La comunidad académica parece no tomar en serio la proliferación de las pseudociencias, siendo éste un problema fundamental que debemos resolver. Como periodista e investigador de las pseudociencias, con más de cuarenta años de experiencia, hay tres episodios que me hicieron tomar conciencia de lo importante que es que en la Universidad se enseñe qué son las pseudociencias. En el artículo se desarrollan las ideas y argumentos de cara a combatir las pseudociencias y a evitar su proliferación en las instituciones universitarias
ALEJANDRO BORGO
La escuela
El tercer episodio antes citado me dio la pauta de que pocos médicos sabían algo sobre pseudociencias. ¿Por qué? Porque en la Facultad de Medicina no se enseña por qué las medicinas alternativas carecen de base científica: homeopatía, reiki, quiropraxia, terapia con túnel fotónico, curación cuántica, y muchas otras más. Y no se tiene en cuenta que los términos “alternativa” y “complementaria” son innecesarios pues las medicinas alternativas o complementarias no son alternativa ni complemento de ningún tratamiento científico. Más bien son medicinas “parasitarias”.
Años más tarde, encontré que mi hija tenía un libro de inglés, indicado como material de estudio en la escuela donde iba, que tenía un capítulo que trataba sobre OVNIs, el Triángulo de las Bermudas y otros temas que no tenían base científica alguna, dándolos por ciertos.
Por ese entonces, yo era miembro de la Asociación Cooperadora de la escuela a la cual asistía mi hija y había una partida de dinero para pintar la carpintería metálica del establecimiento. Los padres propusimos que se usara un color cremita (un suave amarillo). La reacción de los docentes fue unánime: se negaron alegando que el color amarillo afectaba al comportamiento de los chicos de manera negativa (?). Mi desconcierto frente al analfabetismo científico de los docentes fue brutal.
Falta de conocimiento
¿Qué investigación científica había sobre lo que afirmaban? Ninguna. Tenía la sensación de que, si alguien con título universitario llevaba un artefacto llamado “materializador de éxitos para el aprendizaje”, los docentes iban a prestar atención y probablemente no dudarían en usarlo.
Poquísimos docentes y profesionales saben qué son las pseudociencias. Y la razón de tal ignorancia es que no se les enseña qué son las falsas ciencias y por qué son falsas.
Poquísimos docentes y profesionales saben qué son las pseudociencias. No hay duda alguna de ello. Y la razón de tal ignorancia es que no se les enseña qué son las falsas ciencias y por qué son falsas. Haz tú mismo la prueba y pregúntales a varios médicos cuáles son los fundamentos de la homeopatía.
Seguramente te encontrarás con que la mayoría no lo sabe. Y es lógico, ya que -si no hay iniciativa propia por aprenderlo- en la facultad no se trata el tema. Salvo honrosas excepciones, los profesores universitarios desconocen el tema. Sé de unos pocos médicos y neurobiólogos que lo conocen, pero lo tratan en sus clases por iniciativa propia y no porque figure en el programa de estudios.
Charlatanes académicos
Es llamativo observar que la pseudociencia no es practicada solo por charlatanes sin título universitario. También la practican profesionales recibidos en la Universidad. Por eso no llama la atención que un médico dé un curso sobre “terapias de vidas pasadas” y otros por el estilo.
En la psicología también abunda la pseudociencia. Una de las más conocidas en ese campo es el psicoanálisis en todas sus versiones. La validez del psicoanálisis ha sido refutada varias veces. Sin embargo, se sigue enseñando en la Universidad como si fuera una disciplina científica.
La pseudociencia no es practicada solo por charlatanes sin título universitario. También la practican profesionales recibidos en la Universidad.
Fernando Cuartero, profesor de Informática en la Universidad de Castilla-La Mancha, ya en 2012 decía lo siguiente:
“Desde hace un tiempo vemos proliferar jornadas, seminarios, conferencias y todo tipo de actividades
pretendidamente académicas organizadas por corrientes pseudocientíficas que tiene como objetivo
predilecto la universidad. La universidad pública es dispensadora de un servicio público, sí, y por ello debe estar al servicio de la sociedad. No obstante, eso no debe ser entendido como sinónimo de que cualquier ciudadano, por el mero hecho de serlo y contribuir con sus impuestos deba tener, sin más, el derecho a hacer uso de los servicios de la universidad sin ningún tipo de reserva. Al contrario, la universidad, para cumplir el papel que le encomienda la sociedad; a saber, la formación de los titulados que ejercerán sus funciones; y la investigación, la innovación, y la exploración de nuevos caminos para el conocimiento, debe ser sumamente escrupulosa en el buen uso de sus instalaciones”.
