«Los programas académicos no contemplan una conciliación real ni entre la vida académica y laboral ni entre la académica y la personal. Existe poca flexibilidad a la hora de ajustar las matrículas, horarios y evaluaciones a las circunstancias personales de cada estudiante. Desde la CREUP presentamos, a través de nuestro borrador del nuevo Estatuto del Estudiante Universitario, medidas encaminadas a facilitar una vida académica que no suponga tener que renunciar a todo lo demás», señala la presidenta de los estudiantes de las universidades públicas
Participa en Espacio del estudiantado de educación superior
Desde hace seis meses Maria Navarro Pérez es la presidenta de los estudiantes de las universidades públicas españolas agrupados en torno a CREUP. Con anterioridad a esta responsabilidad ocupo la vicepresidencia de dimensión social y cohesión territorial. Compagina esta actividad con el estudio del Grado en Diseño Digital y Tecnologías Creativas en la Universitat de Lleida y con su otra gran pasión, el mundo del márquetin y las redes sociales, así como la experiencia de usuario y el diseño web ejerciendo como Community Manager. Desde que entró en la universidad se interesó por la representación estudiantil y todo lo que tuviera relación con la vida universitaria y la participación estudiantil, de esta manera acabo llegando a la responsabilidad que hoy asume en la CREUP.
¿Qué supone la CREUP en el sistema universitario español?
Como asociación con 20 veinte años de historia, la CREUP simboliza la unidad de los estudiantes de las universidades públicas en sus reivindicaciones en materia de política universitaria. Actúa como un altavoz con la finalidad de visibilizar y defender nuestra postura frente a otros órganos y agentes del sistema universitario.
¿Por qué cree que durante la tramitación de la LOSU la revisión del papel del estudiantado en la Universidad estuvo fuera de la agenda política? ¿Puede transformarse la Universidad sin la implicación activa del estudiantado?
Transformar el sistema universitario conlleva necesariamente contar con todos los agentes implicados. El estudiantado, como el sector más numeroso de la universidad y agente activo en su gobernanza, es quien puede aportar una visión más realista de los problemas que afronta la institución.
Legislar sin esta perspectiva es sinónimo de intentar avanzar sin el contexto adecuado. Un ejemplo claro lo vemos con la Ley Orgánica del Sistema Universitario, la famosa LOSU. El avance de la sociedad en los últimos años requería una actualización de la legislación universitaria. El problema es que dicha norma se concibió más como una obligación que como una oportunidad. La ley resultante se aprobó sin tener en cuenta las necesidades y consideraciones actuales del estudiantado, perdiendo la posibilidad de causar un avance significativo para nosotros y nosotras.
Han pasado trece años desde la aprobación del Estatuto del Estudiante Universitario. ¿Cuál es su valoración con respecto a su impacto real?
A pesar de que es una ley que en su momento fue pionera, hoy en día ya no es suficiente para responder a la actualidad universitaria, sobre todo con la mirada puesta en los cambios que ya afronta y que va a tener que afrontar la institución en los próximos años.
Hace ya casi un año que iniciamos las conversaciones con el exministro de Universidades Joan Subirats para negociar nuestra propuesta para un estatuto más ambicioso y contemporáneo, adaptado a los cambios que ha sufrido la universidad en materia de conciliación y participación estudiantil.
Necesitamos urgentemente una ley que camine en consonancia con el rumbo que va a tomar el Espacio Europeo de Educación Superior los próximos años. España es uno de los pocos países europeos que cuenta con un texto de estas características. No reformar el Real Decreto ahora es perder una gran oportunidad para seguir siendo referentes en legislación universitaria en Europa.
¿Qué habría que cambiar para que los profesores de las universidades públicas se involucraran más en los procesos de aprendizaje del estudiantado, y además lo hicieran promoviendo la implicación activa de los propios estudiantes?
Es cuestión de perspectiva y de plantear programas de innovación docente y formación permanente. Hace falta por un lado un cambio de mentalidad en las viejas formas de enseñar, y por otro lado, los recursos humanos y económicos necesarios para afrontar una transformación real, tanto en la metodología educativa como en la adaptación digital.
