«En un país con las competencias educativas transferidas a las CCAA y la autonomía de las universidades para seleccionar a su profesorado, el proceso de acreditación del profesorado no sólo ha conseguido establecer esos umbrales mínimos de calidad sino que también ha conseguido definir una carrera académica con transparencia, y susceptible de mejora continua» señala Rafael Van Grieken
Rafael Van Grieken, Catedrático de Ingeniería Química en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, y ex Consejero de Educación y Universidad de la Comunidad de Madrid comparte con nosotros su experiencia en uno de los ámbitos más problemáticos de la gestión universitaria: cómo medimos la actividad de la Universidad y del personal docente.
Su conocimiento sobre impacto que los procesos de calidad tienen sobre la vida de las instituciones han quedado reflejados en su actividad como director de la ANECA, en un momento crítico para su consolidación, así como en su tarea como Vicerrector de Investigación. Actividad en la que puso en marcha múltiples iniciativas para impulsar la investigación en la joven URJC.
Pese a su perfil investigador no duda en reivindicar la misión educativa de la Universidad; “la docencia se ha visto ensombrecida por las otras dos funciones sustantivas del profesor universitario: la investigación y la transferencia de conocimiento” afirma. De igual manera que reclama la centralidad del estudiantado en la Universidad al señalar que en la revisión de las guías docentes ,“es el momento de retomar los resultados de aprendizaje”, o que “se deberían realizar mayores esfuerzos para la difusión de los informes de las agencias y que fueran del conocimiento de los estudiantes”.
Su opinión crítica sobre el lugar que ocupa la Universidad en las políticas públicas actuales, “la universidad pública no está siendo un sector prioritario para el gobierno central, o los gobiernos autonómicos”, es compatible con una visión esperanzada sobre la institución y con el reconocimiento del esfuerzo y la dedicación de los profesores universitarios.
La implantación de sistemas de calidad ha transformado la gestión de las universidades españolas en las últimas décadas. ¿Cómo ha incidido este cambio en la actividad docente? ¿Nos hemos quedado en la burocracia y hemos dado menos valor a los resultados de aprendizaje?
Creo que es obvio que, desde el punto de vista del servicio público que proporciona el sistema universitario, el proceso de Bolonia ha supuesto un avance importantísimo para todos, fundamentalmente para los estudiantes.
Cualquier sistema de gestión de la calidad lleva implícito cierto grado de burocracia que nos incomoda hasta que lo incorporamos en nuestras pautas regulares de actividad, siempre vigilando que el medio no se convierta en un fin, una tentación demasiado frecuente si perdemos la perspectiva global de nuestro objetivo: mejorar la enseñanza universitaria.
Asumida esa interiorización de la gestión de la calidad, es el momento en el que muchas universidades, facultades o escuelas, o grupos de profesores alrededor de una titulación universitaria esten retomando algo que se quedó, para muchos, en este largo camino, una de las claves de toda esta reforma, los resultados de aprendizaje.
Lamentablemente, nadie nos informó, formó o propició una mayor conciencia acerca de lo que representan o su relevancia en este nuevo contexto, y, sin embargo, recibimos el mensaje de redactar competencias generales, específicas, etc vinculadas a los títulos, sin la más mínima preparación o reflexión sobre la responsabilidad que asumíamos con ello.
Es el momento de retomar los resultados de aprendizaje
Las guías docentes son una suerte de contrato entre la Universidad y el estudiante que se matricula en ella. ¿Conocen los estudiantes los términos de este contrato? ¿Qué podemos hacer para mejorar su cumplimiento?
Cuando comparo lo que yo sabía acerca de mis siguientes 5 años cuando empecé la universidad y lo que hoy en día conoce un estudiante acerca del “contrato” que asume la universidad con su formación, la planificación de actividades, sistemas de evaluación, etc, es evidente que se ha avanzado mucho, y uno de los elementos claves de esa evolución hacia un mejor servicio, hacia una mejor formación, son las guías docentes.
En ellas están recogidos todos los detalles de la ruta de aprendizaje del estudiante, siendo una de las evidencias que, no sólo se exigen, sino que se contrastan con la opinión de los estudiantes, por parte de los paneles de visita que forman parte del proceso de renovación de la acreditación.
