MeToo Universidad. Redes de solidaridad para lograr universidades con corazón

UIMP Santander AGHM

 Letra a letra aquel corto email me provocó un terremoto interno que de golpe destruía la universidad que había soñado. ¿Por qué me invitaba a un café? ¿Por qué lo hacía desde su correo electrónico? ¿Qué pasaría si le dijera que no o si no le contesto? ¿Supondría el rechazo hundir mi carrera antes de empezarla? ¿Aquella situación no deseada llevaría a otras más incómodas?

ANA VIDU


Después de acabar un brillante bachillerato llegué a la universidad recién habiendo cumplido los dieciocho años, viniendo de una pequeña ciudad en la que llevaba pocos años viviendo. Mi ilusión de triunfar en la universidad era también, y, sobre todo, de mis padres, que habían migrado a España por esta razón. Letra a letra aquel corto email me provocó un terremoto interno que de golpe destruía la universidad que había soñado. ¿Por qué me invitaba a un café? ¿Por qué lo hacía desde su correo electrónico? ¿Qué pasaría si le dijera que no o si no le contesto? ¿Supondría el rechazo hundir mi carrera antes de empezarla? ¿Aquella situación no deseada llevaría a otras más incómodas? Recuerdo la mirada de este profesor en clase, sus insinuaciones, todo era extraño, pero no podía imaginarme nada malo. Fueron pasando los años y las palabras de aquel email me aclaran aquella mirada y me confirman que no se iba a conformar con un café.

Cuatro años más tarde, en primero de máster, me llegó otro email que me lleva a denunciarlo. No me atrevo a hacerlo sola y pido ayuda al catedrático Ramón Flecha, que no solo denuncia por mí, sino que me apoya en todo momento, y lucha para que todas las víctimas tengamos éxito personal y profesional. Él fue también el valiente profesor que se atrevió a dirigirme la tesis doctoral que explica la dureza de romper el silencio en la universidad, a través de comparar el proceso de la primera denuncia contra un catedrático por acoso sexual en la Universidad de Barcelona (UB); con el de la primera denuncia de la Universidad de California-Berkeley, producido más de tres décadas antes. 

El proceso de denuncia en la UB no tuvo un camino llano, Ramón denunció en el Decanato de la Facultad, y cómo sabía que no iba a recibir respuesta -porque él ya denunciaba desde 1995– lo hizo también en la Oficina contra el acoso sexual de la Universidad de Harvard, ya que dicho profesor usaba la firma de tal prestigiosa institución en sus correos. La primera reunión de la Comisión de Igualdad de la Facultad en esos momentos decidió que no había caso ya que mis correos no eran suficientemente graves. Cuando la Decana recibió un email desde la Oficina contra el acoso sexual de Harvard informando que van a investigar el uso de su nombre en correos con contenido acosador, es cuando en la UB decidieron iniciar el caso.

Es también cuando empezaron las represalias; yo misma pasé de ser la mejor estudiante de carrera a ser la peor del máster; los compañeros me dejaron de hablar, el profesorado me criticaba en clase, junto a toda una serie de comentarios que corrían por los pasillos hacia a mi persona y mi vida íntima

Es también cuando empezaron las represalias; yo misma pasé de ser la mejor estudiante de carrera a ser la peor del máster; los compañeros me dejaron de hablar, el profesorado me criticaba en clase, junto a toda una serie de comentarios que corrían por los pasillos hacia a mi persona y mi vida íntima. Pero las muy crueles represalias también fueron dirigidas hacia las personas que me apoyaron, sobre todo a Ramón Flecha, que sufrió hasta amenazas de muerte a la madrugada. Incluso hacer investigación sobre este tema es un acto de lo más valiente.

El proceso de la denuncia fue marcado por la revictimización, las culpabilizaciones, el no posicionamiento de la institución con las víctimas y la complicidad interna que había mantenido el acoso durante décadas. Después de que la UB mantuviera la denuncia en proceso interno el tiempo necesario hasta que los casos más graves prescribieron, el caso pasó a Fiscalía donde efectivamente, se acabó archivando por prescripción, aunque con un informe muy favorable para las víctimas, ya que dejaba claro que el acoso había ocurrido, explicitando tocamientos expresos hacia las víctimas, insinuaciones y propuestas directas en clase, en casa del presunto acosador, por correo o por teléfono, llegando la impunidad hasta a fotos desnudo que el profesor denunciado enviaba por correo a sus víctimas, chicas y chicos. El informe también dejaba claro que la universidad lo sabía, como menciona el final de este artículo publicado en un famoso periodico. 

