«La Comisión Europea pretende una profunda transformación de los Espacios Europeos de Educación Superior (EEES) y de Investigación (EEI) con el objetivo de generar un espacio común del conocimiento, en el que las universidades jueguen un papel central y se conviertan en el foco donde converjan las cuatro misiones (educación, investigación, innovación y servicio a la sociedad) como base de una sociedad intensiva en conocimiento»
José María Sanz es uno de las personalidades imprescindibles del panorama científico y universitario español. Con una brillante carrera científica, no ha reducido su actividad al mundo de la Física Aplicada, de la que es Catedrático, sino que ha trabajado por comprender y mejorar la universidad española y su influencia en el desarrollo y bienestar del país.
El profesor Sanz fue Rector de la Universidad Autónoma de Madrid desde 2009 hasta 2017. En la actualidad es el delegado para asuntos europeos de la CRUE.
¿Europa será lo que sus universidades sean?
La generación de conocimiento, la innovación, la educación y los recursos humanos se han constituido en los factores más relevantes para el desarrollo económico y social, hasta el extremo de convertirse en objetivos geopolíticos y económicos por los que se compite a nivel global.
En este marco, la Comisión Europea pretende una profunda transformación de los Espacios Europeos de Educación Superior (EEES) y de Investigación (EEI) con el objetivo de generar un espacio común del conocimiento, en el que las universidades jueguen un papel central y se conviertan en el foco donde converjan las cuatro misiones (educación, investigación, innovación y servicio a la sociedad) como base de una sociedad intensiva en conocimiento.
En este sentido, el futuro de Europa dependerá de las capacidades de sus universidades para desarrollar tales misiones y contribuir a diseñar y conformar una sociedad intensiva en conocimiento, democrática, integradora, diversa, estratégica y tecnológicamente independiente que fomente la innovación y la creatividad y el desarrollo sostenible, en un marco de globalización, crisis social y económica, polarización geopolítica y gran incertidumbre.
En cualquier caso, las universidades no serán los únicos actores en esa transformación hacia tal sociedad basada en el conocimiento y, en general, la consecución del objetivo dependerá de la colaboración y diálogo con la sociedad, implicando al resto de actores no académicos (empresas, organizaciones sociales y ciudadanas y administraciones públicas) y de que se creen las condiciones para que cada agente desarrolle su papel con éxito. Europa será lo que quiera la sociedad en compañía de las universidades.
Europa será lo que quiera la sociedad europea en compañía de las universidades
La puesta en funcionamiento del programa de Universidades Europeas por la UE está revitalizando el sistema universitario europeo como no sucedía desde la creación del programa Erasmus. ¿Puede esta iniciativa abrir en sus países una brecha entre “las universidades europeas”, y aquellas otras que no accedan a este programa?
La iniciativa de Universidades Europeas es una experiencia piloto para explorar la cooperación transnacional, identificando retos y soluciones que contribuyan a la integración y mayor compatibilidad entre los diferentes sistemas de educación superior, en beneficio del espacio común europeo de educación superior y su integración con el nuevo espacio de investigación.
Las diferentes alianzas deberían explorar y desarrollar diferentes modelos de colaboración transnacional respondiendo a las diferentes demandas y perfiles de las instituciones que las constituyen y abrir el camino al resto de universidades para su integración en ese espacio común en el que la movilidad, el reconocimiento mutuo y la colaboración transnacional sea una realidad sin dificultades ni obstáculos.
En cualquier caso, el desarrollo de la iniciativa debería, también, impulsar reformas profundas a nivel de cada sistema universitario, obviamente en el marco del proceso de Bolonia, en beneficio de todas sus universidades y con el objetivo de una integración real del espacio de educación superior y de investigación europeos.
el desarrollo de la iniciativa Universidades Europeas debería, también, impulsar reformas profundas a nivel de cada sistema universitario
En este sentido, la posible brecha que pudiera generarse entre universidades participantes en la iniciativa y las que no lo hagan, al igual que la que se pueda crear dentro de cada universidad, por cuanto habría elementos y componentes de la universidad que se desarrollen en el marco de la iniciativa mientras otros sigan funcionando con criterios nacionales o locales durante el proceso, serían temporales y coyunturales mientras se completa el proceso de integración.