Sin que sean evitables las excepciones, creo que de manera general existe un alto grado de cumplimiento, fruto del compromiso que asume el profesorado con los estudiantes, en todas y cada una de las asignaturas de su grado o máster.
existe un alto grado de cumplimiento de las guías docentes, fruto del compromiso que asume el profesorado con los estudiantes
Las agencias de calidad en los procesos de acreditación y renovación realizan profundos análisis sobre los títulos que se ofertan. ¿Cree que estos informes tienen impacto en la valoración de las titulaciones a la hora de su elección por los estudiantes?
Es normal que distintas titulaciones tengan diferentes valoraciones como consecuencia del proceso de renovación de la acreditación, a partir de informes de paneles de expertos con diferentes sensibilidades, que en cualquier caso se matizan a través de comisiones que tienen una visión más global del proceso en áreas académicas afines.
El objetivo de esas valoraciones no es establecer un ranking, ni dar una calificación imposible de comparar entre títulos de la misma universidad o entre universidades, sino asegurar que se cumple un umbral de calidad que asegure un proceso de formación con unos resultados que alcancen, sino superen, los previstos en la memoria de verificación.
Aún así, es mucha la información que se recoge, y que evidentemente sirve para el proceso de mejora que asumen las universidades, pero sin que estos informes se hayan convertido en una referencia objetiva en el proceso de selección de universidad, o incluso titulación, por parte de los estudiantes. Se deberían realizar mayores esfuerzos para su difusión y que fueran del conocimiento de los múltiples agentes de interés, pero principalmente estudiantes.
Se deberían realizar mayores esfuerzos para la difusión de los informes de las agencias y que fueran del conocimiento de los estudiantes
La nota de corte de la EVAU se ha convertido en el referente fundamental de la calidad de las titulaciones de las universidades públicas. ¿Está generando el actual sistema de acceso a la universidad fenómenos perversos en la oferta de titulaciones y en los criterios de decisión de los estudiantes?
Recientemente he visto un documental del proceso de admisión en universidades americanas que me ha hecho reafirmar nuestro sistema de selección, al menos, en las universidades públicas españolas. Esa ley de oferta y demanda por titulación y universidad pública, creo que es un sistema con un componente de objetividad y meritocracia que mejora otros sistemas de admisión con un mayor componente de subjetividad.
Pero eso no quita que hay que mejorar, y hacerlo más justo, y eso pasa por la comparabilidad de la EVAU gestionada por las diferentes CCAA. Es difícil cuadrar resultados de pruebas de nivel educativo como PISA, con su nivel de cuestionamiento, pero objetivas y aceptadas casi de manera universal, con los resultados que obtienen los estudiantes en la EVAU gestionada por las diferentes CCAA.
O bien se implanta una prueba con un alto porcentaje de denominador común a nivel nacional, que podría técnicamente realizarse, o bien establecemos distribuciones gaussianas sobre la nota máxima por Comunidad Autónoma, que permitan comparar mejor los resultados, que hagan un sistema de evaluación más justo para todos los estudiantes del país, independientemente de donde residan, o se examinen de la EVAU.
O bien se implanta una prueba con un alto porcentaje de denominador común a nivel nacional, o bien establecemos distribuciones gaussianas sobre la nota máxima por Comunidad Autónoma
En el año 2021 el Observatorio del Sistema Universitario, OSU, publicó un estudio con datos oficiales del SIIU. Sólo ocho universidades públicas y dos privadas cumplían con los requisitos básicos para ser universidad establecidos en la LOU ¿Qué responsabilidad tienen las agencias de calidad universitaria en este deterioro del sistema?
Creo que ninguna. Ese deterioro del sistema público ha sido consecuencia de la crisis financiera y su impacto en los servicios públicos, del que la universidad no iba a ser la excepción. Y no sólo sufrió el sector público, también el privado, y sus efectos han repercutido en toda la sociedad.
Ahora bien, la recuperación de sus impactos negativos ha tenido, o tiene, distinta velocidad en los diferentes sectores laborales y sociales, y parece que la universidad pública no está siendo un sector prioritario para el gobierno central, o los gobiernos autonómicos, y aún se mantiene después de más de 10 años una tasa de reposición que ha afectado mucho a la renovación de las plantillas de profesorado funcionario o laboral indefinido.
