San Ginés Madrid Javier Martínez

Las bibliotecas son el corazón de una universidad, espacios naturales de aprendizaje. Permiten y merecen imaginar otras maneras de aprender para pensar otras formas de estar en el mundo.

JAVIER PÉREZ IGLESIAS


Crear sus propios itinerarios

Cualquier biblioteca, entendida como un servicio público, debería ser un espacio de aprendizaje en el que cada quien, en solitario o con otras personas, pueda crear sus propios itinerarios. Por eso, la biblioteca pública es considerada en algunas tradiciones como “la universidad del pueblo”. Se necesita, eso sí, que las colecciones, los recursos y los espacios sean accesibles para cualquiera que acuda allí por curiosidad, deseo de saber o ganas de entretenerse.

También es importante que las bibliotecarias ejerzan la escucha y sean permeables a lo que quiere su comunidad. Pero, sobre todo, debería estar abierta a procesos y dinámicas participativas que permitan pensar en una “democracia radical” no solo para imaginar otras maneras de aprender sino para pensar otras formas de estar en el mundo.

En nuestro caso, la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes de la UCM, somos un servicio ligado a una institución de educación superior, aunque la condición de universidad pública de la Complutense hace que estemos abiertas al público general. Cualquier persona puede utilizar nuestras instalaciones para consultar in situ las colecciones o asistir a nuestra programación. Somos, además, una biblioteca especializada en arte actual, diseño y conservación/restauración del patrimonio cultural y artístico.

Las bibliotecas deberían ser un espacio de aprendizaje en el que cualquiera pueda crear sus propios itinerarios

Estas materias, tan ligadas a la creatividad y a otras maneras de interrogar la realidad, también nos condicionan. La contaminación con las prácticas artísticas y las alianzas, en un constante dentro/fuera, con personas y colectivos del mundo del arte han conformado una manera de acompañar el aprendizaje y de aprender nosotras mismas como bibliotecarias.

Experiencias de aprendizaje

Cuando llegué a trabajar a esta biblioteca, en octubre de 2013, la Facultad estaba inmersa en una experiencia que abría a la comunidad la posibilidad de participar en la vida universitaria. Estudiantes, profesorado y personal de servicios estaban invitados a utilizar los espacios y los recursos para generar experiencias de aprendizaje.

El entonces Vicedecanato de Extensión Universitaria se planteó una manera de convertir la universidad en una institución porosa en la que pudiera entrar el mundo exterior y que, al mismo tiempo, permitiera que la comunidad académica se encontrara con otros colectivos fuera del campus. Todo eso está contado en Universidad sin créditos por sus tres protagonistas, Selina Blasco, Lila Insua y Alejandro Simón.

Es esencial que los recursos de una biblioteca sean accesibles para cualquiera

Al abrirse a la participación se ensancharon las posibilidades y fue más fácil aprender entre todos. El aula dejó de estar limitada por cuatro paredes y se produjo una mutación, un crecimiento, un desborde. La mezcla de escucha y participación permitió que llegaran a ocurrir cosas que ni los mismos protagonistas se hubieran imaginado. 

Coordinación institucional

La alianza entre el equipo de la Biblioteca y el Vicedecanato de Extensión se dio de una manera inevitable y deseada. Después de unos cambios mínimos en las infraestructuras y en la configuración y los usos de los espacios(1), nos sumamos a esa manera de experimentar otras maneras de aprender, de enseñar, de investigar, de hacer. 

A los pocos meses de que yo empezara a trabajar en la Biblioteca hubo elecciones en la Facultad y se produjo un cambio de gobierno que supuso una reorientación de las políticas. Formalmente se respetaron algunas denominaciones, pero las palabras ya no significaban lo mismo.(2)

Las bibliotecas deberían aplicar una democracia radical: experimentar otras maneras de aprender, de enseñar, de investigar, de hacer

Desde mayo de 2013, y hasta mayo de este 2022, la biblioteca se convirtió en un espacio de resistencia.  Eso no quiere decir que la biblioteca estuviera completamente aislada dentro de la Facultad. Más bien al contrario, porque había suficientes alianzas con la comunidad docente, investigadora y el alumnado. La biblioteca llevaba años muy bien situada dentro del centro educativo(3) y ofreciendo servicios de apoyo a la docencia y a la investigación que son muy bien valorados.

