Con la Universidad hemos topado

Para los profesionales de educación existe un muro entre la educación secundaria y terciaria. Las diversas leyes educativas fueron cerrando el camino y convirtiendo la universidad en una fortaleza inexpugnable, desde la denominación ya elitista y marginadora, en la que las enseñanzas son Universitarias o No Universitarias, hasta el sistema de acceso en que se prescinde de tan rico potencial educativo


FERNANDO TÉBAR CUESTA

Mucho sol ha calentado estas tierras desde que Alfonso X impulsara la Universidad de Salamanca dotándola de once cátedras (1254). Y como al pensar en dicha Universidad la mente nos asocia con Unamuno, hemos de pensar que en sus inicios la dotación era de maestros. Recordemos el Studium Generale salmantino: 

«De los maestros mando e tengo por bien que haya un maestro en leyes, …un maestro en decretos. Otrosí, mando e tengo por bien que hayan dos maestros en lógica, …dos maestros en gramática, … dos maestros en física…»

Dando un salto en el tiempo, y en las puertas del establecimiento de un sistema educativo reglado, el Plan General de Estudios de 1845 del Ministro de Gobernación Pedro José Pidal, al hablar de los establecimientos de enseñanza, los divide en públicos y privados y, entre los públicos, los Institutos y las Universidades. El sostenimiento de los Institutos destinados a la segunda enseñanza correrá a cargo de las provincias, diferenciándose de la instrucción primaria por su carácter local; en cambio, las Universidades serán costeadas por el Gobierno. Y de aquí nace una cuestión muy interesante, pues el paso de funcionarios de un cuerpo a otro supondrá no solo el traslado y el destino, sino que lleva acompañado un coste suplementario para la institución de destino. 

El acceso continuo de profesores de Instituto hacia los distintos departamentos de la Universidad constituía una motivación enorme para muchos profesores inquietos en su formación y su futuro, que deseaban ampliar sus estudios y sus horizontes en la Universidad.

Surge también en el Plan Pidal el fijar además del sueldo de catedráticos y profesores, incentivos económicos en función de años y servicios. Dinero que ha de estimular su trabajo y dedicación pues:

 “El profesor que obtiene, desde luego, el sueldo que ha de gozar toda su vida, carece de estímulo, y la enseñanza se convierte para él en una especie de mecanismo o rutina, que no procura mejorar, porque sólo ve en esto trabajo sin recompensa”.

Incentivo que no ha de servir para atraer a profesorado joven y bien formado en su acceso desde los IES a la Universidad, pues para ellos, teniendo también la ventaja de sueldo y plaza fija, concurren otros alicientes como los de formación, actualización, investigación, etc., todos ellos inmateriales pero que suponen la motivación base para su esfuerzo.

IES Cardenal Cisneros, antigua Universidad Central

Pero el caminar juntos y el trasvase de profesorado entre Enseñanzas Medias y Universidad (solo en el sentido ascendente) todavía tenía cabida en la Ley 14 de 1970, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, pues en sus art. 117 y 118 se expresaba referido al ingreso en el Cuerpo de Profesores Agregados y Adjuntos de Universidad:

117. Dos. En las materias que expresamente se determinen, podrán concursar, juntamente con los Profesores a que se refiere el párrafo anterior, los Catedráticos de Bachillerato y de Escuelas universitarias, en la forma y condiciones que reglamentariamente se establezcan.

118. Uno. El ingreso en el Cuerpo de Profesores adjuntos de Universidad se llevará a cabo mediante concurso-oposición entre Doctores que hayan desempeñado, al menos durante un año, funciones como Profesores ayudantes de Universidad o realizado tareas de investigación o docencia en las Escuelas universitarias, Institutos Nacionales de Bachillerato y otros Centros que se determinen y que hayan seguido cursos en los Institutos de Ciencias de la Educación.

