La primera palabra que aparece en el curriculum de Humberto Matas es la de emprendedor. Toda una declaración, más que de intenciones, de realidad. Ya sea con la compañía de teatro y actuando por cualquier lugar España en la etapa universitaria, o montando empresas sobre ideas «que había que inventar». Empresas de marketing digital en los primeros 90, cuando apenas había digital para hacer marketing, o sobre «design thinking» en los 2000, cuando San Francisco era otro mundo. Pero también es verdad, en un momento en el que estaban cambiando las formas tradicionales de acceder a financiación con la emergencia de nuevas instituciones financieras que hacían posible llevar a la realidad los deseos de transformarla.
Detrás de los proyectos de Humberto siempre emerge la necesidad de crear entornos que los soporten y los den forma, la urgencia de la dedicación, casi absoluta y, como no, el aprendizaje. El aprendizaje como un propósito colectivo siempre está en el centro de cualquiera de sus propuestas. «Aprender es una acción reflexiva» nos señala, es cambiar la mirada. De ahí que las lógicas del diseño se hayan vuelto tan importante para ayudarnos a ver los problemas de otra manera, para «lanzarnos de cabeza a las incertidumbres».
Después de pasar veinte años como cofundador y CEO de una firma global de diseño e innovación, Humberto deja Nueva York por Mallorca. Un cambio radical en su carrera para centrarse en el impacto ético de la tecnología y en el diseño, sin olvidarnos de la filantropía y la docencia a través de la cuales continúa en el empeño de intentar comprender y explicar el entorno cambiante del mundo actual.
Laboralmente se incorpora al proyecto de Teamlabs, un espacio diferente que le permite la experimentación en sus propuesta organizativas, un lugar necesario después de comprobar en primera persona la dificultad de escapar «la única lógica de la eficiencia en las grandes corporaciones». Una opción para buscar otras cosas.
Humberto no duda en calificar de burbuja la situación actual de la inteligencia artificial, y nos invita a esperar. «Nadie sabe los que hay detrás» afirma, “el objetivo hoy es que todos contribuyamos al aprendizaje de la herramienta”. La gran noticia es que la Unión Europea haya tenido la competencia y el valor de entrar a regularla, un proyecto ético para el mundo. Mientras «si las maquinas quieren jugar entre ellas al ajedrez que nos dejen tranquilos».