Culturas externas a la academia

Con esas alianzas tejidas entre la comunidad académica, que se han ido extendiendo al mundo del arte y a la creación cultural externas a la academia, la biblioteca ha preservado un espacio en el que ha sido posible aprender juntas, al mismo tiempo que se ha favorecido el encuentro entre docentes y alumnado sin que prime la jerarquía que suele establecerse en el aula. Las personas se han juntado en proyectos que vienen marcados por el deseo de hacer y de aprender.(4)

Sin exámenes, sin un programa de estudios predefinido, sin jerarquías inamovibles, la biblioteca es una universidad que se quiere reinventar desde una mirada radical. No podemos entendernos sin los estudios que se imparten en la Facultad sin los grupos de investigación que la conforman, sin los haceres que se enseñan y aprenden aquí.

La biblioteca es una universidad que se quiere reinventar desde una mirada radical

Somos un servicio para todo eso, pero además nuestro papel consiste en facilitar encuentros entre las personas, entre las colecciones y quienes las utilizan, entre quienes leen y quienes escriben, entre la teoría y la práctica, entre hacer con las manos y pensar una idea, entre dibujar y discutir.

Esta universidad en un jardín de estudio, un salón de lectura con rincones para no hacer nada, un archivo, una colección de libros, de cosas rarunas, de “no libros”, de ediciones bastardas, de autoediciones, de fanzines, de discos de vinilo, de casetes, de carteles y postales, de flyers y panfletos… O sea, una biblioteca.

Notas:

(1) La Biblioteca ocupa el lugar que fue concebido para su uso cuando se diseñó y construyó el edificio a finales de la década de los sesenta del siglo pasado. La idea de biblioteca universitaria en aquellos años de dictadura franquista no era la de ahora. Sin embargo, ha sido imposible crear unas nuevas instalaciones desde cero.

Lo que hicimos fue comunicar todas las dependencias, acabando con lo que se consideraban despachos cerrados para el trabajo interno, y haciendo que en toda la biblioteca convivieran colecciones, espacios para los quehaceres bibliotecario, puestos de lectura/trabajo para las/os usuarias/os, junto a actividades de creación y aprendizaje que se programan a lo largo de todo el año. Para todo ello fue de gran inspiración lo que estaba ocurriendo en Tabakalera Donosti y su entonces biblioteca Ubik hoy denominada Medialab de Tabakalera.

(2) No es este el lugar para hacer un relato pormenorizado de lo que han supuesto los ocho años de mandato de Elena Blanch como decana de la Facultad de Bellas Artes, pero no puedo dejar de señalar el deterioro que han generado en la vida universitaria. En primer lugar, se desactivaron los espacios de reunión y creación gestionados por estudiantes. Por otro lado, se desatendió todo lo que tuviera que ver con los haceres y creaciones no tradicionales.

Se potenció una visión del arte parcial y dogmática basada en disciplinas cerradas (dibujo, pintura, escultura) que se concebían con una visión decimonónica. Al mismo tiempo, se firmaban alianzas con el mundo empresarial sin que se salvaguardaran los intereses de los estudiantes. Además, se atacó directamente a los sectores docentes comprometidos con una formación teórica, más crítica, que conecta el aprendizaje y la investigación con la práctica artística.

El gobierno de la Facultad comenzó, bajo su mandato, a ver a la Biblioteca como parte del enemigo y salvo intentar controlar sus actividades, sin mucho éxito, no fue posible una relación fluida. La Biblioteca fue, en definitiva, ninguneada.

(3) Desde que a comienzos de los 70 del siglo pasado se contrató como bibliotecaria a Conchita Zamacona, gracias a que el Seminario de Historia del Arte liberara una partida presupuestaria, hasta esta década de los 10 del siglo XXI, los equipos bibliotecarios no han dejado de atender a estudiantes y personal docente, investigador y de servicios. La dirección, durante más de 20 años, de Angelines Vian, junto a la subdirectora Amelia Valverde, supo mantener a  la biblioteca como una aliada eficaz y provechosa para la investigación y la creación.

(4) Las denominadas “Adquisiciones Comisariadas” han sido una de las herramientas que han hecho eso posible. Para conocer más sobre ellas se puede consultar aquí: https://eprints.ucm.es/id/eprint/39123/

También ha sido importante formar parte del Programa Concomitentes para pensar la biblioteca desde el arte y estimular procesos participativos y de cocreación: https://concomitentes.org/concomitancias/bbaa

Por fin, es importante, como método de acción, el programa de apoyo a la investigación basada en prácticas artísticas, “Cápsulas Fuentes”:

https://masdearte.com/convocatorias/capsulas-fuentes-bellas-artes-ucm/https://www.arteytecnosfera.com/capsulas-fuentes-iii-2019/

https://bellasartes.ucm.es/capsulas-fuentes-iv,-2022


JAVIER PÉREZ IGLESIAS, Director de la Biblioteca de Bellas Artes Universidad Complutense de Madrid

Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.