¿Cuál podría ser ahora la prioridad universitaria, tras la extensión de las colaboraciones entre los investigadores en proyectos conjuntos trasnacionales y multidisciplinarios por medio de los Programas europeos? La internacionalización es una componente fundamental del futuro universitario europeo. En particular, lo es también para la universidad española.
FRANCISCO MICHAVILA PITARCH
Universidades Europeas: Impulsando la Excelencia Académica y la Innovación Científica
En la conferencia Iniciative pour l’Europe, que pronunció el 26 de septiembre de 2017 en La Sorbona, el entonces recién elegido presidente francés, Emmanuel Macron, propuso la creación de “una veintena de universidades europeas”, como redes de universidades de varios países de Europa, convertidas en “lugares de innovación pedagógica y de investigación de excelencia, que ofreciesen diplomas considerados de rango europeo”.
En el Consejo Europeo, de diciembre de 2017, posterior a la Cumbre social de la Unión Europea de Gotemburgo, se tomó el acuerdo de iniciar el proceso de constitución de tales universidades europeas antes de que terminase el año siguiente. Su principal finalidad se hallaba en abrir una nueva senda para el refuerzo de las alianzas estratégicas entre universidades y otros centros de educación superior de los Estados miembros de la Unión Europea.
Se pretendía, además, que la constitución de estos campus interuniversitarios de dimensión europea permitiese a los estudiantes la movilidad durante sus estudios entre las instituciones participantes. Y que se constituyesen equipos multidisciplinarios de investigación en diversas áreas del saber, capaces de abordar los complejos proyectos científicos, tecnológicos y sociales que deberá acometer la Unión Europea en un futuro inmediato.
propuso la creación de una veintena de universidades europeas, como redes de universidades de varios países de Europa, convertidas en lugares de innovación pedagógica y de investigación de excelencia, que ofreciesen diplomas considerados de rango europeo
La Ciencia como eje vertebrador de Europa, siguiendo la pauta de las ideas que se habían propuesto en el Consejo Europeo celebrado en Lisboa el año 2000, mediante la creación de tales universidades europeas para que desarrollasen programas dedicados a la investigación científica y técnica, la atracción de talentos científicos y una mayor disponibilidad para el incremento de la inversión privada en labores investigadoras.
Construyendo el Espacio Europeo de Educación
Las universidades que se seleccionasen a tal fin servirán como modelos de buenas prácticas sobre cómo se podría aumentar la cooperación existente en la actualidad entre los campus. Ello estaba orientado a la creación en 2025 del denominado Espacio Europeo de Educación.
La primera convocatoria para que las instituciones universitarias interesadas en su participación presentaran las candidaturas, fue realizada por la Comisión Europea en junio de 2019, por medio del Programa Erasmus+. Se presentaron 54 solicitudes, por grupos de instituciones universitarias dispuestas a aliarse dentro de cada candidatura. De ellas, se seleccionaron 17 propuestas de universidades europeas, donde se integraban 114 universidades de 24 países.
En las alianzas elegidas entonces participaron 11 universidades españolas (Complutense de Madrid, Granada, Barcelona, Autónoma de Madrid, Católica de València – San Vicente Mártir, Autónoma de Barcelona, Pompeu Fabra, València, Politècnica de Catalunya, Carlos III de Madrid y Cádiz). O sea, el 64,7% de las propuestas seleccionadas en esa primera convocatoria contaban con una universidad española. Tres de ellas actúan desde entonces como coordinadoras de sus respectivas alianzas (las Universidades de Cádiz, Granada y Barcelona) y las ocho restantes como miembros. Un claro indicador de la vitalidad de las universidades españolas.
Las universidades que se seleccionasen a tal fin servirán como modelos de buenas prácticas sobre cómo se podría aumentar la cooperación existente en la actualidad entre los campus
En la segunda convocatoria, de julio de 2020, hubo 62 solicitudes y fueron seleccionadas otras 24 nuevas instituciones, en las que participaban 165 universidades de 26 Estados miembros y otros países participantes en el Programa Erasmus+. De ellas, 13 eran españolas (las universidades de Alicante, Cantabria, Deusto, León, Miguel Hernández de Elche, País Vasco, Politécnica de Cartagena, Politécnica de Madrid, Politècnica de València, Rovira i Virgili, Salamanca, Sevilla y Zaragoza), integradas en el 54% de las solicitudes aprobadas. A dos les corresponden el papel de coordinadoras de las alianzas (la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad de Sevilla) y las once restantes intervienen como miembros en sus respectivas alianzas.
