Los primeros ERASMUS (ILE)

«Los primeros ERASMUS» forma parte de la colección Hacer Memoria . Estas guías representa un esfuerzo amable por hacer más porosas las fronteras entre lo que pasa y lo que nos pasa, entre lo que ocurre en el aula y lo que sucede en la urbe, entre lo que aprendemos en los libros y lo que aprendemos en la vida, entre la necesidad de imaginar el futuro y el imprescindible conocimiento crítico del pasado.

RITAMA MÚÑOZ-ROJAS


Erasmo de Rotterdam (1466-1536) fue uno de los filósofos más importantes del Renacimiento. Seguramente os resulte familiar este nombre, porque es el que llevan las becas con las que los estudiantes comunitarios pueden cursar parte de su carrera universitaria en un país europeo diferente al suyo.

Lo que seguramente no se sepa tanto es que este gran erudito holandés fue una persona muy avanzada para su época, un sabio de mentalidad progresista que se opuso al dogmatismo de la Iglesia, y que practicó un método de enseñanza basado en el diálogo entre alumnos y maestros, en el intercambio de ideas, el entendimiento, la tolerancia, la curiosidad; le importaba el crecimiento intelectual y personal, el suyo y el de los demás, y eso le empujó a recorrer diferentes universidades europeas. Por todo ello, y con gran acierto, las becas para que los universitarios del siglo XXI puedan formarse en otros países llevan su nombre.

En España existen becas erasmus desde 1987, justamente un año después de ingresar en la Unión Europea. Sin embargo, ochenta años antes, jóvenes españoles, mujeres y hombres, ya estaban recorriendo Europa becados para ampliar y completar sus estudios universitarios en centros de investigación punteros, en instituciones de excelencia de cualquiera de las ramas del conocimiento: humanidades, ciencia, tecnología, arte. Esos jóvenes que desde 1907 recorrían Europa con un billete de tercera y sorteando todo tipo de calamidades salían al extranjero con una pensión del Estado y una importante misión: aprender, investigar, conocer lo que se hacía en las instituciones académicas más avanzadas de Europa y América, y crear relaciones y vínculos con sus miembros.

En España existen becas erasmus desde 1987, justamente un año después de ingresar en la Unión Europea. Sin embargo, ochenta años antes, jóvenes españoles, mujeres y hombres, ya estaban recorriendo Europa becados para ampliar y completar sus estudios universitarios en centros de investigación punteros, en instituciones de excelencia de cualquiera de las ramas del conocimiento

El objetivo era modernizar España a través de la educación, la investigación, la ciencia y la cultura; tirar de un país que se había quedado atascado en el tiempo por culpa del retraso cultural, económico y social que arrastraba desde el siglo XIX; construir una sociedad avanzada, justa y culta; un país europeo, capaz de dialogar de tú a tú con el resto de naciones avanzadas.

Lo que se va a contar a partir de ahora es cómo se planteó y se trabajó para convertir a España en un país europeo, moderno. Nos lo van a ir contando los protagonistas de esa época, los que pusieron en práctica esas ideas transformadoras. Jóvenes, hombres y mujeres, que se lanzaron a recorrer Europa sin haber salido antes de su ciudad. Su regreso tuvo un impacto transformador en España. Su trayectoria y sus vidas son una parte importante de nuestra historia.

Pero, ¿quién convenció a estos jóvenes para viajar por Europa en unos años en que casi nadie viajaba? La respuesta es Francisco Giner de los Ríos, inspirador y fundador de la Institución Libre de Enseñanza, un movimiento que comenzó siendo un proyecto educativo y terminó transformando políticamente un país. De esto nos van a hablar algunos de sus protagonistas; en este caso, los pensionados, a los que aquí llamamos primeros erasmus.

España avanzó en el primer tercio del siglo XX como nunca, gracias a la labor de aquellos pensionados, aquellos jóvenes que, por primera vez en nuestra historia, salían a Europa con la cobertura de un programa estatal de pensiones, que es como se llamaban las becas entonces.

Entre aquellos primeros erasmus, encontramos a una buena parte de los nombres más importantes de la ciencia y las letras españolas del siglo XX, pero también a políticos y a empresarios. Solo a modo de ejemplo, algunos nombres: José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Rafael Alberti, Blas Cabrera, Fernando de los Ríos, Claudio Sánchez Albornoz, Américo Castro, Niceto Alcalá Zamora, Francisco Grande Covián, Severo Ochoa, Manuel Azaña, Manuel García Morente, Julio Rey Pastor, Manuel Sánchez Arcas. Junto a ellos, mujeres que rompieron techos y fueron pioneras en diversos campos de las letras o las ciencias. Entre otras, Maruja Mallo, Carmen de Burgos, María Teresa León, María de Maeztu, Pilar de Madariaga.

Crear un país más avanzado apoyándose en la ciencia, la investigación y la cultura, era el propósito de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), creada en 1907 y dependiente del Ministerio de Instrucción Pública, cuando puso en marcha el sistema de pensiones para estudiantes, un proyecto cien por cien inspirado en las ideas transformadoras de la Institución Libre de Enseñanza (ILE, 1876-1939).