Definir y regular prácticas médicas
Ángela Bernardo (2016) informaba que en la Universidad de Málaga se abordarían disciplinas como:
“…medicina antroposófica, bioneuroemoción, medicina china sobre el cuerpo energético o la homeopatía, entre otras prácticas.”
También mencionaba otras Universidades donde se impartirían cursos de bioneuroemoción, homeopatía, agricultura biodinámica, programación neurolingüística, radiestesia, geomancia y hasta Fe en Dios Creador: ciencia y ecología en el siglo XXI. Recomiendo leer el artículo completo. María Delia Alejandra Miranda, abogada, dice en un artículo publicado en la revista Pensar:
Se debe establecer un sistema de Registro transparente y público, para que toda persona pueda informarse de las habilitaciones y antecedentes de un profesional con el que se va a tratar cualquier dolencia.
“Resulta necesario ampliar y actualizar el concepto de arte de curar. Han pasado 100 años, la Medicina se ha modernizado, se incluyen hoy dentro de esa disciplina diferentes prácticas y técnicas. Una legislación apropiada y actualizada debe definir claramente cuál es el campo específico de la misma, cuáles son los estudios de grado (universitarios) o carreras intermedias que habilitan a ejercer a profesionales relacionados con la salud, y cuáles no. Se debe establecer un sistema de Registro transparente y público, para que toda persona pueda informarse acabadamente de las habilitaciones y antecedentes de un profesional con el que se va a tratar cualquier dolencia.”
La expansión de la pseudociencia
Estos son solo algunos ejemplos. La expansión de la pseudociencia ocurre en todo el mundo, y mucho más con la explosión de las redes sociales. La pseudociencia muta y se filtra por cualquier ventanilla o agujerito que la ciencia deje descuidados. Esto ha sido y continúa siendo así. Miranda agrega una lista complementaria:
“Para tener una idea de la cantidad de pseudoterapias que se ofrecen, se adjunta el siguiente listado
(siempre parcial, porque cada día que pasa aparece una nueva): Análisis somatoemocional, análisis transaccional, ángeles de Atlantis, armónicos, arolo tifar, ataraxia, aura soma, biocibernética, breema, cirugía energética, coaching transformacional, constelaciones sistemáticas, cristales de cuarzo, cromopuntura, cuencos de cuarzo, cuencos tibetanos, diafreoterapia, diapasones, digitopuntura, esencias marinas, espinología, fascioterapia, feng shui, flores del alba, frutoterapia, gemoterapia, geobiología, geocromoterapia, geoterapia, grafoterapia, hidroterapia del colon, hipnosis ericksoniana, homeosynthesis, inner engineering, iridología, lama-fera, masaje babandi, masaje californiano, masaje en la energía de los chacras, masaje metamórfico, masaje tibetano, medicina antroposófica, medicina de los mapuches, medicina ortomolecular, metaloterapia, método de orientación corporal Kidoc, método Grinberg, numerología, oligoterapia, orinoterapia, oxigenación biocatalítica, piedras calientes, pirámide vastu, plasma marino, posturología, pranoterapia, psicohomeopatía, psychic healing, quinton, radiestesia, rebirthing, sincronización core, sofronización, sotai, tantra, técnica fosfénica, técnica metamórfica, técnica nimmo de masaje, terapia bioenergética, terapia biomagnética, terapia de ADN cuántico pendular, terapia de barras de access conciousness, terapia de renovación de memoria celular (cmrt), terapia floral de California, terapia floral orquídeas, terapia regresiva, túnel fotónico.”
La expansión de la pseudociencia ocurre en todo el mundo, y mucho más con la explosión de las redes sociales
¿Qué se puede hacer?
Crear un sencillo plan de estudios
-Qué es una pseudociencia.
-Claves para detectar una pseudociencia.
-Estudios reveladores: aquellos en que se haya detectado fraude o la falta de efectividad de un
falso tratamiento o medicina “infalible” (los hay a montones).
-¿Cuáles son los peligros de las pseudociencias? ¿Por qué son nocivas y hasta letales?
-¿Por qué un futuro profesional debe saber qué son las pseudociencias?
Entrar en acción política y social:
-Publicar un Manifiesto Público, reuniendo a científicos que tengan el coraje de firmar una
declaración de repudio a la pseudociencia.
-Presentar un proyecto de Ley para controlar la aplicación de tratamientos ineficaces y
peligrosos.
-Modificar el artículo 208 del Código Penal que reprime el ejercicio ilegal de la medicina, el
cual data de 100 años. ¿No es tiempo de actualizarlo o esperaremos 100 años más?
