«Miedo a aprender. ¡Jamás!», Francisco Rubia miembro de la Real Academia Nacional de Medicina


Desde que Francisco Rubia dejara su Málaga natal, asfixiado por la mezquindad de la posguerra, para compaginar sus estudios de medicina en Alemania con el trabajo en la fábrica, pese a sus incontestables éxitos académicos y ahora ya desde su sillón de la Real Academia de Medicina, Paco para los amigos, no ha perdido su condición de “enfant terrible”.

Su discurso se desliza entre el determinismo y el cuestionamiento del libre albedrío que insinúa en su libro “El cerebro nos engaña” (2000), una provocación en forma de oxímoron que nos recuerda que el ser humano persigue sombras. Posición que se reafianza en su más reciente “El fantasma de la libertad: Datos de la revolución neurocientífica” (2009). Una visión del ser humano que le lleva a reiterar en la conversación que somos incapaces de saber el porqué de las decisiones más importantes que tomamos en nuestra vida.

Simulación red neuronal. Expo «El cerebro», Fundación Telefónica. AGHM

Y por otro lado, la defensa de la capacidad para la construcción de nuestra propia vida a través del aprendizaje “la solución del ser humano es que nunca deja de aprender”, señala en la entrevista. La constatación de su experiencia personal. Rubia afirma la fuerza del propósito, de la voluntad para salir de una situación indeseada en la juventud y construir una brillante carrera profesional. La defensa de la inquietud, “del hambre de nuevos estímulos”, como algo genuinamente humano. La reivindicación del «Sí se puede».

Medio en broma define la vida como “una enfermedad de transmisión sexual con un final fatal”, a la vez que explica como dentro de las capacidades del cerebro humano está la de la emoción mística, la posibilidad de ver a Dios, que adquiere forma de acuerdo con la experiencia previa de cada uno.  

Rubia se muestra pesimista con respecto al futuro del ser humano. Nuestro cerebro límbico no ha cambiado en lo esencial en la evolución, las emociones nos siguen afectamando de manera significativa en la cognición. El ser humano no controla sus emociones.

La historia de la humanidad se construye, como la evolución natural, con retazos, de “forma chapucera e ineficiente”. Así, “el hombre ha hecho de su historia un matadero, ninguna especie es tan agresiva con los suyos como lo es la especie humana”

Esta valoración no le hace dudar a Rubia, que no atisba en la ciencia ningún “verdor terrible”, y afirma con contundencia: “Miedo a aprender. ¡Jamás!”  


Entrevista Francisco Sierra

Soporte técnico Álvaro Gomis

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