E incluso algunas universidades públicas han sido poco combativas, e incluso indolentes, con la estabilización de su profesorado más joven, prolongando figuras contractuales como la de profesor visitante o asociado mucho después de esa crisis del sector público. Tampoco las circunstancias han ayudado a otras que necesitan con urgencia el desarrollo de una política de relevos generacionales que asegure la renovación cuidadosa de sus plantillas de profesorado.
la universidad pública no está siendo un sector prioritario para el gobierno central, o los gobiernos autonómicos
¿Cómo se compaginan decisiones vinculantes de las agencias de calidad en temas esenciales para la libertad académica, como son la acreditación del profesorado y de las titulaciones oficiales, con el ejercicio del derecho a la autonomía por las universidades?
Creo que son dos cuestiones que pueden y deben buscar el equilibrio pragmático en las universidades. En el caso de la acreditación de profesorado, las universidades seleccionan a su profesorado, son las responsables del diseño de su plantilla docente e investigadora, pero entre candidatos que superan un umbral de calidad específico para cada ámbito científico a nivel nacional.
Creo sinceramente que, en un país con las competencias educativas transferidas a las CCAA y la autonomía de las universidades para seleccionar a su profesorado, el proceso de acreditación del profesorado no sólo ha conseguido establecer esos umbrales mínimos de calidad sino que también ha conseguido definir una carrera académica con transparencia, y susceptible de mejora continua a través de los indicadores que las distintas comisiones de académicos seleccionan para otorgar la acreditación.
Y de manera similar, el establecimiento de unas directrices generales de política de gestión de la calidad en las titulaciones universitarias por parte del gobierno central y los autonómicos, ha permitido que las agencias desarrollen una labor conjunta con las universidades que ha dado como resultado el establecimiento de unos estándares de calidad que aseguran una buena formación en cualquiera de las universidades públicas o privadas, de nuestro país.
el proceso de acreditación del profesorado no sólo ha conseguido establecer esos umbrales mínimos de calidad sino que también ha conseguido establecer una carrera académica con transparencia, y susceptible a la mejora continua
¿Cuál es su valoración sobre Docentia?
Creo que ha ayudado, y sigue ayudando, a la mejora de la docencia en la universidad española, una función que, demasiado frecuentemente, se ha visto ensombrecida por las otras dos funciones sustantivas del profesor universitario: la investigación y la transferencia de conocimiento.
Promueve la reflexión acerca de la estrategia docente y su desarrollo, y tiene como piedra angular la valoración de los estudiantes. Pero no exclusivamente, puesto que hay más indicadores que pueden permitir una valoración justa del esfuerzo, el trabajo y los resultados del docente. El riesgo, como siempre, es convertir el procedimiento en el fin último del programa, y despistarnos de su verdadera finalidad: la promoción de la función docente.
Y si una universidad no dispone de recursos suficientes, habría que huir de la tentación de poner en marcha una evaluación “genérica y administrativa” de todos sus docentes, concentrando los esfuerzos en aquellos profesores que, o bien comienzan su carrera docente, o en aquellos que han tenido una valoración docente por parte de los estudiantes muy por debajo, o muy por encima, de la media de sus compañeros de otras asignaturas del mismo curso (evitando así distorsiones de comparación de promociones), o aquellos profesores que voluntariamente quieran evaluar sus competencias docentes.
La docencia se ha visto ensombrecida por las otras dos funciones sustantivas del profesor universitario: la investigación y la transferencia de conocimiento
¿No cree que ha llegado el momento de apostar por la autonomía universitaria, la diferenciación y la rendición de cuentas?
Esa posibilidad lleva mucho encima de la mesa de las universidades, la diferenciación es posible si es voluntad de las universidades. Tienen la posibilidad de diseñar su oferta formativa, de poner criterios de calidad específicos, de gestionar las características del talento que contratan, y unas cuantas posibilidades más.
Incluso la ley de la Ciencia habilita también posibilidades para que atraigan investigadores de renombre sin que tengan que someterse al proceso de acreditación de profesorado para quien quiera formar parte de la plantilla de funcionarios de carrera.
