La tecnología no surge espontáneamente, es un proceso de convivencia y convergencia. El hombre, que ha creado la Inteligencia Artificial, tiene en su mano hacer un buen uso de ella. Es ahí donde la universidad debe poner toda su fuerza: en la educación del hombre que crea, mejora y utiliza la tecnología
LAURA MARTÍNEZ OTÓN
La Universidad es ese lugar
El mayor caldo de cultivo para manipular sociedades es la ignorancia. En ese lugar amarran todas las informaciones que buscan apelar a los sentimientos sin pasar por la razón, porque su tamiz es tan poco tupido que no criba lo bueno de lo malo, la verdad de la mentira. Una sociedad permeable a la desinformación tiene en la base del problema no haber trabajado bien la reflexión que apuntala el criterio.
El libro Las fake news y las redes sociales en el escenario de la docencia es un manual que pretende mejorar la alfabetización digital en los entornos educativos. Porque la desinformación en la era de la posverdad pretende, a través de las noticias falsas, manipular creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. La implementación global de las redes sociales está siendo su gran aliado.
Este proceso de hacer llegar la sociedad de la comunicación al aula se debe a que cada vez se impone la conciencia de ser más responsables como ciudadano de lo que pasa en el mundo desde el sencillo gesto de un smartphone en el bolsillo.
La universidad es el lugar donde deberían desarrollarse la imaginación, el entusiasmo, la iniciativa, incluso el sentido del humor y la ironía como anunciaba Joseph Pullitzer en su Tratado sobre el Periodismo. Son cualidades innatas que, desde el aula se observa, cada vez vienen más carentes de serie. Algo está pasando. La universidad es ese lugar donde se descubre el talento y se acompaña del conocimiento a través de las competencias, buscando la transversalidad que es una realidad para alcanzar el éxito profesional.
“Cuando enviamos un tuit, publicamos una entrada en Facebook o colgamos una imagen en Instagram, estamos afirmando nuestro compromiso con los valores y las creencias de nuestra comunidad digital particular”, explican Bergstrom y West
Todo se muestra ante una pantalla
En el mundo clásico se abordaba la ignorancia con un valor cognitivo que permitía al individuo, sabedor de su desconocimiento, buscar la explicación a las cosas. Kant llega poniendo de manifiesto que, ante la ignorancia, el hombre se enfrenta a la obligación de investigar. El hombre moderno se ha relajado en su búsqueda por problemas de tiempo y voluntad, quizás porque todo se le muestra ante una pantalla con un sencillo gesto del pulgar. Ahora, curiosamente en el mundo de las comunicaciones, la ignorancia no es un vehículo sino el lugar al que otros nos llevan por autoinacción premeditada.
En 2023 la digitalización nos ha metido a todos en el mundo de la comunicación. Todos somos prosumidores, es decir, consumimos información casi al mismo nivel que la producimos porque tenemos una cámara, un editor de voz, un medio de comunicación en unas pocas pulgadas. Pero nadie ha preparado a estos prosumidores para manejar la información veraz que se basa en los principios deontológicos del Periodismo.
Vivir en esa ignorancia nos hace igual de cómplices, no nos exime de la responsabilidad frente a las fake news. Debemos saber detectarlas, debemos tener herramientas de fact cheking, identificar un titular pernicioso acorde con la técnica del clickbait. Indudablemente no estaremos al nivel de The International FAct-Checkin Networking, quien permite contrastar noticias a los medios de manera profesional. Por eso, la alfabetización digital pasa por la necesidad de consumir información en aquellos medios serios que, al margen de su línea editorial, ofrecen noticias veraces y contrastadas.
La universidad es el lugar donde deberían desarrollarse la imaginación, el entusiasmo, la iniciativa, incluso el sentido del humor y la ironía como anunciaba Joseph Pullitzer en su Tratado sobre el Periodismo
Las redes sociales
Las redes sociales han llegado como canales de información, como parte de la socialización humana en la era digital. Pero no se ha ofrecido una correcta formación al respecto con algo tan importante como que no todo vale amparado por las pantallas.
