desde luego, una relación cordial, segura y de apoyo mutuo
El autocuidado es individual pero también colectivo
Los autocuidados son lo que hacemos para preservar, reparar y construir la vida; son las acciones con las que generamos ambientes saludables; son los gestos sutiles que demuestran que alguien nos importa, son las tareas que hacemos para protegernos y también para recuperarnos, reponernos y sanar.
Los cuidados empiezan por uno mismo y sus efectos no se quedan en lo individual sino que trascienden a lo colectivo. No podemos cuidar de las otras personas sin saber cuidar de nosotras mismas. Ni tampoco enseñar cuidados, sin entender la importancia de cuidarse.
Hacer visibles los cuidados
Por años, los cuidados han sido invisibilizados y menospreciados en un mundo que privilegia la producción, la competencia, la acumulación y el individualismo. Sin embargo, cada vez apreciamos más su valor y reconocemos que sin ellos el mundo se colapsaría.
En los últimos tiempos, los cuidados no sólo están dejando de ser invisibles, sino que comienzan a vislumbrarse como la parte más valiosa de la riqueza oculta de los pueblos y sus culturas.
Los autocuidados son detalles, pero también son estrategias pensadas e incluso profesionales. A veces son imperceptibles, como cuando guardamos silencio o hacemos una pausa para respirar, y otras veces son tan grandes y significativos que nos salvan la vida. Visibilizar los cuidados es una forma de hacer emerger lo político que hay en ellos y hacer notar cómo contribuyen al sostenimiento de nuestro mundo.
No podemos cuidar de las otras personas sin saber cuidar de nosotras mismas. Ni tampoco enseñar cuidados, sin entender la importancia de cuidarse
Cuando hablamos de cuidados hablamos de afectos
Tradicionalmente tendemos a pensar que los afectos son sinónimo de sentimientos y que van ligados a términos positivos. Por ejemplo, cuando decimos que tenemos afecto por alguien nos referimos a que sentimos cariño por esa persona; sin embargo, la concepción de afecto también tiene que ver con la noción de afectar, es decir, producir un efecto sobre algo o alguien. En este sentido, el “afecto” tiene más
que ver con la intensidad o fuerza que nos predispone a actuar.
Los cuerpos son y están afectados por circunstancias no elegidas. Y entre tanto afecto y afectación, los cuidados se presentan como aquello que nos permite mediar y prevenir los riesgos derivados de los afectos. Los cuidados son, por tanto, las tareas que nos permiten prevenir, minimizar o sanar los efectos de una afectación.
Los cuidados son, por tanto, las tareas que nos permiten prevenir, minimizar o sanar los efectos de una afectación
Son la argamasa que posibilita prepararnos para los riesgos por venir, construir relaciones sanas, tejer redes con otros/as, poner y ponernos límites, tomarnos el tiempo necesario para fluir con nuestros propios ritmos, no proyectar sobre los otros nuestros miedos o complejos y un largo etcétera que nos permite relacionarnos de forma saludable con nosotros/as mismos y el resto.
Independientemente del escenario, el contexto o los grupos a los que pertenecemos, para autocuidarnos se requieren ciertos materiales y momentos que en este texto vamos a explorar, con la intención de que sean una guía abierta para quien la necesite y, como todo prototipo, evolucione conforme la vayamos usando y retroalimentando colectivamente.
VIOLETA MAYA, VALENTINA SÁNCHEZ, LAURA PEREDO Y DAVID GÓMEZ