Pero algunas veces es complicado salirse de la pauta general y convencer a la comunidad universitaria de ciertos cambios necesarios para el desarrollo que necesitan las instituciones. Y precisamente, la falta de una rendición de cuentas rigurosa a la sociedad, que viene representada a través de los Consejos Sociales, no promueve la dirección responsable de las universidades públicas.
Indicadores como el nivel de ejecución presupuestaria, ya sea muy por debajo o muy por encima del objetivo anual, apenas merecen las críticas, o el establecimiento de planes de mejora, por parte de los representantes en los Consejos de Gobierno de las universidades.
Indicadores como el nivel de ejecución presupuestaria, ya sea muy por debajo o muy por encima del objetivo anual, apenas merecen las críticas, o el establecimiento de planes de mejora, por parte de los representantes en los Consejos de Gobierno de las universidades
La irrupción de los fondos de inversión y la proliferación de las universidades está cambiando el sistema universitario español en la última década. ¿Está garantizada la homogeneidad en un sistema altamente descentralizado?
Precisamente las pautas generales para asegurar un umbral de calidad, que se aprueban en la Conferencia General de Política Universitaria, y que se desarrollan a través las agencias de calidad, en colaboración activa con los responsables universitarios, públicos y privados, permiten asegurar unos estándares mínimos, que comparte además todo el Espacio Europeo de Educación Superior.
Y estos programas de las agencias de calidad, encabezadas por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, permiten asegurar un buen servicio público, ya sea de proveedores públicos o privados, sin que el objetivo sea homogeneizar la oferta o la calidad de los títulos universitarios, sino establecer ese mínimo que se ha de cumplir en todo el sistema universitario, independientemente de la comunidad autónoma o la institución de la que se trate.
Usted es un gran conocedor de las universidades en Iberoamérica ¿Qué políticas podríamos poner en marcha desde la gestión de la calidad para consolidar un sistema iberoamericano de educación superior?
He tenido la oportunidad de conocer algunas universidades de distintos países latinoamericanos, así como responsables de política universitaria y de agencias de calidad. Aunque desde hace tiempo se viene hablando de ese Espacio Iberoamericano de Educación Superior, se han dado pasos políticos en esa dirección, e incluso se hayan desarrollado elementos que permitirían su implantación, no creo que se materialice a corto o medio plazo, o al menos de la forma que muchos esperábamos, emulando el EEES.
Pero quizás sí se puedan desarrollar programas para compartir buenas prácticas en materia de gestión de la calidad que permitan reconocimientos bilaterales o multilaterales. O quizás un registro común iberoamericano de títulos que permita la identificación de las características básicas relacionadas con la calidad, que faciliten el reconocimiento de cualificaciones, en línea con los acuerdos aprobados en 2019 en la primera convención de las Naciones Unidas sobre educación superior.
Es posible crear un registro común iberoamericano de títulos que permita la identificación de las características básicas relacionadas con la calidad en línea con los acuerdos aprobados en 2019 por ONUsobre educación superior
¿Cómo podremos establecer un sistema de homologación de micro credenciales que posibilite el reconocimiento efectivo de las cualificaciones realmente adquiridas por las personas?
Se trata de una gran iniciativa europea para impulsar la formación continua (lifelong learning) y su reconocimiento a través de una mochila digital en la que cada uno de nosotros acumularemos nuestro perfil de aprendizaje, ya se obtenga por vías formales o informales, a través de certificaciones expedidas por agentes reconocidos.
Es evidente que los centros de educación superior seguirán expidiendo títulos que acrediten determinada formación y con ellos los resultados de aprendizaje y las competencias desarrolladas, pero el aprendizaje continúa fuera de las aulas universitarias y podría ser reconocido por otros agentes, como pudieran ser las propias empresas, siempre compartiendo un marco común de aseguramiento de la calidad para ese proceso de certificación.
En ese contexto, las universidades parten con ventaja para convertirse en referencia para ese proceso de certificación de microcredenciales a través de su oferta de formación continua, pero no tendrán la exclusividad, y, por tanto, habrán de competir con sus fortalezas para ser actores relevantes en ese nuevo contexto, una oportunidad que deberían liderar en la UE.
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