Cómo reinventar una relación profesor-alumno que supere las viejas dicotomías entre los que enseñan y los que aprenden
Tema
Abundan los informes sobre el futuro de la Universidad que ponen el foco en la centralidad de los
estudiantes. Quienes tengan pueden consultar el libro blanco del MIT Ideas for designing An
Affordable New Educational Institution (2022) que recomienda al profesorado invertir el 80% de su
tiempo en la docencia. No es asunto menor, cuando venimos de una Universidad que reclamaba elevar
la excelencia, aumentar las inversiones o multiplicar las transferencias. También contamos con
plétora de propuestas innovativas que hablan de aprendizaje activo y auto regulado o de planes de
estudio abiertos y flexibles.
Se avecinan cambios que no podemos ignorar. Se requieren actitudes que parecen contrarias a la
vigente cultura organizativa universitaria. El desafío consiste en dar centralidad a los estudiantes sin
hipertrofiar su condición de clientes. No se trata de mejorar el modelo de negocio, sino de modificar
la cultura imperante en los campus.
Todo parece indicar que tendremos que aprender a tratar a los estudiantes como verdaderos agentes
cognitivos. Se acabó el modelo que los asimilaba a espectadores, receptores, consumidores de
saberes. Todo indica que debemos imaginar escenarios donde se fundan las tareas del hacer con las
del aprender y donde entender algo implique atreverse a modificarlo. Donde no baste con saber y sea
necesario intervenir.
La deriva no es nueva, pues ya los médicos, los abogados o los economistas sintieron la necesidad de
que los aprendizajes no fueran exclusivamente de libro. Las prácticas clínicas, y de campo, a pie de
cama, de tribunal o de negocio, supusieron una novedad que ahora parecería que debe generalizarse.
Todos los estudiantes pueden aprender a ser buenos profesionales si ejercen desde el principio el arte
de enfrentarse a problemas concretos en tiempo real y colaborando con sus compañeros. Aprender
entonces no será replicar lo que viene en los libros, sino mostrar capacidad para adaptar los saberes
a distintas circunstancias, negociando con la realidad y los otros colegas.
EsdeES quiere dedicar tiempo a esta problemática y arriesgar propuestas tan atrevidas como realistas,
pues estamos convencidos de que la Universidad tendrá que refundarse ante la exigencia de
reinventar una relación profesor-alumno que supere las viejas dicotomías entre los que enseñan y
los que aprenden, entre actores y espectadores o entre expertos y legos.
Idea
Nuestra propuesta se inspira en el design thinking. Lo que vamos a hacer juntos es prototipar
soluciones a partir de nuestras capacidades concretas. Y lo haremos usando unas
herramientas que han probado su eficacia en contextos parecidos.
No garantizamos nada. Hay que rebajar las expectativas. Partimos de dos convicciones
fáciles de expresar: una, la solución siempre está entre nosotros y, dos, la lograremos
activando la inteligencia colectiva. Y sí, hablamos de una solución tentativa, provisional,
imperfecta, mejorable y, en definitiva, abierta a posteriores correcciones, ya sea porque
incorporemos nuevos puntos de vista, ya sea porque atraigamos otros actores; o quizás por
ambos motivos a la vez.
Forma
Para encontrar soluciones usaremos algunas de las herramientas más probadas. Y, al igual
que con otros dispositivos, también los nuestros funcionan cuando se siguen unos protocolos
estrictos. Los facilitadores nos ocuparemos de hacer que se cumplan las reglas y se respeten
los tiempos.
Os pedimos paciencia para respetar los protocolos y confianza en nosotros como colectivo.
Se trata de un proceso experimental y por tanto está lleno de incertidumbres. Es probable
que nos sintamos insatisfechos si sólo miramos el resultado. Las cosas cambian si también
consideramos el proceso y nuestra voluntad de hacer, fabricar o construir cosas juntos
Nadie sabe todavía cuáles son los problemas que está en nuestras manos solucionar. Eso
es parte del proceso: crear in situ y, entre todos, un espacio para cosechar la diferencia que
somos, darnos la oportunidad de escuchar los distintos enfoques, hacer operativas nuestras
capacidades, mostrar la habilidad para ser estratégicos y, por fin, identificar dónde poner el
foco o, en otras palabras, definir los problemas que nos gustaría resolver o identificar las
preguntas que tratamos de responder.
No necesitamos exagerar la importancia de la crítica. Ser ocurrentes, innovadores o creativos
reclama cuidados. Dado que las intervenciones siempre serán muy breves, no habrá tiempo
para desplegar ninguna idea en profundidad y por eso necesitamos confiar en que quienes
escuchan sabrán completar, hacer suyos, nuestros esbozos y visiones. Más que espíritu
crítico, se requiere un compromiso afectivo: encontrar inteligencia en las aportaciones ajenas.
Prototipar, en definitiva, sólo consiste en ayudar a que las ideas de los demás crezcan al
complementarse, mezclarse, ensamblarse con las propias. permitir al mezclarse con las de
lxs demás: prototipar es darse permiso y dejarse afectar.
Para prototipar hay que desaprender. Un taller de prototipado es un ejercicio de composición
que debería parecerse a una jam session.
Práctica
La sesión comenzará con una inmersión en la problemática que nos ocupa. Para ello
hemos pedido a 3 amigos que nos digan en 5 minutos dónde, a su juicio, debemos poner la
atención. No les pedimos una aportación conceptual. No necesitamos un state of the art.
Queremos que nos hablen a partir de sus experiencias personales y que desde lo vivido
extraigan las consecuencias que consideren pertinentes.
Las miniconferencias nos ayudarán a iniciar una reflexión colectiva que articularemos
mediante la herramienta que llamamos colaboratorio.
A continuación, se formarán 5 equipos de cinco personas cada uno. Lo haremos mediante un
barcamp, una herramienta nacida en el movimiento hacker y que, como las demás
herramientas, explicaremos en su momento.
Formados los equipos, se inicia el proceso de diseño abierto y colaborativo, un trabajo que
iniciaremos mediante una herramienta de focalización para centrarnos en algo que sea
“fabricable” en el tiempo del que disponemos, sumando capacidades y sin que sea resultado
de una votación.
Una vez elegido el punto estratégico donde vamos a intervenir se trata de dar forma, diseñar,
con la mayor concreción posible todo lo que sea necesario para lograr una solución
practicable.
Antes terminar haremos una puesta en común que funcionará como una primera instancia
de validación.
La propuesta debe cumplir dos reglas: representarnos a todxs y ser realista por realizable.
Coda
Prototipar es una forma de aprender a vivir juntos. No se trata de consensuar nada, sino de
sumar capacidades. Tras el taller todos salimos tan distintos como entramos, pero con la
satisfacción de haber participado en un proceso colaborativo, abierto, experimental y afectivo.