Teniendo en cuenta que una parte mayoritaria del sistema universitario español participa con éxito y entusiasmo en la iniciativa, la presión para atender sus demandas en el marco de las alianzas requerirá transformaciones y cambios profundos en la legislación nacional para beneficio de todo el sistema.
Más difícil puede resultar la supervivencia de aquellas universidades integradas en la iniciativa europea cuando a nivel de sistema sean muy minoritarias, pues en este caso la modificación del marco legislativo nacional contaría con más reticencias.
¿Cuál es en su opinión el siguiente paso a dar en la consolidación del Espacio Europeo de Educación Superior?
Tras dos décadas promoviendo una profunda e incentivada modernización y transformación del sistema de educación superior europeo, introduciendo una reforma curricular profunda y fortaleciendo y unificando los espacios europeos de educación superior y de investigación, sería ya el momento de alcanzar y disfrutar de los máximos niveles de integración y de su rentabilidad económica y social, aún a costa de que los estados miembros cedan parte de sus competencias en estos temas a las instituciones europeas.
En este sentido, la iniciativa de universidades europeas con ofertas integradas de investigación y educación, programas de movilidad y educación conjuntos, e incluso modelos de gobernanza transnacionales, supone un importante paso.
A nivel más urgente y concreto, la implementación generalizada del sistema europeo de aseguramiento de la calidad y del reconocimiento automático, tal y como se propone en la estrategia europea para universidades, serían pasos muy relevantes.
A medio plazo creo que el desarrollo del marco europeo para promover, evaluar y reconocer carreras académicas y/o investigadoras en el espacio común de la educación tendría un impacto muy positivo en el proceso de integración real y en la captación de talento en un marco común.
la implementación generalizada del sistema europeo de aseguramiento de la calidad y del reconocimiento automático, tal y como se propone en la estrategia europea para universidades, serían pasos muy relevantes
En los primeros años del siglo los países europeos como Francia, Alemanía o España pusieron en marcha diversos programas, que se denominaron de excelencia, con el objetivo de situar alguna de sus universidades en posiciones destacada de los rankings como THE o ARWU ¿Hasta qué punto estas iniciativas responden a necesidades académicas o sociales?
En mi opinión, el interés en promover programas de excelencia entre las universidades fue mayoritariamente político, con el objetivo de satisfacer el orgullo nacional de contar con universidades públicas en posiciones relevantes en los rankines globales.
Aunque las razones para implementar tales programas fueran diversas ( p.ej. la mejora de la competitividad y visibilidad internacional, el aumento de la calidad de la docencia y la investigación, la modernización o el aumento de la eficiencia, etc.), la razón más repetida fue la de mejorar la competitividad y visibilidad internacional en los rankines globales.
Con este objetivo, muchos estados europeos (Francia, Alemania, España, …) concentraron, mediante tales programas de excelencia, recursos económicos y de talento en sus instituciones más prestigiosas para alcanzar posiciones destacadas entre las mejores universidades a nivel global.
el interés en promover programas de excelencia entre las universidades fue mayoritariamente político, con el objetivo de satisfacer el orgullo nacional de contar con universidades públicas en posiciones relevantes en los rankines globales
El interés político nacional es claro en el caso de un sistema tan centralizado como el francés, que modificó su legislación para crear, con muchos incentivos y presión política, un grupo de ocho universidades que pudieran competir por las primeras posiciones en rankines globales.