El Éxito de las Universidades Europeas
En definitiva, se constituyeron entre las dos primeras convocatorias 41 Universidades Europeas, en las que participaban 279 universidades de la mayoría de los países de la Unión Europea. Para su puesta en marcha la Comisión Europea dispuso de una asignación inicial de 287 millones de euros, previendo su implantación en un periodo de tres años.
No paró ahí el nacimiento y crecimiento de las alianzas de universidades europeas. Para mediados de 2024, se estima que el número de universidades europeas creadas alcance la cifra de 60, en las que participarán más de 500 universidades del conjunto de países miembros de la Unión Europea. Aquella “veintena” que se apuntaba en el discurso del Amphithéâtre Richelieu va camino de triplicarse. Todo un éxito universitario de la causa europea.
La mayoría de las universidades participantes en las alianzas aprobadas han destacado el valor que tiene la iniciativa de constitución de los campos interuniversitarios, y la integración de unidades pedagógicas comunes en las ofertas compartidas de estudios. También resaltan el modelo de buenas prácticas que representan en cuanto a la competitividad internacional que comporta la filosofía que anima a las universidades europeas, el atractivo de sus ofertas educativas –un valor singular de estas ofertas es que permitirán a los estudiantes graduarse combinando periodos de estudio en varios países de la Unión Europea-, el aprendizaje multilingüe, la posibilidad de obtener las denominadas micro cualificaciones tras la finalización de cursos o módulos de corta duración y el impulso que conllevará en la transformación digital de los campus.
La mayoría de las universidades participantes en las alianzas aprobadas han destacado el valor que tiene la iniciativa de constitución de los campos interuniversitarios, y la integración de unidades pedagógicas comunes en las ofertas compartidas de estudios
Promoviendo la Investigación y la Colaboración Científica
En abril de 2020, la Comisión Europea acordó una convocatoria especial del programa Science with and for Society in Horizon 2020 (H2020 SwafS), dedicada con carácter exclusivo a estas alianzas, para desarrollar “la agenda científica conjunta” de las nuevas universidades europeas, como un banco de prueba para el Área Europea de Investigación del 2030. Un refuerzo considerable para materializar el objetivo, que acaso sea el principal de las universidades europeas: la creación de conocimiento en marcos conjuntos de distintas disciplinas científicas…
Si en anteriores líneas calificaba a la internacionalización como fundamental para el futuro de las universidades españolas, cabe interrogarse sobre qué otros asuntos deben formar parte de su porvenir.
¿La solución a sus deficiencias hay que buscarla en el perfeccionamiento de su marco legislativo? Un artículo que publiqué meses atrás en el diario El País lo titulé así: Las leyes pasan, pero los verdaderos problemas universitarios se perpetúan, toda una declaración de principios al respecto. No es cuestión de un ejercicio permanente de modificaciones legislativas, con los consiguientes procesos posteriores de adaptación de la vida académica en los campus a las normativas que genere cada nuevo marco legal.
Un refuerzo considerable para materializar el objetivo es la creación de conocimiento en marcos conjuntos de distintas disciplinas científicas…
Siguiendo los criterios sobre los aspectos de la autonomía universitaria desarrollados por la European Universities Association en 2011, en su informe University Autonomy in Europe II, elaborado por Estermann, Nokkala y Steinel, en el artículo Excellence of Universities versus Autonomy, Funding and Accountability, mostré en colaboración con Jorge M. Martínez que el factor que más correlaciona con la excelencia de las universidades es la autonomía de su personal académico y su gestión por parte de la institución. Su impacto es de más del doble que la autonomía organizativa, la académica y la financiera.