La reforma de España tiene que ser, en primer lugar, un proyecto educativo”, había dicho Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza

“La reforma de España tiene que ser, en primer lugar, un proyecto educativo”, había dicho Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, un importantísimo movimiento pedagógico cuyo impacto aún resuena en la España de nuestros días.

A finales del siglo XIX la idea de regenerar, modernizar, desarrollar el país se había convertido en una obsesión para los intelectuales de la conocida como generación del 98. Realmente, a finales del XIX o principios del XX, España era un país pobre, triste, deprimido y caduco; se podría decir que era una nación con la autoestima por los suelos, sobre todo después de 1898, año de la independencia de las últimos territorios que habían formado parte del Imperio Español; España contaba con una tasa de analfabetismo brutal (en 1900 dos tercios de la población era analfabeta); con una desigualdad social poco diferente a la de cuatro siglos atrás, y con una estructura en la que el poder se repartía entre caciques o terratenientes, la Iglesia y los militares. La clase media era minoritaria, casi inexistente, y apenas comenzaba a nacer en ese periodo que unía el siglo XIX con el XX (finisecular se le llama por eso); el grupo de población mayoritario era el de trabajadores del campo, campesinos que en buena parte vivían en condiciones de pobreza.

Por todo eso, contribuir a la transformación del país se convierte en una obligación moral para la Generación del 98, de la que forma parte un grupo de catedráticos de universidad, entre los que estaban Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate o Nicolás Salmerón. En 1876, ponen en marcha su proyecto pedagógico para solucionar el problema de España; crean un método innovador y revolucionario de carácter laico que no se va a quedar solo en teoría.

Esta guía, sigue el rastro de los primeros erasmus y evoca algunos de sus hitos más destacables: sus proyectos de vida, su visión pedagógica, el impacto que tuvo sobre ellos la guerra, la represión y el exilio

Más bien al contrario, porque rápidamente lo ponen en práctica creando una pequeña escuelita en Madrid a la que llaman Institución Libre de Enseñanza; en muy poco tiempo, emerge de este núcleo un modelo educativo moderno e innovador, alejado de los dogmas de la Iglesia y enfocado en la formación integral de las personas, que acabará permeando las políticas educativas españolas del primer tercio del siglo XX.

Por la influencia de la Institución Libre de Enseñanza y sus fundadores, se creará la Junta para la Ampliación de Estudios, el programa de pensiones, y muchos otros centros o instituciones ya históricas, como la Residencia de Estudiantes o la Universidad Internacional de Santander. En la segunda década del siglo XX, la generación del 98, la de Giner de los Ríos, ha pasado el testigo a la del 14, la de los primeros erasmus quienes, al regresar a España, trabajarán como si fueran parte de un laboratorio desde el que va emergiendo una nación más democrática, y abierta a Europa.

De ese laboratorio, salió la Generación del 27, que es la generación la de la República, la de las mujeres universitarias que viajaban solas por el mundo y hablaban idiomas. Es la generación Lorca, Alberti, María Zambrano o Maruja Mallo; la generación de la cultura y el compromiso social; la de las Misiones Pedagógicas y la Barraca, dos de los proyectos más bonitos y comprometidos con la cultura y la justicia social que se han conocido en España. Y tantas y tantas cosas más.

Es importante valorar con perspectiva histórica la visión de aquellos catedráticos que crearon la Institución, de sus discípulos, y de aquel proyecto que señaló a la cultura y la educación como herramientas transformadoras de la realidad (una utopía que sigue vigente hoy en día en los sectores más progresistas de la sociedad).

Aquel sueño de la ILE y de la II República, el de una España que mirara hacia el futuro y no hacia el pasado, y que pudiera tratar de tú a tú a las naciones más avanzadas del momento, llegó a cumplirse pero, aunque dejó su semilla, duró muy poco. Tras la guerra de España provocada por el golpe militar de julio de 1936, la ILE se convirtió en una obsesión para la dictadura franquista, empeñada en liquidar y eliminar todo lo que tuviera que ver con ella. Representaba un ideal pedagógico incompatible con una dictadura militar de carácter represivo, aliada de nuevo con los dogmas de la iglesia católica, como se expresaría en las retrógradas políticas educativas del franquismo.

Como consecuencia de ello, se persiguió y depuró a sus miembros, por lo que un buen número de ellos terminó en el exilio. Sin embargo, cuarenta años de dictadura no consiguieron apagar su luz, y esa luz, hoy, todavía nos sigue inspirando, aunque no la sepamos ver.

Esta guía, sigue el rastro de los primeros erasmus y evoca algunos de sus hitos más destacables: sus proyectos de vida, su visión pedagógica, el impacto que tuvo sobre ellos la guerra, la represión y el exilio. La guía es necesariamente fragmentaria, pero trata de recoger el espíritu de una época trágicamente herida por un golpe de estado del sector más reaccionario del ejército, cuyo fracaso desembocó en una cruenta guerra –que sufrió muy especialmente la población civil—, que a su vez dio paso a una dura dictadura militar de casi cuarenta años. Como atestiguan los conflictos de memoria del siglo XXI en nuestro país, las exhumaciones de fosas comunes, la resistencia a transformar o retirar del espacio público los memoriales que la conmemoran, su larga sombra aún se proyecta hasta el día de hoy.


Ritama Muñoz-Rojas, periodista y escritora

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