El caso de la “Exzellenzinitiative” alemana resulta muy interesante, pues aunque la iniciativa inicial fue del gobierno nacional y con el objetivo de diferenciar un grupo de universidades de élite en el sistema universitario alemán (sistema muy distribuido en los diferentes Länder, basado en el concepto de educación como bien público, de acceso abierto y gratuito), fue tan discutida y criticada por la mayoría de los actores, que tuvo que modificar, ampliar y diversificar tanto los objetivos como las acciones estratégicas para que fuera aceptado por los Länder y las propias universidades.
En el caso de la iniciativa española de Campus de Excelencia Internacional, conviene destacar que, aunque la mejora de la competitividad y visibilidad en los rankines internacionales aparecía como objetivo, el programa estuvo especialmente dirigido a modernizar y reestructurar el sistema universitario español en su totalidad mediante la financiación de planes estratégicos, elaborados por las propias universidades, que fomentaran la calidad, la especialización, la agregación y una mayor interacción y colaboración con otras instituciones públicas y privadas. En este caso, el programa terminó reconociendo con el sello de excelencia a todas las universidades públicas y financiando escasamente o mediante préstamos la transformación.


Creo que en ningún caso la demanda fuera académica y mucho menos social. Las demandas de la mayoría de las universidades públicas y de las propias comunidades universitarias, en general, están lejos de pretender situarse como excepciones de élite fuera del sistema nacional.
¿Están los países europeos en condiciones de competir con los “big four” anglosajones en la industria global de la educación superior?
Realmente, el modelo de universidad global o de clase mundial que domina los rankines globales se corresponde con las universidades privadas de la prestigiosa Ivy League en USA. Tal éxito tiene que ver con una apuesta de muchos años por la investigación de calidad, planes de estudio y experiencia formativa, independencia económica y escasa regulación, en un marco de predominio mundial de una cultura y una lengua. Pero está claro que mantener la reputación y el reconocimiento requiere grandes recursos económicos, especialmente en momentos de crisis y transformación como el actual.
En este sentido, y aun reconociendo su fortaleza, podemos observar un cierto decaimiento del predominio de las universidades americanas, especialmente las públicas, frente a potentes competidores, no solo en Asía y Australia, sino, incluso en Europa (Suiza, Alemania, Países Bajos, Francia, etc.), que han emulado sus proyectos educativos y de captación de talento y desarrollado programas específicos para la promoción de un cierto número de universidades en posiciones destacadas de los rankines, tal y como se mencionaba en la anterior pregunta.
la batalla por el predominio a nivel global en el mercado de la educación superior, en un futuro próximo, va a estar determinada por el aumento de los costes, el desarrollo de capacidades de financiación pública y privada sostenible y la capacidad de adaptación a las nuevas demandas del mercado
Seguramente la batalla por el predominio a nivel global en el mercado de la educación superior, en un futuro próximo, va a estar determinada por el aumento de los costes, el desarrollo de capacidades de financiación pública y privada sostenible y la capacidad de adaptación a las nuevas demandas del mercado.
En este marco, está claro que Harvard, Yale y las universidades privadas americanas intensivas en investigación podrán seguir estando en la élite, pues su poderoso “endowment” y capacidad de financiación (tasas muy elevadas, donaciones, alumni, etc.), así como su autonomía y marco regulatorio les permite afrontar las crisis con desahogo y adaptarse a las nuevas demandas con agilidad.
Por el contrario, la sostenibilidad de las universidades públicas americanas quedará supeditada, en gran parte, a las fluctuaciones de los recursos estatales y su competitividad investigadora frente a la financiación federal. En este sentido, la competitividad de las universidades europeas con respecto a las americanas se ve fuertemente debilitada por la diferencia de regulación y autonomía financiera en favor de las universidades americanas.
El concepto de educación superior como bien público que promueve la calidad del conjunto del sistema, con una fuerte regulación, financiación muy dependiente de recursos públicos y las bajas/nulas tasas de matriculación, hace que las universidades europeas sean más dependientes de la financiación pública y requieran de programas específicos para alcanzar o mantenerse en la élite.