Y este acceso continuo de profesores de Instituto hacia los distintos departamentos de la Universidad constituía una motivación enorme para muchos profesores inquietos en su formación y su futuro, que deseaban ampliar sus estudios y sus horizontes en la Universidad. Los catedráticos de IES tenían reservadas plazas para acceder al profesorado de las Universidades.

no es posible entender entonces que se cerrara el acceso a estos profesionales capaces y formados en el ámbito científico y docente al que se incorporaban con normalidad y que ahora desde arriba se les cierra

Desgraciadamente, las diversas leyes educativas posteriores fueron cerrando el camino y convirtiendo la universidad en una fortaleza inexpugnable, desde la denominación ya elitista y marginadora, en la que las enseñanzas son Universitarias o No Universitarias, hasta el sistema de acceso en que se prescinde de tan rico potencial educativo. Dos grupos con aparentemente el mismo objetivo pero que los acontecimientos sociales, históricos y económicos harán cambiar la forma de trabajo, la esencia de la docencia, el contenido de los grupos y, en definitiva los intereses de la parte universitaria.

Cualquier ley educativa que se publique tiene la obligación de incluir en su preámbulo el reconocimiento de la realidad social y la exigencia de una  demanda de profesionales con el elevado nivel cultural, científico y técnico. Y no se puede dudar de la constatación de que cada vez más es precisa una formación permanente en todos los órdenes a lo largo de la vida.

Por ello, no es posible entender entonces que se cerrara el acceso a estos profesionales capaces y formados en el ámbito científico y docente al que se incorporaban con normalidad y que ahora desde arriba se les cierra. Para comprender lo referente al sentido discriminatorio con estos profesores es preciso asomarnos a los problemas que se solucionan con los cambios, pero saber si dichos cambios son ‘puramente’ económicos o extraeconómicos (políticos), es un asunto secundario que no puede hacer variar en nada la concepción fundamental sobre la realidad actual de la promoción. 

La sociedad en su conjunto y la Administración en particular en pleno siglo XXI abogan por la participación como concepto, en todos los ámbitos sociales, así lo venían haciendo los profesores que desde el ámbito de los institutos de enseñanza media o de los IES accedían a las plazas docentes de la Universidad.

IES Cardenal Cisneros, antigua Univerdidad Central

Cierto que con la autonomía de las Universidades éstas son las que tienen las competencias relacionadas con la contratación de profesorado, aparte de otras muchas figuras jurídicas que constituyen el núcleo de sus fines. Pero garantizando los principios de igualdad, mérito y capacidad en la selección del profesorado, los mecanismos de acceso previstos van encaminados, como no podía ser de otro modo, a pesar de la falsa creencia que circula en determinados ámbitos, a garantizar una enseñanza de calidad en su institución.

Es discutible en este aspecto que se planifique para el profesorado una carrera académica, olvidándose de esta pequeña fracción, pequeña pero significativa, y en cambio se amplía con nuevas figuras  como las del profesor ayudante doctor y la del profesor contratado doctor en un procedimiento de selección transparente y riguroso mediante el requisito de la evaluación externa de la actividad previa de los candidatos. Actividad previa de la que se excluye su dedicación exclusiva a la docencia y la investigación en los IES. 

Profesores de instituto, que cuando terminaron sus carreras universitarias tuvieron que decidir entre dedicar años y años a la universidad de forma más o menos meritoria, pero siempre mal pagados, o bien optar por una plaza de profesor de secundaria y una vez conseguida la misma y asegurado su futuro, seguir con motivación y dedicación el camino de la universidad, realizando cursos de formación y perfeccionamiento, asistiendo a congresos, publicando artículos, haciendo el doctorado, … gran trabajo que solo la ilusión y la motivación pueden contrarrestar. Pero con el tiempo, lo mismo que D. Quijote topaba con la Iglesia, nuestros profesores toparon con la politización y la endogamia de la Universidad y, quedaron excluidos.

poco se hace con profesores que llevan más de 10 años sin publicar en ninguna revista internacional de impacto… Pero se prescinde de profesores con experiencia profesional, formación adecuada y con competencias docentes contrastadas

La atracción y necesidad de formación de los jóvenes que conserva la Universidad varía con el desarrollo de las nuevas tecnologías y especialmente con la potencialidad de internet; los tiempos han cambiado y hoy en día solo se necesita una buena conexión a la red y una completa bibliografía para sacar adelante una materia. El problema, la cuestión, está en el título. Título que todavía se sigue exigiendo para el acceso a gran cantidad de trabajos y cuya llave conserva celosamente la Universidad.