Despreocupación y licencia para matar
La enseñanza del pensamiento crítico es un rol vital del cual los escépticos y científicos responsables deberían ocuparse.
Infortunadamente, la comunidad académica no está preocupada por las pseudociencias. Hay solo unos pocos miembros comprometidos en la lucha contra la pseudociencia, y muchos de ellos están afiliados a organizaciones escépticas.
Como periodista, he tenido que debatir con varios homeópatas en la radio y la televisión porque los médicos no tomaban parte en los debates para educar a la gente. Un homeópata se negó a debatir conmigo simplemente porque yo no era médico, en un claro caso de aplicar la falacia de apelación a la autoridad. La enseñanza del pensamiento crítico es un rol vital del cual los escépticos y científicos responsables deberían ocuparse. No te quejes si no haces algo para detener la proliferación de las pseudociencias.
También se puede escribir a legisladores, a los ministerios de Educación y Salud, las autoridades no deben permitir que en las Universidades que se sustentan con aportes públicos, se fomenten disparates. Y en las Universidades privadas tampoco deberían proliferar cursos pseudocientíficos porque se estarían formando profesionales con licencia para dañar, por no decir matar. (Véase el Primer Manifiesto Europeo contra las Pseudociencias: la pseudociencia mata).
Como dije al principio, he investigado las afirmaciones pseudocientíficas durante más de 40 años, y es indudable que todavía hay mucho trabajo por hacer. Lamentablemente, el peor de los trabajos consiste en despertar a la adormilada Academia, que parece vivir en otro mundo, que aparentemente ignora o no tiene conciencia del mal que puede producir la pseudociencia, o directamente no quiere interesarse y preocuparse por el tema. Esto último me preocupa seriamente, es algo que considero gravísimo.
Propagación de la pseudociencia
Con la aparición de las redes sociales, el escepticismo y el pensamiento crítico se divulgaron más, pero la pseudociencia estalló desenfrenadamente, llenando estos espacios con basura disfrazada de ciencia.
En la Argentina he conocido algunas excepciones: Mario Bunge (epistemólogo), Ernesto Gil Deza (oncólogo), Celso M. Aldao (físico), Miguel Hoyuelos (físico), Richard Branham (astrónomo), Mariano Ribas (astrónomo), Daniel De Cinti (metodólogo), Juan Azcoaga (neuropsicólogo), Gregorio Klimovsky (epistemólogo), Aldo Slepetis (médico), Diego R. Sarasola (neurobiólogo), y muy pocos más, que no han dudado en colaborar respecto de la crítica a la pseudociencia. Muchos ya no están, pero han ayudado a esta enorme tarea, cuando allá por 1991, creamos el Centro Argentina para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia, editando también la revista El Ojo Escéptico.
Con la aparición de las redes sociales, el escepticismo y el pensamiento crítico se divulgaron más, pero la pseudociencia estalló desenfrenadamente, llenando estos espacios con basura disfrazada de ciencia. Y muchos influencers se dedican a divulgar estupideces espirituales y alternativas, captando la atención de miles de seguidores, como los tenían el Sai Baba, el Maharishi Mahesh Yogui, Jim Jones o cualquier otro siniestro gurú. Ahora los tenemos dentro del mundo académico, en la universidad, en las facultades públicas y privadas, y eso es sumamente peligroso. Donde debería combatirse la pseudociencia, se la fomenta y nacen nuevos charlatanes.
Lectura recomendada
Las pseudociencias matan: primer manifiesto internacional en contra de las pseudoterapias
BIBLIOGRAFÍA Y ENLACES RECOMENDADOS
Altschuler, Daniel. Extraterrestres, humanos, dioses y estrellas. Equipo Sirius, 2009.
Altschuler, D., Medín, J. & Núñez, E. Ciencia, pseudociencia y educación. 2005
Bernardo, Ángela. Pseudociencia. Cursos de verano. Disponible en
https://hipertextual.com/2016/06/pseudociencia-cursos-verano-universidades
Borgo, Alejandro. Los parásitos de la medicina. Jot Down.
Bunge, Mario. Seudociencia e ideología. Alianza, 1985.
Cuartero, Fernando. Las pseudociencias en la Universidad.
Miranda, María Delia Alejandra. Actuar contra el ejercicio ilegal de la medicina: una deuda
impostergable. Revista Pensar.
Este artículo fue publicado en la Revista Multidisciplinar nº 73 Enero-Abril 2023


ALEJANDRO BORGO, Periodista.
@AlejandroBorgo
Director de la revista Pensar