Fue en ese momento, a finales de 2013, y ante la falta de respuesta por parte de la universidad ante dicho informe (más bien todo lo contrario), cuando las más de una decena de víctimas de la denuncia nos organizamos para fundar la Red Solidaria de Víctimas de Violencia de Género en las Universidades, que lo primero que tuvo fue una página de Facebook.

AGHM

La Red Solidaria fue pronto reconocida como Buena Práctica por la Fundación Mujeres del Gobierno incluida en su Banco de Buenas Prácticas. A la Red se fueron sumando otras víctimas de diferentes casos, tanto por parte de profesorado como alumnado; también de diferentes países. La Red siempre estuvo inspirada en las mejores prácticas, y en contacto con la Red de víctimas norteamericana, que se fundó ese mismo año. Algunos casos se han ganado (como este de Mar Joanpere que constituye la primera victoria en este sentido en España) y otros todavía no han salido a la luz pública. La Red, igual que los apoyos y la solidaridad que recibimos, no para de expandirse en todo el mundo, desde Latina América a Nueva Zelanda, pasando por Estados Unidos y así fue creciendo hasta que llegó a llamarse MeToo Universidad.

Muchas víctimas han ido encontrando en ella apoyo, se han ido empoderando para romper sus silencios, superando barreras y mejorando sus vidas. Así, el MeToo Universidad lo formamos supervivientes de la violencia sexual directa en la universidad, víctimas de la violencia de género aisladora, y personas que se solidarizan con nosotras y nosotros. Gracias a todo el apoyo yo también pude acabar mi doctorado, que fue rechazado en un par de ocasiones, y tener un excelente contrato postdoctoral en una universidad de prestigio. Cuando pensamos que en la universidad es peor denunciar el acoso que sufrirlo, las redes de solidaridad, la intervención de los bystanders, la prensa comprometida, la movilización estudiantil, el profesorado que apoya, hacen posible una universidad más científica y más humana.

En 2020, la Comisión Europea funda el proyecto “UniswithHeart. Student networks leading the struggle for universities free of sexual violence”, un proyecto de tres años de duración (2021-2024), del competitivo programa de investigación europea Marie Sklodwska-Curie. Los dos primeros años del proyecto se desarrollan en la Universidad de California-Berkeley, en el prestigioso Departamento de Sociología, de la mano del profesor Michael Burawoy. El tercer año está previsto en la Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto, bajo la supervisión de la catedrática Gema Tomás, decana de la misma Facultad.

El proceso de la denuncia fue marcado por la revictimización, las culpabilizaciones, el no posicionamiento de la institución con las víctimas y la complicidad interna que había mantenido el acoso durante décadas

El proyecto UniswithHeart analiza las redes de solidaridad y los mecanismos de prevención y respuesta al acoso sexual en las universidades norteamericanas, con casos de estudio concretos en universidades top como Harvard, UC Berkeley, Standford, con el objetivo de llevar de vuelta esas actuaciones de éxito, que hace que las redes apoyen a las víctimas y perduren en el tiempo, a la vez que transforman las estructuras de las propias universidades, inspiran políticas y prácticas, tanto a nivel de universidad, como de sociedad; impactando en los sistemas legislativos. UniswithHeart nace con el sueño de hacer realidad redes de apoyo en cada universidad, para que el acoso sexual deje de ser una realidad en el día a día de la academia, y sobre todo para que nadie en la universidad sienta desprotección a la hora de romper su silencio o de apoyar a quien decide romperlo. 

Es muy ilusionante estar en el momento actual, haber superado tantos obstáculos y provocado tantos cambios, para poder llegar a decir que en la universidad es posible denunciar el acoso y tener éxito personal y profesional. El horizonte existe, alberga luz y libertad. Conjuntamente lograremos que el camino para llegar a él sea cada vez menos empedrado, a la vez que esas universidades del futuro, sean tal y como las sueñan nuestras familias, universidades con corazón.


ANA VIDU Investigadora postdoctoral Marie Sklodowska-Curie en la Universidad de California- Berkeley y en Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto.

@anavidu @UniswithHeart @MTUniversidad

MeToo Universidad @RedSolidariaVGU

Facebook: https://www.facebook.com/ana.vidu

Espacios de Educación Superior está dirigido a poner en contacto a las personas e instituciones interesadas en la sociedad del aprendizaje en Iberoamérica y España.