Universidad que tiene dificultades para situarse en el centro de la sociedad; problemas estructurales para conectar con otras instituciones interesadas en trabajar e investigar en o con la misma; que se desvincula de sus comunidades; ensimismada en su relevancia internacional y, que mira con preocupación a los nuevos actores económicos e institucionales que se abren paso en la sociedad con un crecimiento exponencial de conocimiento que está convergiendo en las instituciones privadas, organismos nacionales e internacionales, y en los departamentos de I+d+i de las grandes empresas, laboratorios e instituciones especializadas.

Hablábamos antes de la necesaria autonomía de la Universidad, pero en un estado democrático, se necesita la contrapartida de rendición de cuentas, al fin y al cabo, los fondos los proporciona la sociedad y ésta necesita conocer la eficacia y la eficiencia en su utilización. Se aportan ingentes cantidades de dinero, pero siguen funcionando “reinos de taifas”, no se controla el elevado el “absentismo” de muchos profesores y, poco se hace con profesores que llevan más de 10 años sin publicar en ninguna revista internacional de impacto… Pero se prescinde de profesores con experiencia profesional, formación adecuada y con competencias docentes contrastadas.

IES Isabel la Católica

Porque la calidad de la educación universitaria es sabido que no depende exclusivamente de criterios comunes y aceptados por todos, sino que una influencia fundamental es la ejercida por el contexto en el que tiene lugar la actividad docente.

Y no se podrá negar que los conocedores más profundos del mismo son los profesores que imparten clase en los IES, ya que ellos conocen los currículos, los han impartido y, algo muy importante, han compartido la evolución académica y personal de los alumnos que ahora se matriculan en la Universidad. Ellos conocen mejor que la Administración los problemas de equidad, de igualdad de oportunidades, de esfuerzo y verdadero interés de los alumnos.

Otro punto de análisis sería la oportunidad de abrir el camino a la docencia o a la investigación para este tipo de profesionales, derivándolos o facilitando su acceso a las “universidades de enseñanza” o a las “universidades de investigación”, aunque tal y como está diseñada la distribución universitaria en España, cada Facultad o Escuela Técnica Superior comparte ambas características, y si bien en los primeros años la balanza se inclina más en un sentido, en los últimos prima la segunda variable; siendo ambas de similar potencia y trascendencia, pues no podremos conseguir la segunda sin la primera.

Universidad que tiene dificultades para situarse en el centro de la sociedad; problemas estructurales para conectar con otras instituciones interesadas en trabajar e investigar en o con la misma

Y en este anhelo de superación es donde se ha sacrificado al enorme potencial de profesores de Instituto que actualmente ejercen labor de docencia en las distintas universidades, primero porque hay que contar con la ‘sumisión’ de estos profesores, que los hace susceptibles de impartir en los primeros cursos, más masificados, dejando los más especialistas para impartir en los cursos superiores del Grado; segundo por la gran distorsión que se produce en la idea original de contratar a profesores que estuvieran trabajando en la empresa privada y pudieran aportar su bagaje de cultura empresarial, que estaban destinados en un principio a aportar ideas, métodos y actitudes propios de la empresa y que se han quedado en meros transmisores de conocimientos aportados por la cátedra a la que se dedican y cuyo aporte a los alumnos es cuando menos cuestionable, sin entrar en consideraciones como su preparación didáctica ola dedicación a la formación de los alumnos.

Finalmente, tiene un enorme peso la consideración de la variable económica, pues mientras que un contratado (profesor Asociado) imparte 5 horas lectivas mas 5 horas de tutoría y cobra poco más de 500 €, un profesor Titular con pocas más horas de docencia directa, cobraría cinco veces más. Multiplicamos esto por el número total de profesores, y las cuentas salen. 

Pero son números fríos y contables, que hacen olvidar el verdadero sentido de la docencia y el fin último que es el alumnado.

Se hace preciso reflexionar en el doble sentido de las consideraciones anteriores, en primer lugar para rendir recuerdo y homenaje al trabajo de todos los profesores que aportaron docencia y elevaron el nivel académico en sus institutos y facultades de destino, y por otra parte, recapacitar sobre la reapertura de esta vía de acceso a la docencia universitaria.


FERNANDO TÉBAR CUESTA, Inspector de Educación.

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