El usuario que comparte información, reflexiones o ideales debe mantener un rigor en esa comunicación, donde debe identificarse formalmente con los parámetros que obliga la netiqueta y debe hacerlo bajo la coherencia de la educación analógica: “Cuando enviamos un tuit, publicamos una entrada en Facebook o colgamos una imagen en Instagram, estamos afirmando nuestro compromiso con los valores y las creencias de nuestra comunidad digital particular”, explican Bergstrom y West (2021)
La autora pone de manifiesto a través de diferentes estudios las carencias al respecto de estas progenies (Generación Z) que ha sido educada por generaciones alejadas en espacio y tiempo de las necesidades para moverse en el escenario digital.
Alfabetización digital en comunicación.
Si los jóvenes pecan de adanismo, los seniors de cada nueva generación creen que estamos abocados a la decadencia cultural, incluso a desaparecer como civilización porque los sucesores llevan otro ritmo mental al suyo. Los griegos ya se quejaban de sus alumnos. La idea de este manual es que apartemos las quejas y empecemos a hablar el mismo lenguaje que nuestros alumnos partiendo de la alfabetización digital en comunicación.
Se ofrece una visión general y cercana de cómo se crea una noticia auténtica, porque ese será el antídoto que permitirá detectar una noticia que no tiene autoría, que no está redactada convenientemente y que procede de un medio o informador de dudosas intenciones.
Sabremos hacer búsqueda a la inversa de imágenes que nos hacen ubicar una tragedia donde no existió, detectar los vídeos fake deep realizados con inteligencia artificial y claramente romper su viralidad. Este es el objetivo de este libro de herramientas, romper con la proliferación de los bulos que normalmente pretenden desestabilizar a las sociedades para seguir desinformadas, es el gran peligro de las democracias.
Si los jóvenes pecan de adanismo, los seniors de cada nueva generación creen que estamos abocados a la decadencia cultural.
Infodemia
La infodemia, término reconocido por Naciones Unidas tras la crisis de la COVID-19, va más allá de un concepto médico-social, es el gran problema del siglo XXI.
Alessandro Baricco, en su libro The Game, nos recuerda que estamos muy preocupados por los resultados de la tecnología, por las consecuencias del hombre que vive influenciado en las mismas. Pero, sin embargo, deberíamos preocuparnos del hombre que la inventó, “el nuevo hombre no es el producido por el smartphone, es el que lo inventó, lo diseñó para su uso y consumo, el que los construyó para escaparse de una prisión o para responder una pregunta o para callar un miedo”.
Porque la tecnología no surge espontáneamente, es un proceso de convivencia y convergencia. El hombre, que ha creado la Inteligencia Artificial, tiene en su mano hacer un buen uso de ella. Es ahí donde la universidad debe poner toda su fuerza: en la educación del hombre que crea, mejora y utiliza la tecnología.
Este libro incorpora un repaso por la terminología de la desinformación; es un acercamiento con un lenguaje sencillo a la historia de las redes sociales, pero también se aproxima a entender cómo funciona el cerebro humano para que prendan unas ideas y no otras. Abre espacios para la práctica en el aula de todos estos conceptos para que la reflexión, el diálogo y el encuentro en la palabra sean el lugar para construir en positivo. En cada capítulo además de un glosario de términos se ofrece una práctica guiada para llevar al aula.
La tecnología de la comunicación es un gran avance para la sociedad que no debe demonizarla por desconocer cómo funciona, por ignorancia, porque es un lugar de encuentro en el que se debe trabajar con criterio.
Laura Martínez es autora del libro Las fake news y las redes sociales en el escenario de la docencia (Editorial PPC).


LAURA MARTÍNEZ OTÓN es periodista, Doctora en Comunicación Social y profesora en Universidad Nebrija.
Twitter @lauramoton