La Formación Profesional se presenta como una opción de formación a lo largo de la vida. Sin embargo, la Formación Profesional ha estado tradicionalmente lastrada socialmente, lo que ha limitado a tasa reducidas sus porcentajes de estudiantes dentro del sistema educativo, privilegiando otros itinerarios de carácter más académico.
La Formación Profesional ofrece un itinerario abierto y completo, que permite al ciudadano adquirir una titulación superior si lo desea, o acreditaciones en unidades/estándares de competencia específicas y acumulables. Por otra parte, no son pocos los estudiantes que durante -o tras- sus estudios de grado universitario, encuentran en los ciclos de FP, o en los certificados, una forma de especializarse, de complementar o de actualizar sus conocimientos y destrezas en un ámbito profesional determinado.
La Formación Profesional logra un adecuado equilibrio entre enseñanza humanística y formación profesionalizante al combinar escuela y empresa y situar a la persona en el centro del sistema. De esta manera, se convierte, por un lado, en una potente palanca para la educación y el despliegue de las capacidades de las personas y, por otro, en un poderoso instrumento para la modernización y transformación del modelo productivo que la sociedad actual requiere. El número de empleos creados o que se generarán por la digitalización y la transición ecológica, los dos grandes elementos transformadores del modelo económico, necesitarán ser cubiertos con personas competentes y cualificadas profesionalmente. |