El acceso a prácticas externas adecuadas y suficientes o la movilidad entre universidades durante los estudios se han convertido en elementos esenciales del derecho a la educación y claves para la empleabilidad futura de los estudiantes. ¿Dan las universidades públicas una respuesta satisfactoria a esta situación?
Si bien es cierto que hemos avanzado mucho en este aspecto y que cada vez hay más oferta, seguimos encontrándonos con algunas problemáticas como la falta de consistencia de los planes de formación práctica y la falta de suficientes ayudas para la realización de programas de movilidad. Un ejemplo de ello es el retraso en las concesiones de las becas erasmus, sin las cuales muchos estudiantes no pueden cursar sus estancias de movilidad, o la falta de tutorización por parte de las universidades a la
hora de realizar las prácticas.
¿El sistema actual de acceso a las universidades públicas es socialmente equitativo? ¿Tienen los estudiantes desfavorecidos ayudas y atención específica para facilitar su éxito educativo?
En la actualidad, la nota de acceso a la universidad depende de la media de bachiller o el grado medio / superior y de la nota de la EBAU, ponderando la primera un 60%. Si tenemos en cuenta estos datos, aquellas personas que por sus circunstancias personales hayan tenido que trabajar o dedicar más tiempo a otras necesidades extra académicas, pueden tener una nota media inferior al resto, creándose así una diferencia a la hora de acceder a la universidad.
Además, aquellos que logran acceder se encuentran con dificultades para la conciliación y la permanencia. A día de hoy, tal y como hemos reivindicado en diversas ocasiones, la partida destinada a becas es insuficiente y no alcanza a garantizar la continuidad de todas las personas en situaciones socioeconómicamente complicadas.
Por otro lado, los criterios académicos vigentes, contra los que nos hemos posicionado de forma reiterada, impiden que las becas respondan a su verdadera función: servir de apoyo social. En otras ocasiones, como ocurre con las becas para materiales o las ayudas a la movilidad o la vivienda, las cuantías son insuficientes.
¿El modelo de aprendizaje de las universidades públicas atiende a las necesidades de los estudiantes trabajadores?
Los programas académicos no contemplan una conciliación real ni entre la vida académica y laboral ni entre la académica y la personal. Existe poca flexibilidad a la hora de ajustar las matrículas, horarios y evaluaciones a las circunstancias personales de cada estudiante. Desde la CREUP presentamos, a través de nuestro borrador del nuevo Estatuto del Estudiante Universitario, medidas encaminadas a facilitar una vida académica que no suponga tener que renunciar a todo lo demás.
El asociacionismo y el activismo de los estudiantes en España está lejos de los referentes de las universidades anglosajonas, con el consiguiente empobrecimiento de la experiencia universitaria y de su impacto social ¿Apoyan las universidades españolas la extensión de la vida universitaria del estudiantado?
Es difícil participar en la universidad cuando la mayor parte de su actividad está dirigida exclusivamente al ámbito académico. Fomentar la conciliación permitiría la participación activa del estudiantado en la vida universitaria, también en asociacionismo. A pesar de que hemos avanzado en el reconocimiento de actividades de asociacionismo, como ocurre con la representación estudiantil, la propia institución se sigue mostrando reticente a contemplar una universidad que vaya más allá de recibir clases y ser evaluados.
Recientemente la presidenta de los Defensores Universitarios nos señalaba que estaban apareciendo en las universidades casos bowling y conflictos entre iguales hace pocos años marginales. ¿Se está normalizando la violencia en la universidad? ¿Cómo están funcionando los protocolos de acoso o las comisiones de convivencia ante estos fenómenos?
Cuando se aprobó la Ley de Convivencia Universitaria, se garantizó que se haría un seguimiento de su aplicación y funcionamiento. Este estudio no se ha llegado o bien a realizar o bien a hacerse público, y cabe añadir que desde la CREUP tenemos constancia de que aún hay universidades públicas que no la están aplicando, aún habiendo expirado la fecha límite para su implementación.
De todas maneras, los conflictos de los cuales somos conocedores son hechos aislados y en ningún caso consideramos que reflejen una normalización de estas conductas. Cada vez contamos con protocolos más adecuados para dar respuesta a este tipo de situaciones, a pesar de que es obligación de los agentes del sistema universitario implicarse en crear espacios más diversos y seguros para toda la comunidad
universitaria.