Claves para la Excelencia Universitaria en Europa
La búsqueda de la excelencia por parte de los mejores sistemas universitarios en Europa se centra en que la gobernanza de las instituciones esté menos sometida a normas rígidas, en el estímulo de las alianzas internacionales para actividades investigadoras de elevada calidad y estudios avanzados, y en que exista alto margen de maniobra por parte de las mejores instituciones universitarias para captar buenos docentes e investigadores. A todo ello se opone una legislación universitaria rígida y uniforme para todas sus instituciones, con independencia de que los resultados académicos que obtengan sean brillantes o mediocres.
No parece tampoco adecuado que solo se contemple un único modelo de funcionamiento de los campus universitarios. En sintonía con la evolución seguida por las universidades españolas durante los últimos cuatro decenios, caracterizada por la diferenciación notable y creciente entre universidades, en el modo de establecer sus prioridades docentes y científicas, cabe apreciar que haya instituciones que busquen más la excelencia en sus tareas educativas y otras que lo hagan en su producción investigadora, sin que ninguna de ellas abandone una de sus misiones en favor exclusivo de otra.
Una cierta fórmula binaria, donde el lugar de cada universidad se decidida por ella misma, en un pleno ejercicio de su autonomía institucional. Un panorama universitario diverso, con una gradación entre las que otorguen prevalencia a sus resultados académicos orientados a la investigación competitiva internacional, con instituciones que participen activamente en los grandes proyectos que se anuncian, y otras que opten por opciones más continuistas en sus tareas de formación de capital humano, innovador y creativo; en definitiva, aquellas que hacen progresar, con efecto más inmediato, su entorno social, cultural y económico. El posicionamiento de cada universidad debería depender de su propia decisión, pero los medios que disponga vendrían condicionados a la valoración, mediante un riguroso sistema de rendición de cuentas, de los logros alcanzados.
La búsqueda de la excelencia por parte de los mejores sistemas universitarios en Europa se centra en que la gobernanza de las instituciones esté menos sometida a normas rígidas
La Importancia de la Investigación y la Educación Crítica en las Universidades
Últimamente proliferan anuncios en diversos medios de comunicación de nuevos centros universitarios privados, cuya creación se multiplica a gran velocidad como si bastase con una inversión económica suficiente para dar vida a un centro universitario con un mínimo de solidez. Esas publicidades se combinan frecuentemente con estadísticas, muchas de ellas realizadas por encargo de las propias instituciones, que informan sobre el crecimiento del porcentaje del alumnado que opta por estas entidades privadas de nuevo cuño, en lugar de hacerlo por las universidades públicas, pues las consideran mejores plataformas formativas para acceder con celeridad al posterior mercado laboral. Tales centros otorgan un papel menor a sus actividades investigadoras con el fin de centrarse en una “formación eficaz para que sus alumnos consigan al terminar sus estudios un buen empleo”.
Pero es precisamente la creación de conocimientos la que distingue una buena universidad. Sin investigación un centro de estudios superiores no es propiamente una universidad, acaso pueda calificarse de academia ilustrada, más práctica, más interesada por el corto plazo.
Los valores que deben distinguir a la educación universitaria no pueden medirse con una simple escala utilitarista. Los beneficios a corto plazo no suelen coincidir con los que se alcanzan en periodos de tiempo más prolongados. De la misma forma que ocurre con las inversiones bursátiles.
La educación crítica y la creatividad trascienden a la enseñanza adaptada al mercado laboral de un determinado momento, y no tiene fecha de caducidad; puede afirmarse que no hay buena educación si no es crítica
Basta con repasar los modos de acometer las tareas educativas de las mejores universidades europeas y norteamericanas para ratificar la idea de que educar es mucho más que instruir. La educación crítica y la creatividad trascienden a la enseñanza adaptada al mercado laboral de un determinado momento, y no tiene fecha de caducidad; puede afirmarse que no hay buena educación si no es crítica. La que carece de tal calificativo es solo adoctrinamiento, simple instrucción y pasividad.
Este texto se corresponde con un fragmento del libro «Inquietudes de un europeo», editorial Tecnos 2024, del profesor Francisco Michavila Pitarch
Puedes comprar el libro en el siguiente enlace
FRANCISCO MICHAVILA PITARCH
Catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad Politécnica de Madrid